Una de las críticas más generalizadas que se hacen a la sanidad pública de corte británico, como la española, es el estancamiento de sus resultados. Desde la tradición liberal, se entiende que eso tiene que ver con que se trata de organizaciones controladas por burócratas, y, para los burócratas, el proceso, no el resultado, lo es todo. Un monopolio estatal atornillado por ahora al hecho, dice George Pickering en el blog del Instituto Mises, de que cuestionar el sistema es un tabú social que conlleva la pena de excomunión de la vida pública.

La respuesta clásica mayoritaria desde la socialdemocracia (la militante y la practicada desde el centro-derecha) ante las ineficiencias del sistema consiste básicamente en incrementar su financiación. Más dinero; es decir, más impuestos. Eso parece políticamente inviable sin asumir costes electorales importantes, dada la arquitectura fiscal de las rentas y el límite de resistencia de las clases medias, ésas a las que les sale a pagar en la declaración del IRPF. Sobre todo si no se les pregunta qué sanidad pública desean y cómo quieren financiarla.

Quizá rescatar al sistema de la lógica del procedimiento y reenfocarlo hacia los resultados pueda ayudar a sostenerlo, puesto que no cabe liquidarlo: porque su raíz en España como una cierta expresión institucionalizada del bien común que tiene sus fundamentos en la ética política latina, meridional (el reino no es patrimonio personal del monarca, el reino está por encima del rey), lo convierte en un elemento esencial de nuestro pacto social de convivencia.

Es fácil decir que la sanidad pública debe orientarse de una vez hacia los resultados. Abordar esa tarea es un proyecto titánico, porque supone una auténtica refundación. Pero, como es impostergable, por algún lado habrá que empezar. En la Revista de Innovación Social de Stanford me he encontrado con una propuesta de Hildy Gottlieb que me ha parecido interesante: dejar de hablar de sanidad y empezar a hablar de personas. Porque ése es ya el único anclaje posible de las instituciones a la legitimación social.


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