Miguel Lasida. Aunque la taxonomía tradicional cataloga al ser humano de organismo, tampoco son pocos ni jóvenes los investigadores que prefieren contemplarnos como ecosistemas en los que viven, interactúan y se reproducen diferentes formas de vida: bacterias, arqueas, virus y hongos. Sin ellos, el hombre no habría sobrevivido en medio del aliento evolutivo del planeta.

Todo ecosistema –un bosque de matorral bajo, una marisma o una salina, por mencionar tres cercanos– precisa de un delicado equilibrio. Cualquier alteración en la concentración de algún nutriente o en las condiciones atmosféricas del ecosistma pueden provocar la alteración de los seres vivos que la componen y causar su destrucción. Es lo que está ocurriendo, según defienden algunos, con algunas de las bacterias que viven en un frágil equilibrio natural con nosotros.

Así lo cree Martin Blaser, al frente del Programa de Microbioma Humano de la Universidad de Nueva York, para quien el abuso de antibióticos (y el de otras prácticas médicas) puede ser la causante de "plagas modernas" como la obesidad, la diabetes, el asma, las alergias, las intolerancias y otros desórenes alimentarios.

Por medio del estudio detallado de la presencia del Helicobacter pylori en nuestra flora intestinal, Blaser sostiene que el efecto devastador sobre nuestros ecosistemas internos no sólo es debido al abuso humano de los antibióticos, sino a su abuso como cebo para animales de matadero en edades tempranas. Una reseña sobre estos estudios y cómo lo recoge en el libro Missing Microbes puede leerse en The Lancet.