Asumir que en España la sanidad pública es una conquista social, desde la posición ectópica de quien no se gana el pan trabajando en el sistema, implica hoy en día una cierta autocondena a la mudez que es consecuencia directa de la perplejidad. Esa perplejidad tiene que ver con el proceso de cambio cultural que define el tiempo que nos ha tocado vivir, del que participa, sin duda, la misma sanidad pública, a la que le ocurren cosas que es incapaz de metabolizar: el bucle que conforman las necesidades de mantenimiento del sistema y la fatiga del andamiaje fiscal que lo hace posible; la rotura (que no ruptura) del pacto social en torno al bien común y su expresión institucional; la instauración en la gestión de las dinámicas public choice de Buchanan; la ausencia clamorosa de la ciudadanía como sujeto político en los escenarios de decisión… Son temas que proliferan, aunque casi nadie sepa que está hablando de ellos, en las mal llamadas redes sociales. Un paseo por Twitter me ha llevado a asomarme a esa realidad fijándome en la actividad que concita a su alrededor una institución de referencia por su notable implantación en el territorio, la Consejería de Salud de Andalucía, a través de su cuenta en esta plataforma social, @saludand.
Es improbable que en esas plataformas, por lo general dominadas por la pulsión de la sobreexposición pública que transmuta la palabra en grito, pueda emerger una conversación serena sobre estos asuntos; vale decir, sobre el sostenimiento, repliegue, metamorfosis o desvanecimiento de la sanidad pública tal como es hoy o, mejor, tal como se quiere que sea mañana. Pero sí se pueden identificar ahí posibles contextos y actores para la interlocución definidos al margen de la pauta dialéctica agotada de la mesa de negociación tradicional. Contextos y actores delimitados por estructuras de red, establecidos por topologías de relación, no por prejuicios ni sentimientos. Nuevos territorios definidos por las relaciones, no por la adhesión a un determinado discurso. Esto es importante; porque la relación pura ya es un lenguaje, el origen del lenguaje. El inicio de la comunicación, eso que dimos por perdido al comienzo de la bronca. Veamos si ello es posible con la ayuda de los datos de la actividad en Twitter de algunas de esas voces.
Si se le pregunta a Twitter que cuánta gente estaba hablando con @saludand o mencionando esa cuenta en sus mensajes, entre el 25 de octubre y el 2 de noviembre de 2017, la respuesta es que 1.914 cuentas, que contactaron entre sí 5.975 veces entre tuits, retuits y menciones. La expresión visual de esa realidad es una imagen digna del tiempo anterior a la primera mañana del mundo: caos.
Para no perderse en ese caos hay que llevar consigo una guía, un criterio que aplicar. En este caso, identificar cuáles de esas cuentas son importantes en ese contexto dado. Y la importancia, aquí, no la dan el número de followers ni la actividad del community manager: la otorga la relevancia que una determinada cuenta tiene para interconectar a las demás. Eso se llama, en la jerga del ARS, centralidad de intermediación. La visualización de este modo ordenada de las relaciones que han establecido entre sí esas casi 2.000 cuentas nos regala una imagen familiar para quienes somos frikis de la ciencia-ficción: un enjambre esférico que recuerda a una estación espacial del Imperio Galáctico de la saga de Star Wars, con la cuenta de @saludand desempeñando un papel central.
Pero ese enjambre no es unánime, ni mucho menos: está integrado por nada menos que 93 comunidades (cada una identificada por un color), agrupaciones de cuentas que configuran subredes en función de las relaciones (tuits, retuits, menciones) que establecen en el interior del enjambre. Eso sí, el peso de la comunidad articulada por @saludand es enorme: el 51,67% de las cuentas interactúan en su entorno. Es la primera de esas 93 comunidades en extensión, sin duda. La siguiente comunidad en número de integrantes solo aglutina al 7,73% de las cuentas. Téngase en cuenta que la pertenencia a una determinada comunidad en este contexto no es apriorística, ni consciente, ni, en cierto sentido, voluntaria: formar parte de una subred es resultado de las relaciones que se establecen a múltiples bandas. Aspecto que tiene su interés a la hora de limpiar la mirada de prejuicios, de olvidarse de banderías y de dejar ya de una vez de medir el éxito de una determinada propuesta contando followers (incluso, por votos; lo cual nos lleva al interesantísimo terreno de la netocracia y de la crisis de la democracia como representación por delegación). Por decirlo con una expresión en boga estos días en la política española, se trata de moverse en un nuevo marco mental.
Ése es el panorama a vista de pájaro. Interesante pero inespecífico. La especificidad del análisis la aporta otro parámetro técnico más: el rango de grado. Vale decir, la relevancia que una determinada cuenta posee por su actividad, además de por su capacidad de intermediación, respecto a las demás. En este análisis, hay cuentas (nodos) que poseen un rango de valor 1 y otras que llegan hasta un rango de grado de 270. Un parámetro relativo muy útil en este caso. Porque clarificar el grafo jugando con ese parámetro nos ayuda a ver las estructuras profundas de red. Así, si se limpia el enjambre de las 1.914 cuentas dejando fuera, por ejemplo, aquellos nodos con rango menor de 163, se visualiza un elocuente triángulo: el conformado por los colosos institucionales que hay detrás de @saludand, @susanadiaz y @juntainforma. Otro pilar de la fe angelosférica en las denominadas redes sociales que se tambalea. Pero tranquilos: afortunadamente, Internet es mucho más que Twitter. Mucho más.
El recurso a un filtro menos exigente (dejar fuera de la visualización los nodos de rango de grado menor de 45), es, finalmente, el criterio de la prueba de concepto que se ha utilizado en este análisis, cuya visualización ilustra la cabecera de este post: emergen dos comunidades de usuarios de presencia contundente en la red (ganada por lo general a base de persistencia tuitera) y desigual composición. Lo mejor de cada casa, vaya. No viene al caso ahora fijarse en si esa relación que define a cada comunidad es favorable o crítica respecto a las políticas de la Junta de Andalucía; aunque baste decir que por lo general prolifera la crítica, lo que podría indicar que las corrientes de opinión favorables son más livianas y evanescentes que las críticas, puesto que las primeras desaparecen cuando, como se ha visto, se empiezan a aplicar filtros de relevancia a la estructura de la red. La primera comunidad (malva) está integrada por 21 cuentas, caracterizadas por una intensa relación con @saludand. Esas 21 cuentas son @2012_60mmr, @aguamar44169356, @asdealgo666, @ayasmaria, @berege7, @caba_del, @carmggr, @emimartingamez, @espesreyes, @espiramol, @garceslpunto, @hierbaamarga, @isabel27742978, @juntainforma, @luismoliner13, @maitechu5h5, @makaralu, @marilomajial, @saludand, @spiriman y @susanadiaz. La segunda comunidad (azul) es mucho más reducida y, en cierto sentido se parece bastante a una reunión de mesa camilla. En este caso, el vínculo con @saludand no es relevante para definir el contexto; importa más el hecho de que esas cuentas se referencian unas a otras, bien desde la proactividad del mensaje, bien desde la respuesta. Esa subred está integrada por @alguacillola, @bastayamalaga2, @fo_aap y @franciscaantonm.
Nadie ha pedido permiso a las personas que hay detrás de esos perfiles de Twitter para ser integradas en una determinada comunidad. Muy probablemente, algunas de esas personas renegarán de siquiera rozarse con determinadas compañías. Pero es que esto es como aquello de que los amigos se eligen, pero la familia, no. Hay un marco previo a la voluntad que adjudica un lugar en el mundo, un lugar en este microcosmos de esa subred. Y ese marco lo define la pura relación, anterior a toda ética, a toda interpretación de la realidad. A la voluntad sí corresponde aceptar o no ese contexto. Pero, para ello, al menos debe conocer su existencia. De eso va precisamente este post.
He ahí dos contextos, en fin, en los que quizá merezca la pena invertir esfuerzos para analizar las cualidades de ese tejido relacional y sus posibilidades para ejercer de canalizadores de sensibilidades. Para salir, al fin, de la mudez a la que obliga la incapacidad para leer la realidad. Si esas cualidades y posibilidades son o no estables, depende de las funciones con las que esos nodos aparezcan en similares dinámicas de red a lo largo del tiempo. Y de que alguien se atreva a inaugurar un nuevo marco mental, definido más por la relación que por la confrontación.
And, last but not least, para los muy frikis os dejo abajo el pdf con el grafo completo:
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