Para la foto, Galería Flickr de jenjoaquin.
Redacción Synaptica. Cuando la gestión de la representación se confunde con la democracia, suele ocurrir que el sentido de ciudadanía quede jibarizado. Cuando eso sucede, el poder político no admite más crítica, más influencia sobre su actividad y designios, que el escrutinio electoral. Mientras tanto, en el intervalo entre una y otra convocatoria de elecciones, los ciudadanos dejan de serlo; quedan reducidos a seres durmientes, que sestean con la conciencia tranquila porque creen que todo lo que se podía hacer (votar) ya está hecho.
Quienes posteamos habitualmente en Synaptica estamos convencidos de que en España, el Sistema Nacional de Salud, como concepto, es fundamental: porque es una conquista social que cimenta la convivencia. La historia de la redistribución del bienestar en Europa así lo demuestra: el derecho a una asistencia sanitaria de acceso gratuito y universal está relacionado directamente con la firma de una paz social comprada con el sudor y, también, la sangre, vertidos en muchos conflictos políticos, laborales, económicos, culturales, protagonizados por personas. Gente concreta con vidas concretas. Por ello, la erosión del sistema sanitario público es también la erosión de un patrimonio común.
El sistema sanitario público no es de los políticos, de los gestores, de los médicos, ni de los demás profesionales que trabajan en él. Ni siquiera es de los pacientes. El sistema es de todos los ciudadanos. De la gente. Sin embargo, la gente no está implicada directamente en su gestión, ni en el diseño de sus prioridades, ni en la toma de decisiones; gestión, prioridades y decisiones que afectan directamente a las personas. Especialmente cuando las personas necesitan del sistema.
La participación ciudadana es cuento viejo en el debate sanitario. Se apunta en la LGS del 86 y se habla de ella en sus epígonos autonómicos más o menos logrados. Se han articulado algunos mecanismos para implicar a asociaciones de pacientes, sindicatos, colegios profesionales, entidades de consumidores, comunidades vecinales, corporaciones locales, en algunos procesos relacionados con la organización asistencial. Pero no han cuajado. No terminan de cuajar. Probablemente porque reproducen, una y otra vez, el mismo defecto de origen: la confusión entre la representación y la democracia, propia de una cultura institucional descentralizadora, organizada por nodos de decisión superponibles en niveles. Y, como bien reza un eslogan del ciberpunk español, detrás de toda arquitectura informacional se esconde una estructura de poder.
El proceso de vertebración de la sociedad contemporánea como una red distribuida y no simplemente descentralizada no tiene vuelta atrás desde la irrupción de Internet como catalizador tecnológico de acceso libre, manejo fácil y coste barato. La Red ha devuelto el poder a las personas y ha hecho saltar por los aires las jerarquías asociadas al control de la información. De ahí que la defensa de la neutralidad de la Red sea, en realidad, la defensa del concepto de ciudadanía del siglo XXI.
Las instituciones sanitarias, como todas las instituciones, están sobrepasadas por este profundo cambio cultural, que las aboca a elegir entre incorporarse a esta nueva realidad y cambiar el control por la propuesta o construir blindajes cada vez más gruesos para defenderse de la gente, de las turbas no iniciadas en los secretos del poder. En ambas elecciones subyacen riesgos: en la primera, el riesgo de equivocarse. En la segunda, el riesgo del aislamiento, de la desconexión de la vida real. Ése es el fondo de la decisión: o con la gente, con todos los errores de la condición humana, o en el vacío, con todos los horrores de la deshumanización.
Es bueno que una reflexión elaborada para la deliberación entre iguales desemboque en el activismo; sobre todo, es una consecuencia obligada. En la reflexión de origen que nos trae hasta aquí ha sido fundamental el estudio, entre otras fuentes, del territorio conceptual dibujado por David de Ugarte en El poder de las redes, cuya lectura recomendamos vivamente. Así que lanzamos una propuesta para articular, desde la experiencia, desde el ensayo y el error, desde, por qué no, la pasión de jugar, de disfrutar con lo que se hace, tan propia de la ética hacker, otra cultura de la participación ciudadana en la gestión del Sistema Nacional de Salud. ¿Hacia dónde vamos con todo esto? Ni idea. Quizá a la anomia abisal de un post más en el océano de Internet. Quizá a la papelera de reciclaje tras un par de risas y algún chiste malo sobre la ingenuidad de los frikis de la Red. Pero, también, quizá lleve a un movimiento de swarming que, mañana o pasado mañana, eso no lo sabe nadie, irrumpa abruptamente en las agendas del poder. Quizá a una campaña viral, que ayude a hacer comunidad en nuestro entorno virtual. Quizá, incluso, todo esto vaya al think tank de algún partido político que quiera remozar su marca electoral. No lo sabemos. Lo que sí sabemos es que la cultura de la red distribuida está cambiando nuestra manera de pensar y de actuar. Y es ésta.
Propuesta para una experiencia piloto de participación ciudadana en la gestión de un hospital y de un centro de salud en la sanidad pública española.
Definición de la propuesta: incorporación de una persona, alguien normal y corriente, al máximo órgano de dirección, con voz y voto, del hospital o del centro de salud, sin perjuicio de otros mecanismos de participación previstos. Esa persona participará en ese órgano con el único aval de su ciudadanía, sin representar a ninguna organización de ningún tipo.
Objetivo de la propuesta: liberación al dominio público de la información manejada en el nodo de gestión de una organización sanitaria pública y participación de la comunidad en la toma de decisiones de gobierno según la lógica de una red distribuida.
Articulación de la propuesta:
1. Selección de una persona por sorteo entre la población de referencia del área hospitalaria o del centro de salud mayor de 16 años como dinamizador de la participación ciudadana en la gestión desde el acceso directo y total a la información manejada por el nodo de gestión del hospital o del centro de salud. La aceptación de la designación será voluntaria. Como requisito exigible, junto al de la mayoría de edad reconocida para adoptar decisiones personales autónomamente en materia de salud, tener una cuenta de correo electrónico. El motivo de este requisito es que el manejo del email es el nivel de competencia básico de partida para distribuir la información e interactuar en la Red.
2. La persona elegida para esas funciones mantendrá un blog participativo en acceso abierto y tendrá presencia, además de en la blogosfera, en otros espacios, como las denominadas redes sociales de Internet, de modo proactivo. El objetivo del blog y de las demás estrategias de presencia en la Red es distribuir la información a la que tenga acceso esta persona en virtud de su designación, someterla al dominio público e incorporar las propuestas que genere la propia dinámica de red. Esta persona será un o una ciberactivista de la ciudadanía en todo lo referente a su hospital o su centro de salud y ese activismo estará presente en la participación en la gestión del centro sanitario en cuestión. Esta persona recibirá formación específica, a costa del sistema sanitario público, para desarrollar las habilidades necesarias, si no las tiene, para desenvolverse con competencia en la Red. Además, recibirá una retribución en metálico, equivalente a la de las dietas previstas en la Administración pública para los funcionarios del grupo A, por asistir a reuniones y mantener activa su presencia en la Red.
3. La duración de la designación de esta persona será de un año natural.
4. Complétalo tú. Añade más puntos, critica los ya propuestos. Por ejemplo: ¿es viable designar a un ayudante tecnológico para acompañar a la persona elegida en el proceso de distribución de la información en el caso de que, por ejemplo, tenga algún grado de discapacidad o, por su edad, nivel de formación o cualquier otra circunstancia se vea incapaz de gestionar un blog pero sí de ser la voz de los ciudadanos en su centro de salud u hospital? ¿Sería positivo llevar estas ideas al ámbito de los partidos políticos para que las incluyan en su programa electoral? ¿Cómo se hace eso? ¿La participación ciudadana debe tener límites? ¿Cuáles? Machaca la propuesta entera, si quieres. Plantea tú otra alternativa. Hablemos. Difunde la idea en tu red. Hay muchos puntos suspensivos por cubrir. Nosotros estamos en Andalucía; ¿empezamos por aquí?
mayo 6, 2010 at 12:03 pm
Una persona por sorteo? Seguro? Pasar de los rpesentantes sindicales en los consejos de salud a un sorteo l,o veo muy radical, seguro que hay puntos intermedios…
Hay experiencias ionteresantes de particopación en Cataluña, incluso con documentos y demás. Pero no recuerdo donde lo lei, que desastre soy.
mayo 6, 2010 at 3:35 pm
Miguel Ángel: gracias por tu comentario; además de venir de alguien cuya opinión valoramos mucho en Synaptica, es una proof of concept que demuestra que hay alguien al otro lado; que es posible, al menos, iniciar una conversación. Eso, para nosotros, es muy muy muy importante: es la esencia de la cultura de la red distribuida. Coincido contigo en que la idea del sorteo es radical, incluso ingenua, en la mejor tradición de los movimientos utópicos. Pero aun así defiendo su validez: la participación institucional (los sindicatos son instituciones) deja fuera a la gente, porque la información que se difunda de esa participación siempre va a estar mediada por las señas de identidad e intereses de cada actor en juego. Me da lo mismo que hablemos de pasar de los sindicatos como que nos refiramos a pasar de una asociación de pacientes. Son organizaciones, con su propia voz. Recurrir al sorteo y distribuir en abierto toda la información para que a su vez se genere un proceso de deliberación y, quizá de acción, implica remachar, desde la lógica que dice que todos los ciudadanos son iguales, que la apertura de las instituciones, de las organizaciones sanitarias, a la cultura de la red distribuida, donde no hay jerarquías pero sí prestigio, reputación, es una salida para el riesgo de inminente aislamiento que empiezan a experimentar. Y desde el aislamiento no recibirán solidaridad social, porque vivirán de espaldas a la comunidad, por muy benéficas que sean sus intenciones. La propuesta que lanzamos en este post no implica, no exige, la liquidación de otros mecanismos de participación en marcha. Es perfectamente posible su coexistencia. Aunque, desde luego, una propuesta así, si alguna vez se asume, implica la renuncia al control, que es lo mismo que renunciar al poder: en ese escenario de red abierta y distribuida, sólo se puede proponer, pero no liderar. Abrir la información de una manera tan radical, es verdad, tiene consecuencias. Porque, como se dice en el movimiento ciberpunk, toda arquitectura de la información esconde detrás una estructura de poder. Desde este punto de vista, creerse de verdad eso del empoderamiento del paciente supone automáticamente cuestionar, al distribuir al máximo la información, una estructura de poder. En cualquier caso, en la cultura de la red distribuida nunca se puede predecir el itinerario de una propuesta: si ésta sirviese sólo un poco para generar debate y fortalecer el músculo de la comunidad interesada en el mundo sanitario, pues ya está muy bien. Como mínimo, es un toque de atención a la cultura administrativa-gerencial del SNS: les estamos diciendo a esos nodos de decisión que nosotros, la gente, estamos pensando, les estamos observando, que queremos el poder y que, quizá, un día todo esto desemboque en un swarming delante de la sede de un hospital o de un parlamento regional. En fin, me encantaría seguir charlando de esto contigo: el mejor regalo del mundo es una buena conversación. Gracias again. Abrazos.
mayo 11, 2010 at 12:05 pm
Creo que lo radical en sí es la propuesta al completo.
El control de la información es muy valioso para el que la maneja, y hacer partícipes de ella a los usuarios es una propuesta demasiado valiente para implantarla de sopetón.
Lo que sí entiendo es que si no hay nada que esconder no debería de haber miedo a la participación ciudadana. Siempre ha de haber una jerarquía en cuanto a las decisiones con el fin de que el funcionamiento sea ágil, los movimientos asamblearios enredan mucho y como digo ha de haber una jerarquía que decida, pero es muy importante que esta jerarquía sea permeable a las impresiones de los que reciben el servicio.
El perceptor de este servicio, es a su vez el que lo paga (esto parece que lo olvidan muchos), y tiene todo el derecho como mínimo a saber y a opinar.
Todo esto está en la línea de un concepto nuevo que se ha denominado paciene activo y que huye del tradicional perfil de paciente que asume sin discusión lo que el médico le diga.
La época de los chamanes y de los gurús ha pasado a la historia (y esto creo que ha sido gracias a la red), el paciente hoy en día cada día sabe más y quiere saber más, y al mismo tiempo quiere participar de la toma de decisiones que le afectan a él y a su salud…
Bueno, me enrollo, ¿utopía?, ¿realidad?, claro que la propuesta es radical, pero es necesario realizar apuestas en línea con los tiempos y creo que independientemente de la forma de elegir la participación sería muy recomendable meditar todo lo expuesto.
Felicidades por la idea.
Javier
mayo 11, 2010 at 12:56 pm
Francisco Javier, la propuesta puede considerarse radical. No hay de qué acomplejarse por ello. Radical, sí, como concepto que alude a cambios en la raiz de un asunto. Pone énfasis en la raiz de algo: la transparencia en la gestión de los servicios públicos. Estamos hartos de escuchar que un hospital es un reino de Taifas, o una oligarquía orquestada por un gerente comprometido con un carnet de partido. Lo dice el médico, le anfermera, el celador y el de la cafetería. Quizás suene utópico o naif intentar cambiar eso, pero yo al menos estoy convencido de que se puede integrar la participación de la gente de un modo mucho más activo. No somos borregos ni analfabetos, tampoco somos empresarios, líderes clínicos ni tenemos masters en gestión sanitaria. Pero la gente tiene mucho que decir; y no nos gusta que se dilapiden presupuestos públicos millonarios. Poner una voz en dinamizadora en el órgano de dirección puede ser un primer paso. Aunque su labor solo consista en sondear lo que la gente piensa a su alrededor y trasladarlo a la gerencia. Quizás deberían reservarse ya partidas en los presupuestos de las Consejerías de Salud que sean participativas. Un pequeño porcentaje por área sanitaria sobre el que la gente, a título individual (tú o yo) o colectivo (una asociación de pacientes, un grupo de madres del barrio…) pueda lanzar propuestas y ejecutarlas. La cosa es abrir el debate y empezar a escuchar.
mayo 11, 2010 at 6:38 pm
Totalmente de acuerdo Ramiro, quizás no me he explicado bien al principio de mi correo.
El que paga y el que percibe el servicio tiene todo el derecho, al menos, a saber qué se hace con su dinero y cómo se organiza el servicio sanitario que recibe.
Esto es en definitiva lo que se denomina Transparencia, así creo que nos iría a todos mucho mejor, los que creen estar en el cielo bajarían a la tierra y el que está en la tierra seguro que aportaría al menos su opinión, y enriquecería al que ahora mismo toma las decisiones sin conocimiento de la repercusión que tienen éstas.
Una excelente idea.
Javier
mayo 12, 2010 at 10:44 am
Fco. Javier, ¿crees que es posible en tu entorno cercano plantear iniciativas que participen de este enfoque? ¿deberían estas ideas cuajar en propuestas más concretas? ¿intentarías que entrasen en las agendas de los partidos políticos de cara al diseño de sus programas electorales? Gracias.
mayo 17, 2010 at 7:52 pm
Disculpad mi ausencia del debate pero estaba liado con el trabajo. Realmente mi entorno cercano es muy limitado, se limita a 347 personas, mis vecinos y pacientes. Pero dentro de la Sociedad Científica que hemos creado creo que se amplia y sería muy interesante la participación de los pacientes por ejemplo en la estructuración de actividades que realicemos, porque, al fin y al cabo, se harán para ellos, esto es algo que venía pensando hace tiempo y que creo que ahora mismo no se hace en actividades de este tipo.
El tema de la política es bastante espinoso, algo semejante ha hecho el PP con el padre de Mari Luz Cortés, y ha sido criticado por el que perdió la oportunidad quizás de haberlo hecho antes, calificándolo de populista, etc…
En mi opinión, la gente tiene derecho a saber, a opinar y a participar desde otro lugar que no sea la urna de cada cuatro años, la actual estructura de poder se centra en la elaboración de un programa (y algunas veces ni eso) pensado para ganar unas elecciones y una vez en el sillón si te he visto no me acuerdo.
Siempre he sido bastante protestón por decirlo de alguna manera, y una vez que llegué a mi gremio esto no podía cambiar, me propuse que aunque fuera el último farmacéutico de la provincia, si podía expresar mi opinión y ésta podía servir para cambiar cosas lo haría, ya publiqué en el blog algo sobre eso http://farmaceuticosrurales.blogspot.com/2009/08/tomar-partido.html.
De momento he conseguido tener una cierta voz lo cual es un logro, pero no sabemos si es problema de que la gente no tiene sitio donde participar ó simplemente no quiere participar, quizás si existiera lo primero se facilitaría lo segundo, y estoy de acuerdo que internet ha contribuido decisivamente a toda esta revolución.
Si un político cobra por no hacer nada la mayoría de las veces, ¿por qué no debería cobrar un ciudadano de a pié por decirle al dirigente lo que él percibe en la calle?…Siempre sería positivo.
Un fuerte abrazo,
Javier
mayo 19, 2010 at 4:13 pm
Nada, Javier, yo también me reincorporo tarde al debate. Creo que esa apertura a tus vecinos y pacientes en la organización de actividades es algo que merece ser encomiado. Y ahí Internet es clave. Los argumentos disuarios relacionados con la brecha digital que a veces se asocian con determinados perfiles socio-geo-demográficos cada vez tienen menos validez: la extensión del teléfono móvil como gadget de acceso a Internet es imparable. No hay salto cultural entre usar el móvil para enviar un sms y navegar por la Red: ese fenómeno cultural va a acelerar los tiempos de la democratización digital aun en los entornos más aislados. Respecto a lo que comentas de los partidos políticos, me da qué pensar: quizá, efectivamente, esas instituciones sean ya irrecuperables para una cultura de participación directa. Habrá que seguir su evolución y, desde luego, fomentar el debate desde el ciberactivismo. Gracias por tu aportación, nos ayuda a pensar, a aprender. Abrazos.
octubre 24, 2010 at 5:31 pm
Hola y disculpas porque el comentario va a estar con 5 meses de retraso. Tenía guardado el post hasta que llegara un día como hoy, y poder ofrecer una respuesta práctica, cosa que no podía hacer en mayo.
Os presento este proyecto que responde, espero que al menos en parte, a las inquietudes que planteais. Nos ha costado tres años de trabajo y aún andamos arreglando funcionalidades, pero aquí estamos. Es nuestra propuesta de participación, desde Cataluña, con la ilusión de que enseguida pueda extenderse al resto de España.
http://www.e-criterium.org/
Coincidimos en la idea de que el SNS es una creación colectiva y en que el conocimiento que la ciudadanía (pacientes, usuarios, profesionales…) puede aportar, está desaprovechado, desvalorizado y sin reconocimiento a pesar de que son los que lo poseen, por el uso cotidiano.
Trabajamos en colaboración con un proyecto igual que lleva funcionando 6 años en Inglaterra y esto nos va a permitir enriquecer un montón el valor de las opiniones de las personas.
http://www.patientopinion.org.uk/
Me gustaría conocer vuestra opinión. Un placer leeros.
¿Sería pedir demasiado una opinión un poco más extensa por mail?.
Gracias
octubre 25, 2010 at 11:39 am
Olga, saber que hay alguien al otro lado ya es de por sí un motivo de fiesta. ¡Cuenta con esa respuesta vía email! Gracias, de verdad.
octubre 7, 2012 at 6:42 am
Tuve un flashback bien cabrf3n. Mi jefe airotner era muy dado a hacer esas pendejadas, a pedir todo a faltima hora, a explicar de menos y emputarse porque uno no le leyf3 la mente, a llegar siempre, siempre tarde, a ofrecer presentaciones con pendejadas que e9l ni haceda pero que tenedamos que resolverle, o armarle, o grabarle o lo que sea. Y obvio, no sabeda usar una puta laptop y uno teneda que ir a darle click y darle play a la dichosa me1quina caredsima y para disef1o que sf3lo e9l podeda tocar, generalmente para naufragar (no navegar) por internet. Para acabarla, muchos de esos gfceyes son pura lengua. El speech es copiado de un libro ochentero, el estilito lo aprendieron repitiendo 40 veces una presentacif3n de Steve Jobs y no les sale, los datos son a todas luces falsos, como falsa es a menudo la empresa y producto, y hasta ficticia suele ser la esposa e9sa que ve la novela (e9l es quien la ve, porque no hay mujer que aguante su nivel de nefastez). Y te quedas pensando que esos 500 pesos en que cobraron la pinche conferencia fueron un robo enfocado en convencerte de dejarte robar me1s. Y hay quien cae, siempre.
marzo 8, 2016 at 5:53 pm
Si el recuento de meses no falla creo que llego 5 años y 10 meses tarde a este interesante debate. Pregunto ¿ha cambiado algo desde aquel mayo de 2010? Me temo que poco ¿alguien puede justificar lo contrario?, ¿alguien puede convencerme de ello? Se reviste la realidad sanitaria de cierto halo novedoso impregnado de nuevas ideas que parten de la cruda realidad del padecer en cuestiones relativas a la salud de los ciudadanos. Las ideas giran y giran por la red pareciendo cambiar lo que hasta ahora hemos tenido. Lo que hasta ahora tenemos. Por otro lado, una cosa está clara y es que años de gestión de unos pocos enclaustrada en ciertos despachos no va a cambiar de repente. La idea o proyecto publicado por Synaptica no jibarizará “un reino de Taifas, o una oligarquía orquestada por un gerente comprometido con un carnet de partido”. Mi opinión es que esta idea planteada resultaría más perfecta si en vez de partir de forma discreta con “un sorteo”, “una persona” “una cuenta de correo”, “recibir una retribución en metálico, equivalente a la de las dietas previstas en la Administración pública para los funcionarios del grupo A, por asistir a reuniones y mantener activa su presencia en la Red” partiera de integrar al menos a tres personas normales y corrientes como se sugiere, que perciban más que una dieta por asistir a reuniones, por trasladar lo tratado en cada una de ellas, por llevar a las reuniones lo que a través de su abierta y pública comunicación le llega y además, por tener que ir a una formación que le capacite para tan ardua a la vez que importante y responsable tarea. Menudo trabajo le llega.
Felicidades por enviarnos ideas que rondan nuestras mentes pero que no sabemos hacer saltar y exteriorizar. Felicidades por esta y otras subidas al blog que nos hacen ver a los normales, a los corrientes, a los sin máster sanitario, que alguien anda por ahí removiendo un aglomerado denso como el alquitrán.
marzo 13, 2016 at 8:10 pm
Pues sí Lola, sí que han cambiado algunas cosas después de esos casi seis años. Pero el aglomerado al que te refieres sigue siendo denso como el alquitrán, lo que significa que de ninguna manera llegas tarde al debate. Precisamente, uno de esos cambios es que el debate ya no es cosa de un post en un blog marginal: cada vez más personas hablan con conocimiento de causa de estas cosas, se arremangan y se ponen a trabajar. Si te he entendido bien, tu apuesta es ir directamente a la co-gestión. ¡Tienes las cosas claras, vive Dios! Porque precisamente es eso, la co-gestión, la participación de ciudadanos concretos como propietarios del sistema en la gestión del mismo, es el horizonte final de todo esto. ¿Ha habido avances? Yo dría que sí, aunque no son lineales, sino en plan marea, pleamar y bajamar: pero la conquista de esa franja de tierra, la mordida a la marisma, siempre avanza. Me explico. En lo más duro de la crisis, algunas instituciones sanitarias intentaron reconectar con la ciudadanía con acciones concretas encaminadas a abrir ventanas y no a tapar agujeros. Más por miedo a la desafección social y al asalto de las instituciones por parte de los bárbaros (o sea, nosotros, eso que tú llamas gente normal) que por generosidad o visión estratégica. Pero lo hicieron. Esa pica en Flandes está puesta y resultado de ello son algunos entornos de participación en hospitales y Primaria en los que se intenta hacer las cosas más o menos bien. Quiero decir: dar información real y ayudar a decidir, sin pastorear a nadie. Sin embargo, los sistemas tan cerrados siguen estando constreñidos. ¿Quién los constriñe? No son los políticos de la zona de arriba de las instituciones, sino la mesocracia que controla los resortes internos de poder informal y que ven en la participación ciudadana real una amenaza a su confort, bajo la excusa de que los ciudadanos no tienen ni idea de nada y que hay que guiarlos por el buen camino. La participación amenaza el confort de la mesocracia porque en esos entornos, participar es un trabajo por el que se cobra un sueldo, pero no un valor, una ética. Ahora mismo, el combate (veo todo esto como un combate, porque la participación es una transferencia de poder y el poder nunca lo cede de buen grando quien lo detenta), el combate, digo, está en una fase sorda en las instituciones: se intenta mantener un barniz de apertura apenas creíble, se llama torticeramente participación a permitir que opines sobre una norma en ciernes pero sin que se te incorpore a las discusiones ni se te devuelva la información con el resultado de la reflexón en torno a esas sugerencias. Sin embargo, fuera de las instituciones, esta historia está muy viva: el día en que los movimientos sociales más dinámicos incorporen a la sanidad a sus agendas de intervención, habremos ganado. Será el momento de ir a las instituciones con proyectos de co-gestión al menos tan bien currados como los que sus funcionarios preparan: y lanzarles el desafío de que se atrevan a decirnos que no. Y ese momento se acerca, de verdad. Será un privilegio ayudar a su advenimiento de tu mano. Gracias a ti, siempre. Bsss.