Search

Synaptica

Información sanitaria e innovación social

Author

Alfonso Pedrosa

Hago bricolaje con la información. Cuando me desnorto, vuelvo a la ética hacker. Me cae bien Hellboy porque se lima los cuernos para no llamar la atención. Me interesan la política sanitaria y la participación ciudadana en el funcionamiento de los sistemas de salud.

Internet y salud: las palabras de la tribu

Alfonso Pedrosa. No ha sido en una revista con impacto megatrónico (ni falta que hace), pero ha colado. Por fin. Con un par. J. Escarrabill, T. Martí y E. Torrente se marcan un artículo en Revista Portuguesa de Pneumologia encabezado por el sugerente título de Good morning, Doctor Google. Bom dia, Doutor Google. Y no, no es una oda ingenua a las bondades del Gran Conector. Se habla de Google en ese trabajo, desde luego, pero no es eso lo que me ha gustado más de esa pica en Flandes: lo que me ha alegrado el día es la inclusión en un mismo discurso de citas, nombres y conceptos que forman parte del relato fundacional de la Red. Las palabras de la tribu.

Los autores de ese texto hablan de la utilidad de algunos recursos de Internet (Google como una especide de navaja suiza complementaria a PubMed), de sus posibilidades de aplicación a la práctica clínica, de las expectativas de los pacientes. Pero, además, en ese artículo brillan como estrellas algunas palabras: citas y conceptos que dan esperanza en que de verdad se entienda desde los contextos sanitarios la profundidad del cambio cultural que implica adentrarse en los territorios del Nuevo Mundo de Internet.

No he podido dejar de emocionarme, ni de acordarme de personas concretas que se están dejando la piel en todo este proceso dentro y fuera de las organizaciones sanitarias, al leer en esa revista médica, citados como autoridades, los nombres de Tim Berners-Lee, Jeff Jarvis o David de Ugarte. O la alusión a Arpanet y a los conceptos de red centralizada, descentralizada y distribuida (¡!), tal como fueron visualizados originariamente por Paul Baran.

Es como si fuese posible, por fin, que los técnicos de una central nuclear se tomasen en serio las explicaciones de un chamán amazónico sobre cómo encender un buen fuego. Pues eso es lo que ocurre en el artículo de esta publicación científica portuguesa: y eso se merece una fiesta. Porque las palabras de la Red empiezan a entretejerse de verdad con los relatos de la comunidad clínica. Porque se abre la puerta al mestizaje. Un mestizaje que hoy es blasfemia y mañana será una bendición.

Industria farmacéutica y social media: ¿Hora de dejarlo?

Alfonso Pedrosa. Vaya por delante que Steve Woodruf es un creyente en la cosa de los social media. Por eso tienen un especial valor sus reflexiones sobre por qué no funciona la comunicación de la industria farmacéutica en algunos espacios abiertos de Internet. Woodruf, miembro de la consultora Impactiviti, se pregunta si no habrá llegado el momento de la retirada. Hora de dejarlo. Pero lo hace enunciando la cuestión eligiendo muy bien las palabras: ¿Hay que abandonar la idea de una participación interactiva de las compañías de prescripción comercial en el espacio abierto y público de los social media utilizando las plataformas al uso?

Woodruf no tiene respuestas, pero da en el centro de la diana al identificar algunos elementos de este complicado asunto:

1. La FDA pasa de todo esto, como ya hemos venido comentando aquí. Aunque, como dice Woodruf, la Agencia siempre está lista para enviar una cartita tocando las narices por presuntas faltas de ética en la comunicación.

2. Las plataformas que pupulan en el espacio salvaje de la Red no sirven para lo que puede o quiere hacer la industria. Para Woodruf, Facebook pide tanto juego de circulación en doble sentido que la compañía que se abra un perfil ahí estaría haciendo algo muy parecido a inscribir una canoa en una competición de lanchas planeadoras. Twitter funciona en la distancia corta informal y en ese ambiente hay cierta propensión a la broma y al gamberrismo que hacen saltar por los aires el discurso de seriedad formal y datos tabulados en el que se mueve con comodidad la industria. No es lo mismo, dice Woodruf, colocarle a la audiencia una presentación leída en un teleprompter que charlar amigablemente en un cocktail. LinkedIn es bueno para reclutar personal pero su uso realmente interactivo es muy bajo porque los profesionales trabajan en una atmósfera de presión que les impide soltar informaciones jugosas por ese canal. Y YouTube sí que es una plataforma social donde colocar mensajes. Pero es de sentido único. No es social, aunque sí es un medio, dice Woodruf. No es social pero sí puede ser viral, añado yo, modestamente.

3. La rotación del personal dentro de las compañías es muy alta. Eso significa que manda el pensamiento a corto plazo: y así no se puede construir confianza en la Red. Para Woodruf, esto y la necesidad de reportar sobre beneficios cada cuatrimestre son los asesinos silenciosos de las estrategias en social media de las compañías farmacéuticas.

4. La evolución tecnológica está facilitando la dispersión de datos y mensajes en diferentes soportes y redes. Y la industria, señala Woodruf, funciona con un esquema centralizado y de comunicaciones controladas. Chungo.

Ahora bien, el bueno de Steve deja una puerta abierta a no tirar definitivamente la toalla: los jardines vallados, los espacios privados. Ahí sí podría desenvolverse la industria con cierta comodidad y eficacia: comunidades cerradas, redes internas, apps de información y servicios. Incluso una especie de Google+, en un estado de maduración más avanzado que el actual. El futuro puede estar ahí. Aunque, cabe preguntarse: ¿el futuro de quién?

Lecciones en abierto de una comunidad activista del ámbito del VIH

Alfonso Pedrosa. Buenas. He encontrado una perla en el Journal of Participatory Medicine que no me resisto a compartir aquí. Es un relato de experiencias en torno al activismo en el mundo del VIH. Y, dentro de él, tres páginas que destilan sabiduría, ese cierto conocimiento de las cosas que es pensado desde la vida vivida. Esas páginas hablan de la formación de la comunidad que sustenta la organización ACT UP y de las lecciones aprendidas desde su nacimiento en 1987 bajo la inspiración de Larry Kramer. Lecciones que pueden servirle a cualquiera que quiera entender el fondo de lo que significa el activismo (y el ciberactivismo) en salud.
 

Primera lección: hacerse compañía, estar juntos, la fraternidad. Años 80, los tiempos chungos-chungos del sida. Un puñado de personas concienciadas quiere tener una voz unificada. Y empienzan a reunirse "todas las noches de la semana". Esas reuniones crean la conciencia de que todos están luchando por una misma causa. ACT UP tuvo éxito porque era social. Y eso, qué significa: "Fue una buena época -dice Larry Kramer-; es algo más que el que la gente deba ser consciente de hacer agradable lo que estás haciendo. Eso ayuda a cimentar la fraternidad. Y eso, la fraternidad, es importante en todo esto".

Segunda lección: hay alguien al otro lado. La acogida de la comunidad VIH por una comunidad preexistente fue fundamental: "La comunidad gay aceptó a la gente con VIH con mucho menos estigma que el resto de la sociedad. Tenías personas gay afectadas, infectadas y no infectadas, que asumieron la causa con una pasión y una comprensión increíbles".

Tercera lección: metabolizar las emociones. "Ya sabes, tienes que estar enfadado. La ira es una emoción muy saludable". Eso dice Kramer. Joder, la gente se estaba muriendo. Pero Brenda Lein, miembro de ACT UP en San Francisco, matiza: "Un individuo no se puede sostener sobre la ira durante mucho tiempo. Necesitábamos una alternativa a la ira". Y esa alternativa la aportó Martin DeLaney, fundador de Project Inform, mediante la puesta a disposición de la gente de información sobre el problema: "DeLaney fue capaz de transformar la desesperación y el miedo en esperanza y en acción", dice Brenda Lein.

Cuarta lección: la expansión de la influencia necesita de la conexión con otras redes. ACT UP posiblemente no hubiera hecho llegar sus mensajes al mundo entero sin la existencia de comunidades conectadas fuera de su propio entorno: otros activistas, profesionales sanitarios e investigadores que no pertenecían a este movimiento.

Quinta lección: es fácil conectar a la gente y diseminar información, pero es mucho más difícil construir conexiones relevantes, significativas, llenas de sentido. Y no hay recetas para eso. No se consigue recrear el ambiente de fraternidad y acción combativa de ACT UP abriendo una cuenta en Facebook o montándose un tour por los eventos de moda donde se piensa que se puede ser influyente. Porque el sentido de comunidad no puede ser replicado. Tiene que ser vivido. Al aire de quien lo protagoniza. Sin patronajes ni moldes de producción en serie.

No he podido evitar acordarme de las personas que de vez en cuando recalan aquí, en Synaptica, relacionadas con ese mundo, y que sólo buscan un lugar donde les dejen en paz, sin preguntas ni presiones ni vampirismos disfrazados de filantropía; que sólo quieren encontrar semejantes con los que contactar y charlar sin dar explicaciones. Para quienes hacemos esta web, es un honor ser depositarios de esa confianza silenciosa.

 

Google y los vacíos cartográficos

Ilustración: Google Tuttor.

Alfonso Pedrosa. Gracias al link de la web del NYT que ha dejado Carlos Luis Parra en el grupo de LinkedIn salud20andalucia me he enterado de que Google dice adiós en su blog a su servicio personalizado de registro de datos de salud.

Me ha llamado la atención que el Gran Hub Benevolente haya decidido tirar la toalla. Me he acordado de Jeff Jarvis y su Y Google, ¿cómo lo haría?. Nos gustó entonces su idea del St. Google Hospital.

Parece que, por una vez, el Gigante Protector se equivoca. O no. Quizá no se trate de un asunto de prospectiva, sino de perspectiva. Es posible que, de tanto analizar datos, se esté olvidando en los lugares más frecuentados de la Red el viejo arte de escuchar a la gente. Porque los datos no son personas. Y ahí, falla la prospectiva. Ahora bien, nunca dijo Google que el simple hecho de su tremenda capacidad de ser plataforma, conector entre nodos, supondría el advenimiento de una era meliflua, la llegada porque sí del gran cambio cultural a golpe de ratón. Es verdad que Internet es absolutamente clave en ese proceso transicional hacia la sociedad-red y que Google es uno de sus grandes profetas. Pero esto sobre todo va de personas, no de tecnología. Va de voces humanas, no de mercado de masas. Eso significa que si no hay inmersión en los valores que emergen a lo largo de ese trayecto hacia la red distribuida desde estructuras descentralizadas, estar muy puesto en el data mining no sirve de mucho. Al menos, para conectar con los territorios donde realmente se está tejiendo el cambio cultural. Y si la gente no quiere entrar por una determinada vereda, pues no entra. Punto.

¿Y dónde están esos territorios? Ésa es la clave. Nadie lo sabe a priori. Porque todavía no están cartografiados los mapas del Nuevo Mundo. Ése es el núcleo de una cuestión que se hace especialmente visible en el ámbito de la salud. Aquí entra en juego la importancia de la perspectiva. Sin referencias sobre el terreno, no hay perspectiva. No hay cartularios de navegación, no hay mapas. Y las referencias se van anotando en expediciones de descubierta, en exploraciones más o menos casuales y aisladas. Y cuando se ponen en común sus hallazgos (aquí sí le debemos todos mucho a Google), ya se puede pensar en hacer algo de trigonometría. Nadie se define a sí mismo como paciente, salvo cuando esa persona o su entorno cercano son interpelados a zarpazos por la enfermedad. Por eso, creo, existen tantos vacíos cartográficos cuando se habla de Internet y salud. Por eso es tan difícil acertar. Por eso es importante construir relatos basados en experiencias concretas (limitadas y parciales, pero reales) que vayan dando forma a lo que todavía no tiene nombre. Metáforas. Y por eso es tan atrayente el desafío de la búsqueda para encontrar, al fin, la conversación de los semejantes. El verdadero aprendizaje en red. La deliberación entre iguales.

 

Sobrepeso y obesidad en Nueva York: va por barrios

Alfonso Pedrosa. Poco hay que decir. Dedicado, con todo respeto, a las personas que vienen trabajando desde hace décadas en los condicionantes sociales y económicos del estado de salud de la gente.

Fuente:  New York City Interactive Health Data.

Internet, compañías farmacéuticas e información: la FDA se quita de enmedio

Alfonso Pedrosa. Pocas cacerías informativas producen más placer que el seguimiento de una pieza hasta que se le termina la trocha de escape: ¡te pillé!. Algo parecido es lo que debió pensar el viejo zorro de John Mack, aka Pharmaguy, cuando, hace algunos días, dio la voz en su blog sobre el fin de trayecto de la laaaarga reflexión abierta por la FDA para poner un poco de orden en el ámbito de la comunicación en abierto de las compañías farmacéuticas sobre productos sujetos a regulación. Asunto de un interés que, obviamente, trasciende las fronteras del territorio USA. Se venía hablando de plazos para una respuesta desde hace meses, y ya la tenemos: el tema no está en agenda.

Bien. El gran Bertalan Meskó (Bercy en los ambientes, yo de mayor quiero ser como él) se ha hecho ya una idea de lo que hay y ha tirado por la calle de enmedio: si la FDA is not ready para estas cosas, no hay problema; we are! Y va el tipo y abre, en la mejor tradición hacker, una propuesta colaborativa open access sobre social media y campañas farmacéuticas.

La reacción de Bercy me ha hecho recordar una de las tesis del Manifiesto Cluetrain, un texto que en Synaptica venimos estudiando desde hace tiempo y que he tenido ocasión reciente de volver a manejar y a compartir: Estamos despertando y conectándonos. Estamos observando. Pero no estamos esperando.

Fotografías de un instante

Alfonso Pedrosa. Gracias a un par de sabias indicaciones de @soyrami, he estado jugueteando con Worldle, dándole vueltas a posibles exploraciones en torno a la expresión gráfica de las emociones. He volcado algunas fuentes RSS, sucesivamente, de la web de una asociación de pacientes, el blog de un médico de Primaria, la Consejería de Salud de Andalucía, el Parlamento de esa comunidad autónoma, el Ministerio de Sanidad y nosostros mismos, Synaptica. Y me ha salido lo que sigue abajo, por el mismo orden. El criterio de selección es subjetivo: soy fan declarado de @Fosilera9 y de @jisaname y tengo interés más allá de lo meramente deportivo en la actualidad relacionada con esas instituciones. No es más que la fotografía de un instante. Pero habla de lo que tenía en la cabeza cada cual en ese momento.

¿Qué pasaría si se mezclasen todas esas fuentes, personas e instituciones al mismo tiempo, en el mismo contexto gráfico? ¿Qué mestizaje saldría de ahí? ¿Qué ideas podría inspirar? Aaargh, mi torpeza en las tareas de bricolaje tecnológico es mucha, apenas intuyo las maravillas de la belleza del código. Pero seguro que manos más rápidas y mentes más hábiles que la mía dan con la tecla. Y me gustará ver cómo queda ese cuadro. La ilustración principal de este post pretende eso mismo: no he logrado obtener nubes de palabras a partir de todas las fuentes RSS a la vez, pero sí he juntado los textos de la página de arranque de cada web y Wordle me ha devuelto ese curioso resultado… La visualización de las palabras de una conversación.

Interesante

 

Asociación de Trasplantados de Páncreas.

Wordle: trasplantados de páncreas

El blog de saname.

Wordle: El blog de saname

Consejería de Salud de la Junta de Andalucía.

Wordle: Consejería de Salud de Andalucía

Parlamento de Andalucía.

Wordle: Parlamento Andalucía

Ministerio de Sanidad de España.

Wordle: Ministerio de Sanidad 

Synaptica.

Wordle: Synaptica

 

Un poco de perspectiva

Alfonso Pedrosa. Alzar la mirada de vez en cuando por encima del propio tapial es un ejercicio muy saludable. Da perspectiva. Amplitud de campo. Hace pensar.

En España, algunos temen recortes en las prestaciones del Sistema Nacional de Salud por una bancarrota presupuestaria.

En México, la mitad de los pacientes con esclerosis múltiple, sencillamente no están asegurados; entre el 30% y el 40% de los enfermos son niños y adolescentes.

Lo cuenta Leticia Espinoza en Zócalo, diario del estado de Coahuila, que cita a Héctor Manuel García Caballero (afectado, activista y blogger, pardiez).

Conocimiento en el bazar

Alfonso Pedrosa. No es un espejismo. Es de verdad. La gente existe. Y se organiza. Y aprende. Sin pedir permiso. La gente de PatientsLikeMe acaba de demostrarlo. Nos encontramos con ellos por primera vez hace tres años y nos gustaron. Ahora nos han vuelto a sorprender. Otra vez.

Nada más y nada menos que en Nature Biotechnology, cuatro integrantes del equipo de esta plataforma de pacientes explican cómo el intercambio de información entre personas afectadas por una patología tan devastadora como la ELA produce conocimiento (en este caso, relacionado con el uso experimental del carbonato de litio). Personas que comparten información con personas y, casi sin proponérselo, abren la puerta a un mundo nuevo: el que pone en relación los ensayos clínicos con la inteligencia de las multitudes.

¿Qué va a salir de ahí? Ni idea. Veo en esas ideas algunas trazas de la mejor tradición de la ética hacker. Me gusta. Ver cómo salen a la luz y a la cháchara deliberación del bazar asuntos que antes sólo existían en la penumbra de la catedral es gratificante. Constatar cómo ese proceso termina creando conocimiento útil para la gente da esperanza. Grandes esperanzas. Más necesarias que nunca.

Comentarios al Informe Bamberg (y IV BIS). Va por Iñaki

Alfonso Pedrosa. Epílogo a los comentarios de superficie al Informe Bamberg, sobre el que he ido posteando una, dos, tres y cuatro veces. No iba a castigar más al personal (ni a castigarme). Pero ahora, en honor a la bonhomía y a la afición al cachondeo fino de Iñaki (aka @jisaname), viejo zorro donde los haya, que pide otra actuación del espectáculo de calle, rescato algunas impresiones que me ha dejado la lectura del capítulo dedicado a los profesionales en este documento en el que se plantea un Nuevo Modelo de Futuro de Gestión de la Salud.

El informe entra a analizar, en las consideraciones previas de este capítulo, la nueva situación en términos de demografía médica: estabilidad y escasez frente a al crecimiento de otras profesiones sanitarias, "como las enfermeras, los dentistas o los farmacéuticos".

Los autores del capítulo identifican en la falta de reconocimiento social y profesional, más que en el nivel retributivo, la clave de la salida al extranjero para trabajar: "Nos encontramos ante problemas como la progresiva falta de autoridad y reconocimiento social de los médicos y enfermeros, la burocratización de su carrera profesional y de su sistema retributivo, el alargamiento de las jornadas de trabajo, la falta de incentivos económicos y, sobre todo, profesionales. Y no digamos ya el creciente problema de violencia física y verbal realizada por algunos pacientes, ante la caída de los valores sociales como el respeto del esfuerzo, el conocimiento y la autoridad de los profesionales de la medicina y la enfermería. Muchos no se van a Inglaterra, Alemania o Francia porque les paguen más, que también, sino porque las condiciones profesionales, sociales y de trabajo son más favorables". Parece que se acabó el entorno protector. Ya nadie cree en los chamanes. En fin. O sí: si Chesterton decía que cuando la gente deja de creer en Dios empieza a creer en cualquier cosa (me acordé de la cita leyendo este post de Desde el muelle, del gran Ammanuel Ruiz Rico), por qué no vincular la caída en enteros de la valoración social de las profesiones sanitarias con la aparición de ciertas expectativas casi casi paranormales. Aunque quizá precisamente algunos eximios representantes de esas profesiones hayan tenido que ver con ese florecimiento de la medicina galáctica y megatrónica para pasado mañana cantado por plazas y platós. Un mañana que no ha llegado, by the way. Tan sólo su desencanto.

Aun así, el documento está salpimentado también con su pizca de lo que a mí me parece un cierto discurso chauvinista: nuestros profesionales son muy bien valorados en Europa "por su buena formación" y los que nos llegan de fuera a veces pueden tener menos papeles que una liebre y además no conocen "nuestras costumbres" ni el idioma. Obviamente, lo que a mí me parezca o deje de parecer este razonamiento es perfectamente ninguneable, pero, digo yo, que todo eso no me cuadra mucho con el sordo clamor de cafeterías y parterres de las facultades de Medicina contra un sistema de enseñanza que perpetúa el troceado del conocimiento por órganos y sistemas en aras, qué cosas, de la relación sagrada médico-paciente ejemplificada en referencias tan venerables y gigantestas como Letamendi o Marañón. Todo eso explicado, en muchas ocasiones, con diapositivas de carro manual y apuntes noblemente amarilleados por el paso del tiempo. Los nuestros seguro que son muy buenos y entre los de fuera habrá malos, desde luego. Pero que, si algo no funciona, no estaría de más a revisar el estado de las fuentes de la sabiduría y sus modelos de transmisión. Por si acaso.

La propuesta más incisiva de este capítulo del documento es la necesidad de plantear un nuevo Estatuto de los Profesionales Sanitarios trabajen en la pública o en la privada y no sólo circunscrito a médicos y personal de Enfermería. Un estatuto, toma del frasco, Carrasco, en el que los profesionales "dejen de ser funcionarios públicos y de estar sometidos a las reglas del funcionariado público". Me gusta. Con un par. Porque una cosa es defender el sistema público y otra, los blindajes del empleo público detrás de los cuales no siempre se esconden, como es bien sabido, los mejores. ¿La alternativa a la plaza fija es el comadreo de partido y el compadreo familiar? No. Al menos, no en lo público. Pero no parece descabellado establecer que las oposiciones den acceso a un contrato laboral indefinido, no a una plaza fija de por vida hagas lo que hagas después. Más autonomía profesional, más variabilidad retributiva, gestión de recursos humanos por centros y no por consejerías y medición de resultados en salud. Más peso de la institución colegial. Interesante. Ojalá haya alguien que sea capaz de atar a esa mosca por el rabo.

Mirando al horizonte, el documento plantea un análisis de necesidades, la búsqueda proactiva de profesionales y… un plan de marketing. "No se trata de engañar a nadie, simplemente de poner más énfasis en los aspectos positivos de la profesión, que no son pocos ni obviables". Ummm, ya me regodeo pensando en la nube de celebrities que va a salir en defensa de la dignificación de las profesiones sanitarias.

Y aquí, de verdad, lo dejo. Quede mi más profundo agradecimiento a los autores del Informe Bamberg y a la Fundación misma. El contenido del documento se puede compartir o no, pero ha llegado en un momento necesario. Para más cosas, preguntadle a Iñaki, que él sí que sabe; lo tenéis disponible en su blog.

Comentarios al Informe Bamberg (y IV). Es la farmacia, estúpido

Alfonso Pedrosa. El mundo de la farmacia recibe en el Informe Bamberg atención preferencial en el capítulo dedicado a la gestión farmacéutica y en un anexo, firmado por el jurista de Farmácitas Legal Mariano Avilés. Uno habría esperado un planteamiento más destroyer, dado el tono del documento, pero no: básicamente se trata de reflexiones que hace tiempo se vienen haciendo algunos responsables institucionales del sector y que ahora, y eso tiene su mérito, se ponen negro sobre blanco en abierto. Pervivencia del actual modelo regulado de boticas pero con menos control estatal, más supervisión colegial y, oh, paradoja, traslado de la responsabilidad de financiación del fundamento social del actual estado de cosas a las arcas del Gobierno.

Han ido apareciendo aquí comentarios sobre el diseño general del Nuevo Modelo, las claves políticas y su viabilidad financiera, en referencia a una iniciativa, recuérdese, planteada en coincidencia con el 25 aniversario de la LGS. Desde la perspectiva del gasto público en medicamentos, el documento identifica un oligopsonio consistente en que el 80% de las recetas son del SNS, un país con precios muy baratos y un entramado de 22.000 farmacias y 40 cooperativas de distribución.

Sin caricias preliminares, ¿hay que reducir el número de farmacias? "No lo sabemos", dice el documento, que se abre al reparto de cargas entre la población para hacer sostenible la situación: "Habría que contemplar la posibilidad de que los pacientes paguen el 100% de los medicamentos relativos a síntomas menores o de los medicamentos genéricos para patologías benignas". Sin embargo, el copago (tal como se viene entendiendo en el relato político-mediático del asunto) no aparece por ningún lado, ni siquiera para plantearlo en función de los niveles de renta. No sería necesario en este nuevo campo de juego. Qué cosas.

Al documento no le gusta que los gobiernos autonómicos metan baza por su cuenta en estrategias de control del gasto. En defensa de la equidad, por supuesto. "Las políticas de gestión de las comunidades autónomas han provocado la exclusión de medicamentos, limitaciones en la prescripción, cambios automáticos en las prescripciones de los médicos, sustitución de las prescripciones, etc. Estas medidas aparentemente sobrepasan las de gestión de la prestación farmacéutica ya que modifican el contenido y alcance de la prestación farmacéutica y, en mayor o menor medida, suponen una modificación de las condiciones de acceso al mercado, que es competencia exclusiva del Ministerio de Sanidad".

Respecto a la industria, el documento consagra su valor como elemento tractor de la I+D+i y explica que el sector lo está pasando mal: son tiempos de ajustes y fusiones.

El Informe Bamberg recuerda que "las medidas de ahorro (…) se han centrado sobre la oferta de medicamentos" y que ya es hora de fijarse en otros elementos del esquema, como el del control del número de recetas. Reclamación histórica del sector, by the way, a los gobiernos de todo signo.

Un poquito de trazabilidad (ay, esas exportaciones paralelas) y otro de recordatorio de que a las autonomías hay que atarlas en corto aportan más notas de color a estas alturas del informe.

En cuanto a la planificación, la oda al servicio público que prestan esos establecimientos privados llamados farmacias necesita el concurso del Estado: una farmacia allí donde sea necesario ese "servicio público sanitario", pero, ojito, "con arreglo a los niveles de servicio que se establezcan en función de las capacidades presupuestarias". Y, una vez acotados estos espinosos límites, "esta planificación, al igual que en el caso de la planificación de necesidades de centros asistenciales, debe realizarse proporcionando la Administración compensaciones que hagan atractivo abrir una oficina de farmacia allá donde no fuera rentable". Compensaciones, ¿por qué? Pues por las actividades de atención farmaceútica, seguimiento farmacoterapéutico… Que tiene que pagar el Estado. De ahí que el documento plantee la necesidad de "un cambio del modelo de retribución de los farmacéuticos comunitarios de manera que no esté ligado al precio de los medicamentos, pagándole [¿quién?] los servicios sanitarios". Conjugar planificación y libre iniciativa, vamos.

El abogado Avilés habla en un anexo al documento del modelo de gestión de farmacia. Sus reflexiones tienen el indudable mérito de aparecer firmadas de su puño y letra. Se retrata. Hasta donde puede, pero se retrata. Su texto contiene perlas que hacen a uno acordarse del gran Poiares Maduro y sus reflexiones shakesperianas sobre la famosa cuestión prejudicial de la adjudicación de farmacias en Asturias. Dice Avilés, sobre las salidas profesionales de los farmacéuticos: "Los organismos colegiales e institucionales tienen una deuda social de extraordinario nivel hacia una juventud universitaria que cursa los estudios de Farmacia con el ánimo de su ejercicio, que en nuestro país, de entrada, es harto difícil y sujeto a agentes externos del mercado impropios de una disciplina sana". Según este experto, "la extraordinaria intervención administrativa (…) hace del medicamento que sea un fabricado cautivo sometido a la evaluación, autorización, registro, precio y control por parte de la Administración".

La farmacia española, en su realidad bifronte público-privada, tiene "unos matices mixtos un tanto extraños", dice este análisis particular de la cuestión. Es un modelo el español sometido a una presión administrativa "que bien pudiera estar al límite de la inconstitucionalidad". ¿Propuesta? Que se retire la Administración y que se aproxime el control colegial.

Y, por supuesto, una lanza por el debate liberalizador: habría que recapacitar sobre "si este sistema de exclusividad en la instalación de una oficina de farmacia, en los tiempos actuales, es el mejor modelo para un desarrollo adecuado de la profesión que ya percibe tensiones de competencia y que está construido sobre la unión de países que fomentan, en su propia esencia, que los muros divisorios desaparezcan". Por mor, precisamente, de la prosperidad profesional: "Llama poderosamente la atención que el régimen tan cerrado en el que se mueve la oficina de farmacia sea precisamente el que hace que el farmacéutico no pueda encontrar vías razonables de sustitución de servicios para la merma de sus ingresos; el propio sistema le impide el desarrollo". "No sería de ningún punto descabellado -señala el jurista Avilés- hablar de un modelo de prestación que para paliar la merma de ingresos que se vienen produciendo paulatinamente vía margen de medicamentos financiados por el Sistema Nacional de Salud se estudiara un modelo retributivo ligado al extraordinario servicio que hoy prestan las farmacias desvinculándolo de esta manera de los precios de los medicamentos".

Reinventarse. Avilés utiliza esta expresión. Y concluye: "Mientras la farmacia esté como ahora, estará retrasando su catarsis definitiva y tendrá que estar sometida a las tensiones derivadas de una permanente observación".

Ahí quedó. Ésas son algunas de las febriles ensoñaciones que me ha producido la lectura de tan enjundioso documento. Si han servido para que a alguien se le despierte el gusanillo de la curiosidad y bichee entre las páginas del informe original, sabiendo que contiene propuestas de calado aplicables sobre un asunto serio, como es el de la pervivencia del sistema sanitario público español, ha merecido la pena ponerlas por escrito. Hay otras lecturas posibles del documento, seguro que más brillantes, más certeras, que la glosada aquí. Me encantará conocerlas; así que, avisad.

Comentarios al Informe Bamberg (III). El dinero

Alfonso Pedrosa. Financiación y aseguramiento. La cosa económica. El meollo del cogollo. No hay un duro, dice el documento del Nuevo Modelo de Futuro de Gestión de la Salud. Según las reflexiones contenidas en este informe de la Fundación Bamberg presentado con ocasión del 25 aniversario de la Ley General de Sanidad española, en menos de una década, la mitad del gasto público de las comunidades autónomas irá a la sanidad, básicamente por razones de envejecimiento demográfico. El informe propone una financiación finalista sin ambages para modular los efectos del nuevo escenario asistencial. Y aporta argumentos contundentes de inconfundible aroma jacobino: "El sistema de financiación de las comunidades autónomas es una fuente de desigualdades e inequidades porque está basado en la capacidad de financiación de las comunidades autónomas para generar recursos (…) Y también porque el actual sistema de financiación deja al libre criterio de cada comunidad la decisión de su gasto sanitario".
 
Un déficit acumulado de 11.000 millones de euros y una morosidad vergonzosa por parte de las administraciones con sus proveedores terminan de encuadrar la cuestión.
 
Además, aquí no controla los costes del sistema ni Blas. Somos capaces de plantear hipótesis sobre la pérdida de productividad en la economía imperial que supondría la destrucción del planeta Alderaan por la Estrella de la Muerte y de llevar los resultados de la investigación a un congreso internacional de gestión, pero brilla en demasiadas ocasiones por su ausencia el secular sentido común que desaconseja estirar más el brazo que la manga.

Las reflexiones del documento en torno a la gestión económica y a la viabilidad del Nuevo Modelo son coherentes con los capítulos dedicados al planteamiento del esquema general y a la presencia de las decisiones políticas en este contexto. "Esa forma de actuar [la que habría puesto al sistema al borde de la quiebra] es el reflejo de una postura paternalista de las autoridades sanitarias y de los órganos de representación del ciudadano. Los impuestos son percibidos como propiedad del Estado o de la Comunidad Auutónoma o del Ayuntamiento, quienes, en tanto que amos absolutos de los recursos, los administran de acuerdo con sus intereses personales". Muy Tocqueville, sí señor. Dan ganas de apuntarse al Tea Party. O de denunciar estas cosas en un juzgado. Que, digo yo, ya puestos, que por qué no lo hace alguno de los autores del informe, porque hay cierto tufillo a prevaricación y a apropiación indebida en esas conductas tan denostadas…

La Entidad Pública Aseguradora (EPA) sería el núcleo caliente de la concurrencia de empresas privadas y organismos públicos para hacerse con el aseguramiento básico de la población. Sin veleidades regionales, que desaconseja vivamente el documento de la Fundación Bamberg. Aunque, por otro lado, sí que permite a los servicios regionales de salud contratar "seguros complementarios" con las aseguradoras para su población, "en el marco de sus preferencias políticas y presupuestarias".

"Los ciudadanos son los que deciden a qué aseguradora quieren pertenecer de las concertadas con el Estado. Por ello el Estado pagará a cada aseguradora la prima correspondiente a la suma de ciudadanos que la han elegido", dice el documento. Y claro, cada una de esas empresas atenderá con el mismo mimo, sin duda, a un habitante de las chabolas de debajo del puente que al vecino de una exclusiva urbanización. Por supuesto.

Y un toque más. Dado que el Estado es el inductor de los monopolios, ologopolios, monopsonios y otros males de la economía, hay que evitar cualquier tentación sovietizante: "Son de dominio público las ineficiencias de la planificación de la producción de la economía y de las empresas estatales en su actividad económica (…). Deficiencias de las empresas públicas que en países de economía de mercado han tenido que suplirse con subvenciones públicas más o menos encubiertas o la creación de situaciones de privilegio de estas empresas públicas en los mercados". O sea, que no sólo no puede uno mosquearse con, pongamos, la facturación a terceros de la Empresa Pública de Emergencias Sanitarias de Andalucía, sino que además hay que aplaudir que el viejito de la Axarquía se quede sin helicóptero medicalizado porque lo tiene pillado en alquiler un jeque petrolero en una mansión de la Costa del Sol.

Cierto. Determinados abusos han erosionado más los fundamentos del SNS que cualquier furibundo ataque neocon.

A lo que vamos: "Los hospitales públicos serán autogestionados [ah, Durruti… qué paradojas tiene la Historia], con presupuesto propio y cuenta de resultados, al igual que los consorcios catalanes [ahí, ahí cantó la gallina]. Los hospitales públicos y los privados concertarán con las compañías aseguradoras la provisión de las prestaciones aseguradas".

Pues nada, a competir. Se supone en el documento que el aire libre de la sana competencia tutelada por la EPA eliminará sesgos indeseables de selección de riesgos (los pacientes pobres, viejos y más chungos, a la pública) y que los centros públicos funcionarán mejor, una vez que se pongan las pilas y sean capaces de resolver ciertos arcanos de, por ejemplo, una política de personal tendente a conjugar el chollo de la plaza funcionarial de por vida con la variabilidad en las retribuciones. Pero con dinero de verdad, no con cupones-descuento de objetivos que se cumplen sólo por fichar y billetes del Monopoly que van de mano en presupuestos ficticios.

Synaptica