Un clúster. Jo.
Viene bien aquí el análisis del documento, predecible pero no por ello menos interesante, que ha hecho la Fadsp, que ya empieza a ser secundado y comentado por ahí.
Seguimos. La verdad es que la lectura del documento me está dejando con sensaciones contradictorias.
De entrada, creo que su valor indiscutible está en el hecho mismo de plantear una propuesta, si bien clara en su núcleo y nebulosa en su periferia. Una propuesta que no marea la perdiz, que fija los puntos de referencia claves del debate.
Es verdad que por razones de fondo de carácter ético más que técnico, la sensibilidad político-ideológica tradicionalmente comprometida con los sistemas públicos de salud ha caído muchos enteros y que algunas de las mejores inteligencias que la han apoyado en otros tiempos están iniciando su particular travesía desde la socialdemocracia hacia el anarco-liberalismo. Es asimismo cierto que buena parte de la erosión de la credibilidad del SNS hay que anotarla en la cuenta de algunos fenónemos (a veces demasiado prolongados en el tiempo) que han dado origen a eventos de fusión de la Administración con el partido político que sustenta al gobierno de turno y, a su vez, con el sistema sanitario mismo, hasta hacerlos indistinguibles. Es bueno para todos que se hable de esas cosas. Precisamente para distinguir lo accesorio de lo esencial.
Independientemente del interés meramente deportivo que puedan encerrar los debates metapolíticos en sí mismos, lo que sí parece esencial es la necesidad de la incorporación activa de la gente común, de nosotros, vaya, al proceso de definición y gestión de las propuestas. Y eso, salvo las alusiones previsibles a las asociaciones de pacientes, no lo veo en el documento.
Quien tenga la valentía de facilitar la apertura de las fronteras del debate, ya sea el Estado o el mercado, y se atreva a aceptar la interlocución de igual a igual con la gente, se llevará el gato al agua. Fijo.
mayo 5, 2011 at 10:49 pm
Yo tampoco estoy completamente seguro de casi nada, pero quizás tengamos que cambiar (ya sabes, si sigues haciendo lo mismo, obtendrás los mismos resultados).
Por qué no estudiamos las ventajas y los inconvenientes del modelo que se utiliza en la enseñanza (colegios publicos y concertados) para su aplicación en sanidad (que por otra parte ya incorpora estas características cuando concierta con la privada servicios de ambulancia, pruebas diagnósticas, cirugía y encamamiento de crónicos por ejemplo).
Sigue, sigue masticandonos el informe, somos cachorros ávidos de alimento digerido.
Iñaki.
mayo 6, 2011 at 2:02 pm
Creo, Iñaki, que a estas alturas es aceptable, debatible, digna de ser tomada en serio, cualquier propuesta sensata que tenga claro que no se puede arrojar al bebé a la basura junto con los pañales sucios. La concertación estructural de servicios no es ninguna barbaridad, ya se está aplicando esde hace tiempo. Del ejemplo escolar me he acordado de que, en muchos casos, los ayuntamientos hacen de caseros de los colegios públicos. Y eso, a su vez, me ha llevado a la exposición de motivos de la LGS del 86: aquella ley nacía, entre otras razones, para unficar recursos dispersos. Un cuarto de siglo después, parece que se habla de lo mismo: recentralizar las excentricidades autonómicas. Es curioso, de verdad. En cualquier caso, ya te digo, casi casi me da lo mismo quién proponga qué: lo que me parece tan difícil de conseguir como deseable, y en ello estamos, es la irrupción de este asunto en la agenda pública, en los intereses explícitos de la gente. Y que la gente entienda qué es lo que se juega aquuí y ahora. Gracias.