Fotografía: galería Flickr de net_efekt, algunos derechos reservados.

Alfonso Pedrosa. Estoy empezando a escuchar cosas nuevas dentro del mundo asociativo relacionado con la salud que me gustan. La ocasión más reciente, en estas jornadas. Iba yo con mis prejuicios de asistir a un espectáculo propio de tiempos de cambio de ciclo político trufado con alguna delikatessen de qué hay de lo mío y me encontré con que las personas siempre sorprenden. Somos mejores de lo que pensamos. Digo esto por parte de quienes organizaban la convocatoria (yo estaba allí porque me lo habían pedido dos personas a las que aprecio, Luis Andrés y Pepa, y porque me gusta el olor a pólvora, vamos), que se atrevieron a escuchar, sin filtros, lo que allí se pudiera decir; de eso puedo dar fe al menos en lo que a mí me tocó gestionar, que fue la moderación de una mesa redonda con ocho organizaciones pertenecientes a sistemas planetarios muy lejanos entre sí. Y lo digo también por parte de quienes expusieron sus puntos de vista y los de sus respectivas organizaciones sobre cómo entienden que son y cómo deben ser las relaciones del asociacionismo en salud con la Administración: allí estaban Águeda (pacientes con esclerosis múltiple), José Carlos (consumidores), José Luis (donantes de sangre), Geli (amistad con el pueblo saharahui), Ángela (empresas de alimentación), Mari-Ángeles (afectados de daño cerebral adquirido), Diego (activismo VIH) y Rafael (empresas de abastecimiento de agua y saneamiento). Y yo, de espectador y driver precario, viendo cómo se iba componiendo a mi alrededor, con todas esas voces, un interesante trabajo de patchwork.

Aquello tuvo quien elaborase su relato en Twitter, y esas impresiones están en el hastag #5alud.

Por mi parte, tomé nota de lo siguiente, para irlo rumiando después:

1. Los planteamientos más evolucionados en el mundo de las asociaciones de pacientes relacionadas con el ámbito de la salud empiezan a fundamentarse más en la propuesta que en la queja. Se puede ser beligerante y, a la vez, tener muy claro que hay que construir.

2. Las reivindicaciones empiezan a formularse en términos muy inteligentes: queremos que se nos financie por lo que hacemos, no por lo que somos. Menos estructura y más proyectos.

3. El tiempo presente de austeridad está siendo un duro maestro: "Antes, para obtener fondos, rifábamos un jamón. Luego, en tiempos de abundancia, pasamos a ser nosotros quienes degustábamos el jamón". Ahora, hay que aprender a trabajar con nuevas reglas de juego y a, de nuevo, si es necesario, volver a rifar el jamón. (La frase es de Geli: olé, con un par).

4. El cese del flujo de la financiación pública del asociacionismo en salud está creando situaciones angustiosas que ponen en riesgo proyectos muy serios. Hay que abrir las puertas a la financiación privada más allá del patrocinio de actividades puntuales, con transparencia y sin complejos.

5. La cosa ya no va de que la Administración abre sus puertas a la participación en mercados cautivos. El movimiento asociativo empieza a entender que hay que mirar al vecino, dejarse de envidiejas ridículas y diseñar una estrategia de participación en la que se sienta cómodo todo el mundo. Y, entonces, invitar a la Administración a participar. No al revés.

Bien. Me gusta. El patio está a punto para que a alguien se le empiecen a ocurrir buenas ideas en malas compañías y, más pobres y más libres, entre todos nos pongamos a trabajar en ir tejiendo una buena manta de patchwork bajo la que nos podamos cobijar.