Se va asentando la nueva gobernanza de la sanidad andaluza. Aparecen en el horizonte presupuestario 700 millones de incremento que servirían básicamente para pagar peonadas de actividad extraordinaria, fidelizar algunas contrataciones y presentar en la mesa sectorial del SAS una buena carnaza para negociar en torno a subidas lineales de sueldo. ¿Cómo se va a hacer frente a ese gasto extra? Como siempre: rebañando dinero de otras consejerías, apretando (más) en consumos intermedios y tirando de deuda pública.
Se acusaba al PSOE de tener un problema de gestión en sanidad. De haber implantado un régimen asfixiante del que solo era posible evadirse mediante una cierta ironía inteligente, dentro de lo que cupiese, como en los tiempos de ‘Hermano Lobo’. Ahora, son PP y Cs quienes legítimamente se enfrentan al desafío de gestionar la realidad, bajo la atenta mirada de Vox.
Este cambio político pone en un brete a quienes fueran algunas de las referencias más críticas dentro del SAS con la gestión socialista, porque ahora se les ha pedido implicación, opinión y propuestas. Se acabó el tiempo de la clandestinidad. Y algunos de ellos empiezan a pensar, desde sus nuevas responsabilidades o acodados en la barrera desde donde siempre vieron los toros, que contra Susana vivíamos mejor.
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