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Información sanitaria e innovación social

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Participación ciudadana

Aceptar la derrota es merecerla

Dice Elvira Roca Barea en su enorme Imperiofobia que aceptar la derrota es merecerla. Esta historiadora malagueña se refiere en esa idea al empeño español en adoptar acríticamente relatos explicativos de la propia Historia fabricados fuera del país (y casi siempre a costa del mismo), dándolos por buenos sin más motivo que el pedigrí de lo extranjero-superior y una suerte de sentido de la culpa construido como espita de la ansiedad que provoca la realidad inexplicada, la ausencia de sentido, en este caso debida al hurto de las herramientas intelectuales necesarias para el diseño de una brújula cultural coherente. He disfrutado mucho leyendo a Elvira, a quien oí decir el otro día en una conferencia que uno de los motivos por los que los españoles son gente presentable es su sistema público de salud, el mejor de la Europa Occidental. Pienso que la sanidad pública española está en la misma tesitura que los españoles a la hora de afrontar la Historia de su propio país y sus consecuencias: aceptar la derrota es merecerla. Ampliar «Aceptar la derrota es merecerla»

Sanidad pública y redes sociales: buscando en Twitter a @saludand

Asumir que en España la sanidad pública es una conquista social, desde la posición ectópica de quien no se gana el pan trabajando en el sistema, implica hoy en día una cierta autocondena a la mudez que es consecuencia directa de la perplejidad. Esa perplejidad tiene que ver con el proceso de cambio cultural que define el tiempo que nos ha tocado vivir, del que participa, sin duda, la misma sanidad pública, a la que le ocurren cosas que es incapaz de metabolizar: el bucle que conforman las necesidades de mantenimiento del sistema y la fatiga del andamiaje fiscal que lo hace posible; la rotura (que no ruptura) del pacto social en torno al bien común y su expresión institucional; la instauración en la gestión de las dinámicas public choice de Buchanan; la ausencia clamorosa de la ciudadanía como sujeto político en los escenarios de decisión… Son temas que proliferan, aunque casi nadie sepa que está hablando de ellos, en las mal llamadas redes sociales. Un paseo por Twitter me ha llevado a asomarme a esa realidad fijándome en la actividad que concita a su alrededor una institución de referencia por su notable implantación en el territorio, la Consejería de Salud de Andalucía, a través de su cuenta en esta plataforma social, @saludand. Ampliar «Sanidad pública y redes sociales: buscando en Twitter a @saludand»

Lazos débiles, pacientes y movilización social

¿Qué hace falta para que los pacientes, como colectivo, se echen a la calle ante alguna situación que les resulte lesiva? ¿Son capaces los pacientes de protagonizar por sí mismos una verdadera movilización social? Ampliar «Lazos débiles, pacientes y movilización social»

Yo no debería estar aquí

Qué puede hacerse realmente desde la cultura institucional sanitaria para que una persona esté bien, que se sienta bien. La respuesta aprendida de manera general es la mejora en la respuesta asistencial, hostelera, más agilidad en la gestión de los tiempos, etcétera. Sin embargo, a veces se olvida, o se prefiere olvidar, que lo suyo es preguntar a las personas. Con voluntad de escucharlas y de tomarse en serio lo que digan, claro. Ampliar «Yo no debería estar aquí»

Financiación autonómica y valores

No taxation wihtout representation. No hay tributación sin representación. Ése fue el gran lema incendiario de las Trece Colonias y, desde entonces, en las democracias liberales se entiende que una determinada política fiscal solo es realmente viable si está conectada a cierta calidad democrática. Si el poder de decisión delegado cuenta con una verdadera legitimación social. Aceptamos pagar impuestos si somos nosotros quienes decidimos en qué se gastan. Ampliar «Financiación autonómica y valores»

Salud, burocracia y resultados

Una de las críticas más generalizadas que se hacen a la sanidad pública de corte británico, como la española, es el estancamiento de sus resultados. Desde la tradición liberal, se entiende que eso tiene que ver con que se trata de organizaciones controladas por burócratas, y, para los burócratas, el proceso, no el resultado, lo es todo. Un monopolio estatal atornillado por ahora al hecho, dice George Pickering en el blog del Instituto Mises, de que cuestionar el sistema es un tabú social que conlleva la pena de excomunión de la vida pública. Ampliar «Salud, burocracia y resultados»

El club y la horda: sobre el mito de la participación ciudadana

Dos espirales, afirma Lee Drutman en una reciente reflexión sobre el sistema político estadounidense, hacen presa hoy sobre la legitimación de la representación democrática: el maniqueísmo de partido y el divorcio entre la ciudadanía y las élites. Esas dos espirales han facilitado la emergencia de un mito: la participación ciudadana como solución taumatúrgica. Ampliar «El club y la horda: sobre el mito de la participación ciudadana»

Participación, sociedad civil y poder

La conciencia de ciudadanía puede tardar siglos en cuajar en un país. Porque se necesitan generaciones para asentar esa cierta confianza individual en sí mismo como una segunda naturaleza que transforma al súbdito en ciudadano. La sociedad civil es la expresión más aquilatada de esa confianza devenida en conciencia y, en los países donde funciona, su nacimiento siempre fue anterior al Estado. Hasta que esto no se entienda en España, todos los esfuerzos institucionales, todas las leyes y todo el dinero invertidos en fomentar la emergencia de una verdadera sociedad civil se irán por el desagüe. Ampliar «Participación, sociedad civil y poder»

Coaliciones inteligentes

Explica Gemma Mortensen en la Revista de Innovación Social de Stanford que para construir coaliciones inteligentes en un mundo tan complejo como el nuestro hay que prestar atención a diez asuntos si de verdad se quiere intervenir en la realidad con resultados.

Una coalición no es una fusión, ni una integración, ni una fraternidad. En una coalición, el territorio compartido es el imprescindible para sacar adelante un proyecto y cada miembro de la misma conserva su propia identidad. Todo ello en pro de un objetivo común y concreto.

Realmente eso de la coalición inteligente es una propuesta desconocida para buena parte del tejido asociativo de nuestro entorno, donde el miedo al fracaso y a la desaparición que llevamos en la masa de la sangre se esconde tras la honorable y miope preferencia por ser cabeza de ratón antes que cola de león. Ampliar «Coaliciones inteligentes»

Sin Primaria no hay Sistema

El vídeo que encabeza este post procede de La Cabecera y he sabido de su existencia gracias a alguna conversación con miembros el Foro Andaluz de Atención Primaria (FoaAP). Expresa con bastante elocuencia un estado de opinión que se está extendiendo y que, a día de hoy, ya es imposible ignorar. Porque, sin Atención Primaria de Salud, no hay sanidad pública. Ampliar «Sin Primaria no hay Sistema»

Periodismo: la liberación de los robots

No hace mucho alguien que está en la pomada del negocio de la comunicación me relataba una experiencia de pánico vivida por la creme de los editores españoles de periódicos. Reunidos en uno de esos lugares elegantes donde se deciden las cosas, todos atendían a la masterclass de un megaexperto norteamericano del sector, que les explicaba que jamás un periodista español de plantilla volverá a cobrar lo que se cobraba hace diez años simplemente porque el negocio está en quiebra, a pesar de que durante la crisis las empresas se han desprendido de 12.000 puestos de trabajo en los medios españoles y del rescate oficioso (pero real) de los periódicos, que no ha dado resultado. Vuelto el rostro hacia el maná de la monetarización digital que no llega, el sabio americano les señaló el futuro: los textos ya los están escribiendo los robots y los lectores no aprecian mucha diferencia. Silencio atronador en la sala y remoción de líderes en sus asientos. Ampliar «Periodismo: la liberación de los robots»

Demasiados comités

Las últimas palabras de Durruti en su lecho de muerte no fueron una soflama llamando a continuar la lucha, como apócrifamente se dice; más bien fueron una humilde constatación. Moribundo en el hospital tras salir del quirófano sin que los médicos pudieran revertir el daño de aquel disparo (tan discutido, tan polémico, tan inapelable) que acabó con el líder cenetista en el primer otoño de la Guerra Civil española, cuenta Cipriano Mera en sus memorias que le oyó a Buenaventura Durruti decir al final: “Demasiados comités”.
La parálisis por el análisis. La idolatría del indicador, que acaba asfixiando a la vida. La tiranía del procedimiento y el manguito. La confusión intencionada entre la rendición de cuentas y los intereses corporativos del gremio de aduaneros internos que malvive con una mala salud de hierro en toda organización mínimamente compleja. La sinonimia torticera que todo poder establece entre la creatividad y el caos. Demasiados comités.


 

Photo credit: svennevenn via Visual hunt / CC BY-NC-SA

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