Todo parece indicar que las expectativas de quienes nos metimos en su día en harina para ayudar a hacer realidad este proyecto de conocimiento artesano, rural, fronterizo, natural, han sido superadas con creces. Así lo dice la mejor encuesta de satisfacción: la mirada de la gente. Y un indicador más: la risa, la bendita risa de los seres humanos cuando se reconocen como semejantes entre sí, seas quien seas, epidemiólogo, farmacóloga, clínico de trinchera o doctora en alquimia con máster en sacar adelante a una familia en un pueblo donde las borregas triscan en la puerta de la farmacia cuando se presenta la ocasión. Y vive Dios que nos hemos reído mucho a lo largo de las sesiones de los diferentes módulos del Curso. Para entender por qué funciona esta iniciativa kamikaze (con fecha de clausura el sábado 17 de noviembre de 2012), hay que hablar de buena voluntad, generosidad, inteligencia, ingenio… Supongo que también, por una vez, de un poco de suerte. En cualquier caso, basta echarle un vistazo al hastag #saludrural desde los días previos al comienzo del Curso, allá por el 6 de octubre de 2012, sábado a sábado (con algunas intermitencias), para entenderlo.
La verdad es que ha sido fácil: personas escuchando a personas, sin más blindaje ni condicionantes que el sentido común para compartir lo que se sabe y lo que no se sabe; y para discrepar desde el respeto y el interés por entender el punto de vista del interlocutor cuando se ha terciado la cosa. Vecinos y vecinas de una comunidad rural compartiendo sus dudas y esperanzas con un puñado de profesionales relacionados con el mundo de la salud, articulando un proceso de deliberación que está desembocando ya en eventos personales de toma de conciencia cargados de propuestas de intervención responsable sobre la realidad; en un arco que cubre un territorio que va desde la viabilidad de una determinada acción de política sanitaria a la toma de las riendas de la propia situación personal en términos de salud. Hay quien lo ha llamado milagro. Yo aún no sé como llamar a eso que pasa cuando la información se transforma en conocimiento y éste se convierte en fundamento de una cierta manera de actuar: estoy demasiado embobado disfrutando del espectáculo.
Ya digo, El Madroño es el lugar donde crecen probablemente los mejores tomates del mundo.
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