¿Qué hace falta para que los pacientes, como colectivo, se echen a la calle ante alguna situación que les resulte lesiva? ¿Son capaces los pacientes de protagonizar por sí mismos una verdadera movilización social? Ampliar «Lazos débiles, pacientes y movilización social»
Dos espirales, afirma Lee Drutman en una reciente reflexión sobre el sistema político estadounidense, hacen presa hoy sobre la legitimación de la representación democrática: el maniqueísmo de partido y el divorcio entre la ciudadanía y las élites. Esas dos espirales han facilitado la emergencia de un mito: la participación ciudadana como solución taumatúrgica. Ampliar «El club y la horda: sobre el mito de la participación ciudadana»
La conciencia de ciudadanía puede tardar siglos en cuajar en un país. Porque se necesitan generaciones para asentar esa cierta confianza individual en sí mismo como una segunda naturaleza que transforma al súbdito en ciudadano. La sociedad civil es la expresión más aquilatada de esa confianza devenida en conciencia y, en los países donde funciona, su nacimiento siempre fue anterior al Estado. Hasta que esto no se entienda en España, todos los esfuerzos institucionales, todas las leyes y todo el dinero invertidos en fomentar la emergencia de una verdadera sociedad civil se irán por el desagüe. Ampliar «Participación, sociedad civil y poder»
Explica Gemma Mortensen en la Revista de Innovación Social de Stanford que para construir coaliciones inteligentes en un mundo tan complejo como el nuestro hay que prestar atención a diez asuntos si de verdad se quiere intervenir en la realidad con resultados.
Una coalición no es una fusión, ni una integración, ni una fraternidad. En una coalición, el territorio compartido es el imprescindible para sacar adelante un proyecto y cada miembro de la misma conserva su propia identidad. Todo ello en pro de un objetivo común y concreto.
Realmente eso de la coalición inteligente es una propuesta desconocida para buena parte del tejido asociativo de nuestro entorno, donde el miedo al fracaso y a la desaparición que llevamos en la masa de la sangre se esconde tras la honorable y miope preferencia por ser cabeza de ratón antes que cola de león. Ampliar «Coaliciones inteligentes»
El vídeo que encabeza este post procede de La Cabecera y he sabido de su existencia gracias a alguna conversación con miembros el Foro Andaluz de Atención Primaria (FoaAP). Expresa con bastante elocuencia un estado de opinión que se está extendiendo y que, a día de hoy, ya es imposible ignorar. Porque, sin Atención Primaria de Salud, no hay sanidad pública. Ampliar «Sin Primaria no hay Sistema»
No hace mucho alguien que está en la pomada del negocio de la comunicación me relataba una experiencia de pánico vivida por la creme de los editores españoles de periódicos. Reunidos en uno de esos lugares elegantes donde se deciden las cosas, todos atendían a la masterclass de un megaexperto norteamericano del sector, que les explicaba que jamás un periodista español de plantilla volverá a cobrar lo que se cobraba hace diez años simplemente porque el negocio está en quiebra, a pesar de que durante la crisis las empresas se han desprendido de 12.000 puestos de trabajo en los medios españoles y del rescate oficioso (pero real) de los periódicos, que no ha dado resultado. Vuelto el rostro hacia el maná de la monetarización digital que no llega, el sabio americano les señaló el futuro: los textos ya los están escribiendo los robots y los lectores no aprecian mucha diferencia. Silencio atronador en la sala y remoción de líderes en sus asientos. Ampliar «Periodismo: la liberación de los robots»
Las últimas palabras de Durruti en su lecho de muerte no fueron una soflama llamando a continuar la lucha, como apócrifamente se dice; más bien fueron una humilde constatación. Moribundo en el hospital tras salir del quirófano sin que los médicos pudieran revertir el daño de aquel disparo (tan discutido, tan polémico, tan inapelable) que acabó con el líder cenetista en el primer otoño de la Guerra Civil española, cuenta Cipriano Mera en sus memorias que le oyó a Buenaventura Durruti decir al final: “Demasiados comités”.
La parálisis por el análisis. La idolatría del indicador, que acaba asfixiando a la vida. La tiranía del procedimiento y el manguito. La confusión intencionada entre la rendición de cuentas y los intereses corporativos del gremio de aduaneros internos que malvive con una mala salud de hierro en toda organización mínimamente compleja. La sinonimia torticera que todo poder establece entre la creatividad y el caos. Demasiados comités.
Photo credit: svennevenn via Visual hunt / CC BY-NC-SA
Queridos niños:
Antes de la crisis, garantizar la igualdad de acceso a la asistencia sanitaria era una preocupación para la mayoría de los sistemas sanitarios europeos. Una muestra de ello eran los constantes llamamientos a la racionalización de los costes y a una mayor eficiencia de la asistencia sanitaria. Antes de la crisis. Antes de la austeridad. Para ilustrar todo esto, comparto con vosotros una transcripción libre del capítulo relativo a política sanitaria de un informe de diciembre de 2016 del Observatorio Social Europeo (europeo, no afgano ni centroafricano) sobre las violaciones de derechos humanos como daño colateral de la crisis en Eurozona. Por si os visita el fantasma de las navidades pasadas. Ampliar «Sistemas sanitarios europeos, un cuento de Navidad»
En determinados ambientes de influencia política y mediática se ha puesto de moda últimamente la reivindicación de la meritocracia, como una especie de vacuna contra la corrupción. El mérito personal como puerta de acceso a la riqueza y al reconocimiento social. Piketty habla de esto en su quizá demasiado conocido ensayo sobre el capital en el siglo XXI y explica que en un escenario donde el gran peso de la economía lo tiene el rendimiento del capital, se generan tales desigualdades que la meritocracia es imposible, poniendo en riesgo la democracia. Este economista francés reivindica como elemento balanceador de esas desigualdades la difusión de los conocimientos, la generalización del acceso a la formación (más que a la información). Todo muy del gusto, como ven, de quienes aún creen en el Estado como principal agente nivelador de la convivencia social. En realidad, es el viejo sueño de la Ilustración pasado por la termomix de la postmodernidad. Ampliar «Meritocracia»
El ministro de Salud de Rumanía, Vlad Voiculescu, relaciona las prácticas corruptas con las resistencias a los antibióticos.
A tenor del modelo de distribución interna de los presupuestos de gasto de las administraciones del Estado que la realidad impone en España (véase el caso de la reciente presentación de las previsiones de cuentas públicas en Andalucía), un especialista en política económica me comentaba hace poco que la gestión de la deuda pública merecería en sí misma, por el volumen de esa partida, un ministerio en el Ejecutivo central y sus correspondientes consejerías o equivalentes en la escala autonómica y local-provincial. Ministerio de la Deuda. Consejería de la Deuda. Un suponer. No va a ser así porque la precaria estabilidad institucional no soportaría el reconocimiento de una bancarrota, pero ello no resta presión interna al funcionamiento de los servicios que el Estado presta a los ciudadanos, sobre los que planea como un fantasma eso que se ha dado en llamar, como gran tarea siempre pendiente de todos los gobiernos, la reforma de la Administración. Ampliar «Ética cívica y reforma de la Administración»