Alfonso Pedrosa. Nerva no es cualquier lugar del mundo. Es un pueblo de tradición minera portador de un pasado denso y duro, que intenta mantenerse a flote en mitad de una galerna que dura ya demasiado. Días atrás he asistido a una de esas expresiones de vitalidad combatiente que señalan la existencia inequívoca de una comunidad real, de personas que tejen lazos con personas en torno a realidades que les interesan. En este caso, el ámbito de interés era la participación en salud; quiero decir, interés en cómo cuidar del propio patrimonio individual y comunitario que es la vida en sí misma e interés en cómo ayudar a que las instituciones públicas dedicadas a la protección de ese patrimonio funcionen mejor. De eso han ido las IV Jornadas de Salud y Participación del Área de Gestión Sanitaria Norte de Huelva.

En esas horas de deliberación y debate hubo interrogantes, búsqueda de respuestas, rendición de cuentas (maravilloso, eso de que los responsables sanitarios den a conocer en abierto y en persona cómo les ha ido en listas de espera, picos de cesáreas o primeras consultas) y experiencias compartidas. Bricolaje de ideas. Verdadera innovación social, aunque sus protagonistas llamen a esos hallazgos puro y simple sentido común: si los médicos informan en la consulta de que existen asociaciones de apoyo a los pacientes, aparecen nuevos vectores de respaldo social al sistema sanitario; si se diseñan recorridos circulares (no lineales) para fomentar los paseos saludables, mejoran los indicadores de actividad física en la comunidad. La gente. La genialidad de la gente.

La foto de arriba es un mangazo que he perpetrado en la cuenta de Twitter del Plan de Salud de Nerva. Ahí sale gente. Participantes en las jornadas de las que hablo. Ciudadanos y profesionales sanitarios (que también son ciudadanos). Horas después de concluir el evento, con esa clase de imágenes en la cabeza, estaba yo disfrutando de una buena cerveza con @fjavierguerrero y @NervaYork . Hablábamos de cómo está la cosa (ese tema omnipresente, inevitable y cansino). Y de qué puede hacer la gente. Los tres entendíamos que el respaldo ciudadano a un sistema sanitario universal que tenga la garantía de equidad de lo público es imprescindible. Ahora bien, ¿la gente es consciente de eso? ¿Vale la pena fomentar la aparición de espacios de participación sin saber si allí va a haber presencia efectiva de las personas? Una frase de @NervaYork me aclaró la cuestión: "La gente está llamando a la puerta de las instituciones tocando con los nudillos. O se les abre la puerta, o llamarán con los pies". Mejor tener la puerta abierta. Y darle la bienvenida a lo que pueda pasar.