Alfonso Pedrosa. Siempre me ha llamado la atención la capacidad profética de la ciencia-ficción. Pero, más que esa cualidad anticipatoria, me gusta sobre todo su poder domesticador a través de las palabras. Por eso, quizá, no en vano se entienden como señas identidad del estilo de la cultura hacker originaria el buen dominio escrito de la propia lengua y la lectura asidua de obras de ciencia-ficción. Domesticar palabras, nombrar la realidad, es dotar de sentido, ordenar, iluminar los objetos de una habitación a oscuras.

Pensando en cómo los procesos de descomposición afectan al conocimiento, a la validez fundamental que en el ethos europeo se le ha dado históricamente a la inutilidad, me acordé de Asimov y su monumental obra sobre la Fundación, aquel proyecto de Hari Seldon que iba a evitar 30.000 años de un interregno de barbarie a cambio de un milenio de atenta vigilancia en la gestión de las incertidumbres a la espera del un nuevo renacimiento. Me acordé de la investigación científica, del Sistema Nacional de Salud, de la Universidad, del encanallamiento colectivo de una época y un espacio concretos que derivan en decadencia merced a la complicidad individual con la avaricia y el miedo. Y caí en la cuenta de que en todo esto no sólo hay elementos relacionados con eso que Max Weber llamaba valores. También cuenta la mécánica. La ética, pero también la mecánica.

A veces se buscan explicaciones en el ámbito de la moral cuando en realidad están en el de la mecánica.

Puede llegar un momento en el que esa apuesta por lo inútil a la que me refería antes ya no sea percibida como válida por el ecosistema cultural en el que ha nacido, crecido, madurado y, quizá, entrado en declive. Cuestión de ética, sí, pero también de engranajes, de movimientos relativos de las diferentes piezas que los integran. Pura física aplicada. Por eso necesitamos buenos mecánicos, tecnólogos sociales, ingenieros con alma humana. Poetas del código. Personas que sepan leer la realidad. Yo conozco a algunas. Y eso da esperanza.

 

Ah, la cita de Asimov de donde sale toda esta elucubración alucinada:

"-Si lo que propone es la militarización de la Fundación, no quiero ni oir hablar de ello. Marcaría nuestra entrada declarada en el campo de la política. Nosotros, señor alcalde, constituimos una fundación científica y nada más (…). No se da cuenta de que construir armamento significa retirar hombres, hombres útiles, de la Enciclopedia. Eso no se puede hacer, pase lo que pase (…). La Enciclopedia está primero… siempre.

(…)

Hardin gruñó para sus adentros. La Junta parecía sufrir violentamente de la enfermedad de la Enciclopedia.

Dijo fríamente:

-¿Se le ha ocurrido alguna vez a la Junta que es posible que Términus tenga otros intereses que la Enciclopedia?

            Pirenne replicó:

-No concibo, Hardin, que la Fundación pueda tener algún otro interés que la Enciclopedia.

-Yo no he dicho la Fundación; he dicho Términus. Me temo que no se hacen cargo de la situación. Más de un millón de personas vivimos en Términus, y no más de ciento cincuenta mil trabajan directamente en la Enciclopedia. Para el resto de nosotros, éste es nuestro hogar. Hemos nacido aquí. Vivimos aquí. Comparada con nuestras granjas y nuestras casas y nuestras fábricas, la Enciclopedia no significa nada. Queremos protegerlas…

            Le hicieron callar.

-La Enciclopedia primero -declaró Crast-. Tenemos una misión que cumplir.

-Al infierno la misión -gritó Hardin-. Esto podía ser cierto hace cincuenta años. Ahora hay una nueva generación.

-Eso no tiene nada que ver -repuso Pirenne-. Somos científicos.

            Y Hardin aprovechó la coyuntura:

-¿Lo son, realmente? Esto es una bonita alucinación, ¿no creen? Ustedes constituyen un ejemplo perfecto de todos los males de la Galaxia durante miles de años. ¿Qué clase de ciencia es permanecer aquí durante siglos enteros para clasificar el trabajo de los científicos del último milenio? ¿Han pensado alguna vez en seguir adelante con su trabajo, en extender sus conocimientos y mejorarlos? ¡No! Están muy contentos estancándose. Toda la Galaxia lo está, y lo ha estado desde el espacio sabe cuánto tiempo. Ésta es la razón de que la Periferia se agite; ésta es la razón de que guerras absurdas se eternicen; ésta es la razón de que sistemas enteros pierdan la energía atómica, y vuelvan a las bárbaras técnicas de la energía química.

Si quieren mi opinión -gritó-, ¡la Galaxia va a descomponerse!".

Fundación. Segunda parte: Los Enciclopedistas. Capítulo 3.