Ilustración: By RobertLechner at de.wikipedia [Public domain], from Wikimedia Commons.

Alfonso Pedrosa. La buena ciencia-ficción nunca defrauda. Leyendo la trilogía de Marte de Kim Stanley Robinson me he encontrado a bocajarro con el concepto de viriditas, una idea que ya conocía gracias a una de las mujeres que más admiro, Hildegarda de Bingen, la gran mística alemana del siglo XIII.

La viriditas es una metáfora. Y esto es importante: es una imagen de algo real. En la epopeya de la colonización marciana, es una especie de actitud transformadora de la realidad que cambia no sólo al paisaje, sino también a las personas y a su manera de vivir. Las tensa hacia la creatividad, hacia la lucidez, hacia la mirada profunda sobre las cosas. En Hildegarda, es un intento de nombrar la plenitud de sus visiones, de siluetear lo divino. De adjudicar un color, el verde, a la iluminación.

Asumir la responsabilidad de intervenir en el tiempo que a cada cual nos ha sido dado no es una cuestión de activismo. Tiene mucho que ver con la construcción del sentido de la propia vida. Cuando la actitud ética aterriza en la realidad, no sólo cambia el escenario, poco o mucho, mediante la intervención. Cambian, sobre todo, las personas. Ésa es la viriditas que necesita nuestra época bisagra, transicional, tensionada entre un mundo que acaba y el futuro que ya estamos empezando a colonizar. No es teoría: basta mirar un poco a nuestro alrededor para darse cuenta que esto va de economía, política, cultura, rediseño social. Por eso, el resultado es el proceso. Por eso, necesitamos un #SpanishNewDeal como el respirar.

Ante todas las convulsiones que estamos viviendo, sólo los muertos tienen derecho a quedarse al margen.

Con lo que se tenga y hasta donde se pueda, ser humano significa hoy intervenir.