Ilustración: George Catlin, dominio público.
Alfonso Pedrosa. Había algo en la cultura de los comanches que desquiciaba a sus interlocutores euroamericanos. Españoles, franceses, mexicanos, texanos y estadounidenses intentaron una y otra vez durante los siglos XVIII y XIX establecer reglas de juego fiables sobre una base de lo que hoy llamaríamos lealtad institucional. Casi siempre fracasaron. Al final, la expansión industrial de Estados Unidos borró de un plumazo a estos señores de las praderas, ya en franca decadencia, en la década posterior a la Guerra de Secesión. La Historia está llena de casos así: choque cultural, el factor tecnológico, etc. Pero el caso comanche es peculiar.
El mundo salubrista (e, incluso, el de la participación ciudadana en salud) se devana los sesos y gasta ingentes cantidades de dinero desde hace décadas en campañas de prevención, sensibilización y promoción relacionadas con la salud. En muchas ocasiones, con la conciencia doliente de que eso no sirve para mucho. Se sabe dónde está el fallo: la verticalidad de los mensajes. Se le intenta poner remedio: la formación de formadores identificados en el seno del colectivo diana de la intervención. Pero la institución emisora del mensaje sigue siendo la propietaria de sus contenidos: la gente desconecta rápido. El embarazo adolescente es uno de esos asuntos. Ampliar «Prevención de embarazos adolescentes entre la audiencia de MTV»
Alfonso Pedrosa. Mi amigo Javier está metido hasta las trancas en la Fundación Ana Carolina Díez Mahou, centrada en las enfermedades neuromusculares. Me reencontré con él hace más de un año, en el VI Congreso Internacional de Medicamentos Huérfanos y Enfermedades Raras. Ahora acaba de pasarme un video, fresquito y sin estridencias, sobre la actividad de la Fundación, en el contexto del legado de María de Villota. Ahí lo lleváis.
Fotografía: Bluemangoa2z at ml.wikipedia. Algunos derechos reservados.
Alfonso Pedrosa. Asisto al repliegue de las instituciones, una vez roto el pacto social que las sustentaba, y veo en ellas la elección entre dos alternativas: gobernarlas aplicando el procedimiento burocrático conocido, confiando en los meandros de la inercia y hurtando el cuerpo al debate interpersonal; o gobernarlas desde el prestigio de quienes las dirigen, poniendo el pescuezo en el tajo como único argumento posible de credibilidad. Ambos estilos de gobierno necesitan para existir del reconocimiento de la comunidad donde se desenvuelven. De los valores que configuran su universo simbólico y moral.
Los valores son el destilado compartido de la dinámica cultural, que se acumula en los acuíferos identitarios que dan sentido a la misma noción de comunidad. Son como gigantescos depósitos de agua fósil, a los que se mira como salvación en tiempos de sequía. La gobernanza burocrática necesita del agua fósil de los valores para hacerse tolerar. La gobernanza del prestigio, también, pero con más urgencia: porque su fundamento no es la inercia, sino el reconocimiento entre iguales libremente otorgado.
El agua fósil lleva millones de años esperando. Filtrada gota a gota, es invisible. Nadie se preocupa por ella en épocas de lluvias regulares y regadío abundante. Sólo algún pozo artesiano aquí y allá, marcado por la varilla del zahorí, indica que alguien, hace mucho tiempo, supo una vez cómo encontrarla. Ahora, todo el mundo la busca. Porque hay escasez y no se sabe cómo recuperar ese arte perdido.
Se acercan las guerras del agua. La edad de oro del zahorí.
Miguel Lasida. Las iniciativas legislativas populares o ciudadanas son procedimientos de democracia semidirecta que los estados adoptan en sus legislaciones para facilitar la participación de la sociedad en la proposición de leyes, corrigiendo de algún modo los sistemas de democracia representativa predominantes. La Unión Europea, que introdujo este mecanismo en el Tratado de Lisboa (2009) ha respondido recientemente a la segunda iniciativa ciudadana europea efectuada en un lustro. Lo ha hecho la Iniciativa Ciudadana Europea One of Us, que ha recogido 1,7 millones de firmas para tal fin, cumpliendo así los requisitos exigidos en el reglamento.
La iniciativa de One of Us (Uno de nosotros), grupo impulsado por diversas asociaciones Pro-Vida europeas, ha pretendido "no consentir ni financiar acciones que presupongan o favorezcan la destrucción de embriones humanos" en los ámbitos de investigación, ayuda al desarrollo y salud pública, lo que, en la práctica, habría supuesto interrumpir la financiación de proyectos con células madre establecidos en el programa de investigación e innovación Horizonte 2020.
La Comisión Europea, en base a los Tratados de la UE y la Carta de los Derechos Fundamentales de la UE, ha respondido negativamente a la iniciativa legislativa de One of Us mediante una comunicacion publicada el pasado 27 de mayo. Para ello, el gobierno nominal de la UE ha esgrimido la decisión del colegislador europeo, es decir, el Consejo y el Parlamento europeos, órganos que afirman haber "tenido en cuenta las consideraciones éticas, los posibles beneficios para la salud y el valor añadido del apoyo a nivel de la UE para la investigación con todos los tipos de células madre".
En términos democráticos, el debate sobre la investigación de células madres es sin duda lícito. Una minoría de cerca de dos millones de europeos -en una población aproximada de 500 millones- reclama a las instituciones comunitarias la discusión pública -y ulterior normativa- sobre "el reconocimiento del embrión humano como un ser individual y único desde el momento de la concepción", una manifestación de tinte casi teocéntrico que tantas neuronas consume en la población de sociedades meridionales. Nos encontramos por tanto ante la eterna lucha entre el impulso de la ciencia y el freno de la religión, repetida a menudo a lo largo de la Historia. No será necesario recordar aquí el célebre Eppur si muove ("Y sin embargo se mueve") que se le atribuye a Galileo cuando fue conminado a retractarse de que la Tierra giraba alrededor del sol. El tribunal de la Santa Inquisición, en virtud del dogma católico del momento, lo obligó a desdecirse. Aunque a regañadientes, cuenta la leyenda, Galileo se retractó.
A regañadientes ha aceptado también la Iniciativa Ciudadana Europea One of us la negativa de la Comisión. En su respuesta, el Comité Ejecutivo de esta asociación de asociaciones manifiesta "valorar la posibilidad" de apelar al Tribunal de Justicia de la UE. Desde One of Us lamentan que la iniciativa no haya continuado su "tramitación ante los órganos legislativos competentes". De momento, informan en una nota publicada en su web, están promoviendo la petición de "médicos, científicos, juristas y políticos" con objeto de solicitar a la Comisión la revisión de la iniciativa. Resultaria difícil, como está el estado de cosas, que la Unión Europea renunciara a la investigación con células madre. La vida de decenas de miles de ciudadanos está en juego, sí, pero el juego consiste sobre todo en la carrera mundial por el logro de terapias de decenas de miles de millones de euros. En eso, las instituciones de la UE no atienden a creencias religiosas ni a minorías. (Y a veces, claro está, casi ni a democracia.)
Alfonso Pedrosa. La otra noche, en el Foro InnovaER, se me quedó dando vueltas en el caletre una idea que Rosario, delegada de la Asociación Española de Porfiria, aportó a la reflexión: los tiempos de los pacientes no son los tiempos de la Administración (sanitaria). A nadie se le ocurre hacer una broma de esto: se trata de la salud de la gente. Por eso mismo, la incapacidad para dar respuesta a ese problema por parte de un entramado institucional (movimiento asociativo incluido), que ve desaparecer bajo sus pies buena parte de la legitimidad social que lo sostiene, se está tornando en tragedia en demasiados casos. Hay una estrategia posible para acompasar esos tiempos: la movilización inteligente.
Viene a cuento todo esto por el último informe financiado por la Comisión Europea sobre políticas de reembolso en medicamentos. Su base es una encuesta por correo electrónico dirigida a 266 instituciones de los 28 estados miembros de la Unión. Habría cabido esperar una respuesta concienzuda y masiva, dado que en asuntos como el copago, el personal se juega algo más que unos céntimos. Pero no. Cuestionarios respondidos: 109. Cuestionarios respondidos por asociaciones de pacientes y consumidores: 28 sobre un total de 92 organizaciones sectoriales contactadas. De ellas, 13 respondieron que carecían de competencias o recursos para cumplimentar toda la encuesta. En España, ninguna organización de pacientes o consumidores cumplimentó los cuestionarios.
Los pacientes se han ganado, se están ganando, el derecho a cartografiar los nuevos territorios de la co-decisión en pie de igualdad con los decisores tradicionales en el ámbito de la salud (Administración, aseguradoras, sector farmacéutico). Pero ese derecho se sostiene a mano, día a día. Si no, se repetirán los fiascos como el acaecido en la subcomisión parlamentaria sobre los problemas estructurales del sistema sanitario en España, a pesar del trabajo de expertos y grupos políticos. Hasta el colapso del sistema por agotamiento.
No son tiempos de voluntarismo. Más bien de acceso a la información. De conocimiento. De conciencia crítica. De formación. De ciudadanía mayor de edad.
Miguel Lasida. El semanario británico The Economist ha publicado en su última edición la reseña del libro The Big Fat Surprise: Why Butter, Meat and Cheese Belong in a Healthy Diet, cuya autora, Nina Teicholz, pone en cuestión los estudios que han atribuido a las grasas saturadas la responsabilidad de la alta prevalencia de enfermedad cardiovascular en el mundo. En su lugar, viene a defender Teicholz, son los glúcidos y su relación con la concentración de insulina las que causan los desajustes fisiológicos culpables de patología del mayor grado.
Cuestionar el conocimiento heredado, la verdad establecida, ha sido para la ciencia labor tan esencial como procedimental. (Tal es la encomienda, a propósito, que la sociedad traslada a los medios de información.) Con todo, y siguiendo una improbable estela humanista, cabría considerar que el cuestionamiento del dogma debería suceder en la ocupación diaria del grupo y del individuo, de cada una de esas personas que hoy, y cada vez más, tienden a asociarse en redes y comunidades desde las que contrastar la duda. Y desde las que expandirla.
Al cambio de paradigma tecnológico le ha seguido el cambio social, en un entorno de profunda crisis informativa. No era de extrañar, en este contexto, que la publicidad y la propaganda estén tratando de campar a sus anchas, aprovechando la confusión predominante. Es el caso de las noticias relacionadas con la dieta y los hábitos alimenticios en los últimos años, un particular que está adquiriendo dimensiones de una colosal ola nipona. Hay quienes sostienen que la cuestión de las dietas -chefs incluidos- no es más que una burbuja que acabará como las anteriores. Otros optan por dirigir su porción de fe, o de duda, a un catálogo de renuncias gastronómicas en pro de la salud y, cómo no, de un indisimulado culto al cuerpo.
¿Comer grasas saturadas no es perjudicial entonces? ¿Y en base a qué, se preguntarán algunos, determina la American Heart Association (AHA), en relación a sus advertencias sobre el consumo de grasas, qué es beneficioso para la salud y qué no lo es? Más cerca, en España, ¿es la dieta mediterránea un hábito alimenticio tan saludable como siguen concluyendo tantas investigaciones? La ciencia dice y se desdice, ese es su cometido. Como el de los medios. Y como la del individuo, a quien, si hace un uso atinado de la red, no le costará llegar a miles de lectores, gracias a un comentario efectuado en la reseña sobre una controversia científica publicado en The Economist.
A continuación, la traducción del texto de joski65, un lector anónimo que compartió de este modo su visión sobre el ruido informativo que rodea al sector de los alimentos, las dietas y, en general, los hábitos de vida, un comentario a la noticia que quizá haya tenido más repercusión incluso que la propia noticia. En esto consiste en lado salvaje de nuestra nueva sociedad de la información.
joski65 – Jun 3rd, 12:25
Corre. No corras. Camina, es mejor. Pero no salgas a caminar por la mañana: el aire está demasiado contaminado. Caminar por la tarde no es bueno para la digestión y deben transcurrir al menos tres horas entre la caminata y el sueño. Haz deporte. Pero no deportes de impacto, pues podrían dañarte las rodillas y las articulaciones de por vida. Haz natación. Pero recuerda que el agua de la mayoría de las piscinas no está limpia y puede provocar daño en la piel.
En cualquier caso, el ejercicio no es lo que verdaderamente importa. Lo que de verdad importa es la dieta. Desayuna como un rey, almuerza como un príncipe y cena como un pobre. Patrañas. Come cinco veces al día en pequeñas porciones. Céntrate en las proteínas. Come carne blanca, evita la roja. Come solo pescado. Como solo pollo. Come solo huevos. Come solo frutas y verduras. Pero verduras de hojas. No comas verduras de hojas porque pueden tener larvas de gusanos. Evita otras verduras: contienen restos químicos de la fumigación. Cómete los feos vegetales de la selva de Brasil, curan el cáncer. No, evítalas: producen impotencia. Come frutas pero no la piel. No. Cómete solo la piel, que es rica en proteínas. Pero no comas frutas que tengan semillas rojas, que son venenosas. Y las frutas verdes deben eludirse si tienen flores púrpuras.
Bebe leche. No leche de búfalo, sino leche de vaca. Pero hiérvela. Si no la hierves, bebe leche de cabra y no de camello. No. No bebas leche. El cuerpo no puede digerirla pasados los tres años de edad. ¿Y la leche materna? Solo hasta los tres años.
¿Bebidas? Agua. Pero no del grifo. Agua mineral, que es agua del grifo pero más sucia. Bebe solamente agua de los Alpes. Beber es bueno. Una pequeña cantidad de alcohol es beneficiosa para la salud. Pero bebe solo vino. Vino tinto, solo con carne. Bebe únicamente café y té. Bueno, no, que son dañinas a largo plazo. Bebe té verde. El té verde acarrea problemas en la próstata.
No fumes. Es cancerígeno. Los puros tienen menos alquitrán. Los beedis son mejores, pero provocan úlcera. Mejor, tabaco de picadura. El cannabis es malo. No, es medicina. Los yoguis lo fuman, pero los yoguis no llegan a ninguna parte. Respirar el aire en cualquier ciudad equivale a fumarse 20 cigarrillos.
Bienvenidos a la era de la información. Ahora disponemos de mejor información sobre salud y así podemos tener una opinión formada acerca de cómo lograr una vida saludable, feliz y emocionalmente estable.
Synaptica