Me quedé pensando, degustando esa lección. Y me acordé de un entretenimiento que de vez en cuando saco de mi baúl de titiritero ambulante; el juego de la cita y la contracita. Cita: aquello de Oscar Wilde de que quien regala su sabiduría se roba a sí mismo. La contracita, de mi querido cabeza de pólvora, Nietzsche: no puedo creer en una virtud que no sepa hacer regalos.
¿Alguien duda todavía de que es imposible compartir de verdad conocimiento (pongan aquí transparencia, gobierno abierto, open data, dospuntocero o lo que les venga mejor) sin un compromiso ético con la realidad, con el entorno que a cada cual le ha tocado vivir? Pues eso.
mayo 18, 2013 at 3:19 pm
Una de citas: Comparte tu conocimiento. Es una manera de
lograr la inmortalidad (Dalai Lama). Compartir conocimiento es hacerse mas grande, y en extenderlo a mas gente esta su valor, porque el conocimiento cuando se comparte se aumenta
mayo 18, 2013 at 10:04 pm
¿Y cómo lo hacemos, Pilar? Quiero decir: ¿cómo ser valientes, cómo quitarnos los viejos hábitos que han llegado a formatear nuestra conciencia como secuestradores de la información, administradores sacerdotales del conocimiento, únicos controladores legítimos de la dosis de información a administrar a aquellos que sobre el papel son nuestros iguales pero a quienes, en el fondo, consideramos eternos menores de edad? de ¿Cómo rompemos el miedo a ser vulnerables? ¿No se trata en el fondo de miedo a perder el control y, con ello, poner en riesgo en el mejor de los casos nuestra comodidad, nuestra manera aprendida de ver el mundo, de vivir? ¿Seremos capaces de aprender cosas nuevas? ¿Seremos lo suficientemente generosos como para dejarnos invadir, colonizar, por la vida que late ahí a fuera y a la que sólo nos atrevemos a interpelar desde la seguridad de quien se sabe en un entorno controlado, en una especie de parque temático? En eso estamos y me hace feliz que existas, tú, y las personas como tú. Gracias. Besos.