Cuando se entiende que las vacunas, desde el punto de vista de los sistemas sanitarios, son más una prestación que una compra, se aclara todo un poco más. Bajan los decibelios del ambiente. Encajan mejor las piezas. Se intuye el rastro de una fuente de sentido en toda la maraña de un mercado mundial que mueve más de 25.0000 millones de dólares al año y en el que la vieja Europa, como en tantas cosas, va perdiendo su hegemonía pese a que aún hoy, el principal foco exportador del negocio esté en Irlanda; supongo que más por su fiscalidad que por su musculatura básica en I+D+i. Ampliar «El encaje asistencial de las vacunas»
¿Cuánta gente trabaja en el Servicio Andaluz de Salud (SAS) actualmente? La respuesta a esa pregunta no es fácil. El SAS es una organización del tamaño de una gran compañía multinacional, llena de contradicciones y complejidades. Darse un paseo por su interior con algunos datos esenciales en la mano puede ayudar a entender a quienes viven ajenos a sus cuitas y afanes, pero usan sus prestaciones y pagan por ellas (básicamente a través de sus impuestos), cómo es posible que, a pesar de todo, hospitales y centros de salud abran sus puertas cada día e incluso, muchas cosas funcionen razonablemente bien. El grafo que ilustra este post, basado en datos del Sistema de Información de Recursos Humanos del SAS, permite identificar de un vistazo algunas cuestiones que al paseante profano pueden llamarle la atención. Ampliar «La plantilla del SAS»
Le he echado un vistazo al proyecto de Ley del Presupuesto 2020 de Andalucía en clave de política sanitaria y la conclusión no puede ser más felliniana: e la nave va. La película de Fe-Fe, como es sabido, regala imágenes impagables, que narran los esfuerzos de empeños imposibles en estirar la continuidad, cueste lo que cueste, de un mundo que se acaba. Las grandes partidas sanitarias de las cuentas públicas que quiere sacar adelante el Gobierno subrayan la persistencia de las grandes inercias ya conocidas. Ampliar «Presupuestos Andalucía 2020: e la nave va»
Reducir a términos razonables la presión de la población sobre los recursos de la sanidad pública andaluza sólo con dinero es un imposible presupuestario: actualmente el capítulo de personal ya se come aproximadamente el 50% de los 10.000 millones y pico que anualmente debe gastarse esta organización asistencial, con el SAS a la cabeza. La toma de conciencia del pozo sin fondo que implica este enfoque basado en la idea de gasto llevó en su día a los gestores, legislatura tras legislatura, a la conclusión de que si no se podía colmatar nunca ese agujero, la alternativa era hacer rendir más y mejor a lo que hubiese. Los actuales responsables de la Consejería de Salud están en ello y han optado por la idea de la subida salarial como incentivo, hasta donde se pueda llegar, aparcando el relato de la gestión clínica como profesionalismo autónomo capaz de tensionar a la organización. En cualquier caso, el avance del desierto demográfico en la Medicina andaluza es continuo y ello conduce a intentar adoptar casi cualquier medida que pueda frenarlo. Según el estudio de demografía médica del Consejo Andaluz de Médicos de hace unos meses, a día de hoy el 47% de los galenos andaluces tiene más de 55 años. Ello plantea un horizonte complicado, al que ya apuntaban los estudios realizados en este sentido previamente, allá por 2011, por la Consejería de Salud: habrá una profunda sima en la tasa de profesionales en torno a 2029.
La diferencia entre la Historia y el periodismo es una mera cuestión de escala. No en vano uno de los mejores libros de Kapuscinski se llama ‘Viajes con Herodoto’. Solo soy capaz de balbucear algo tras el amanecer postelectoral en la sabana andaluza si recurro a esa idea: es un asunto de escala. Si miro la realidad relativa al nuevo Gobierno de la Junta, al tablero parlamentario, a la pulsión de la calle y a cómo queda ahí la cuestión de la sanidad desde la proximidad inmediata, no entiendo nada. Si me alejo y tomo perspectiva, entiendo algo más. Es como si hubiese dos maneras de enterarse de dónde está la hiena con la carroña. Una, preguntarle al guepardo; otra, subirse a un baobad para mirar. Prefiero la segunda, sin duda. Ampliar «Amanecer en la sabana»
En democracia es mejor apostar por un sistema inteligente que por un liderazgo individual. Lo dice Innerarity aludiendo al diseño de sistemas de Luhman y parece haber verdad en ello. Pero la situación actual del Ministerio de Sanidad de España, aun siendo reflejo del contexto sincopado en el que se desenvuelven las instituciones, indica que, además de un sistema inteligente, hacen falta personas que atiendan a su funcionamiento. Ampliar «Alguien al mando en Sanidad»
Sostiene Sergio del Molino en La España vacía (2016) que hay un hecho esencial en la configuración contemporánea del país sobre el que se suele pasar de puntillas: el Gran Trauma del vaciamiento demográfico del medio rural, sincopado en apenas dos décadas, entre los 60 y los 80 de siglo XX. Ese proceso migratorio de personas, valores y relatos ha terminado configurando al final, en realidad, el único patriotismo posible hoy en España: el del saberse hechos de trozos de un país cuyas marcas de identidad se salen a buscar los fines de semana en un paseo por el campo, a la caza de confirmaciones reales o imaginarias de las historias familiares o de visiones más o menos canónicas en las que el paisaje experimenta una prosopopeya que acaba convirtiendo a Azorín, como dice el autor de este libro de lectura y relectura muy aconsejables, en una especie de beatnik pasado de peyote. Ampliar «El patriotismo de la España vacía»
No taxation wihtout representation. No hay tributación sin representación. Ése fue el gran lema incendiario de las Trece Colonias y, desde entonces, en las democracias liberales se entiende que una determinada política fiscal solo es realmente viable si está conectada a cierta calidad democrática. Si el poder de decisión delegado cuenta con una verdadera legitimación social. Aceptamos pagar impuestos si somos nosotros quienes decidimos en qué se gastan. Ampliar «Financiación autonómica y valores»
El vídeo que encabeza este post procede de La Cabecera y he sabido de su existencia gracias a alguna conversación con miembros el Foro Andaluz de Atención Primaria (FoaAP). Expresa con bastante elocuencia un estado de opinión que se está extendiendo y que, a día de hoy, ya es imposible ignorar. Porque, sin Atención Primaria de Salud, no hay sanidad pública. Ampliar «Sin Primaria no hay Sistema»
El pasado 18 de agosto de 2015, el Diario Oficial de la Unión Europea publicaba algunas recomendaciones del Consejo de la Unión sobre el Programa Nacional de Reformas de España para 2015. En ese listado hay dos alusiones clave para entender algunos elementos específicos de la deriva de la política sanitaria, a escala central y autonómica, para el bienio 2015-2016 : se pide más coste-efectividad en el sistema y más control del gasto farmacéutico hospitalario. En román paladino: decidir en función de los resultados del producto final de la asistencia sanitaria y meter a los hospitales en el redil de la unidad de gasto controlada tanto por volumen como por precio unitario en lo referente a los medicamentos. Ampliar «Sin ruido ni malvados»
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Ramiro Navarro.- La necesidad de multiplicar según Comunidades Autónomas los informes de evaluación de fármacos en España es un factor criticado por un amplio sector de la industria del medicamento. Los laboratorios suelen aludir al sensible desgaste que producen las negociaciones multibanda y la excesiva burocratización de la cuestión. Muchos clínicos también padecen este sistema como un lastre a la hora de atraer ensayos clínicos a sus hospitales, una labor de investigación clínica con la que se cuenta ya como una vía más de acceso a la innovación. Para mirarnos aunque sea por un rato en un espejo y aliñar el debate, un estudio publicado recientemente en European Journal of Cáncer ha querido comparar los modelos de evaluación de medicamentos contra el cáncer existentes en España y Reino Unido.
El estudio dice que se evalúan más fármacos en España que en el NICE, el sistema sanitario británico. Atribuye este incremento a una mayor existencia de recursos en las agencias autonómicas y a la utilización de procesos más simples. El sistema británico dice ‘no’ a más tratamientos basándose en sus umbrales de coste-efectividad. España, por su parte, tiende a realizar recomendaciones explícitas para subrupos de pacientes en los que los tratamientos pueden ser más útiles. En general, tardamos menos en evaluar cada medicamento. Pese a que el tiempo de respuesta desde las agencias autonómicas españolas es mejor, el estudio admite que las múltiples reevaluaciones pueden producir en ocasiones retrasos en el acceso.
Curiosamente, reconoce el papel de los Informes de Posicionamiento Terapéutico y subraya la carencia en estos informes de evaluaciones económicas externas que no dependan del Ministerio de Sanidad. Aun así, asume que dada la escasa trayectoria de los IPT habrá que investigar más adelante su impacto real en el acceso a tratamientos contra el cáncer. En este proyecto han intervenido profesionales del la Universidad de Liverpool, el Hospital de Cabueñes en Gijón, el Hospital General La Mancha Centro, la Universidad de Granada, y el Hospital Virgen de las Nieves.