Nos encerraron en lo de Loli (la foto es de esa reunión), les preguntamos que qué querían y nos dijeron: lo queremos todo. Y empezaron a hablar de la necesidad de aprender a prevenir y abordar los accidentes domésticos en un pueblo aislado por las curvas y la mala suerte, de aprender a hacer RCP, del valor y los riesgos de las prácticas curativas tradicionales en el medio rural, del uso adecuado de los medicamentos (sí, lo juro, querían saber cómo usar mejor las medicinas para ayudar a que la sanidad pública no quiebre), de cómo acertar para dar la información adecuada a quien descuelga el teléfono en los servicios de emergencias, del golpe de calor en un territorio donde el verano dura cinco meses, de por qué sus médicos hacen lo que hacen y no otras cosas, de si es por capricho o por razones serias por lo que no se les deriva a un determinado especialista y tienen que irse al médico de pago para solucionar la papeleta: el sistema y la gestión clínica, vamos, con un par.
Yo tomé algunas notas y disfruté del vértigo de no tener el control. Querían saber de todo eso y querían asegurarse de que no se les va a dar gato por liebre. Los chicos de ciudad, los sabios de la moqueta y el aula, habíamos dejado de mandar allí, si es que aguna vez lo hicimos, que lo dudo. Ahora sólo pedimos que nos dejen estar en la fiesta a cambio de echar una mano en organizarla con nuestros trucos de titiriteros y nuestras habilidades de crupiers.
La gente sabe, la gente tiene opinión y la gente sorprende con su enorme capacidad de enriquecer un contexto de relaciones, una red, cuando se siente tratada con respeto. La gente es capaz de iniciar y desarrollar procesos de deliberación eficaces cuando se les dan herramientas para transformar la información en conocimiento. Y de revisar esos procesos a través de prácticas de resiliencia que mejoran los resultados de las fases previas de la deliberación.
abril 5, 2013 at 11:54 pm
Aquí el tonto del pueblo para el friki…
Ha sido una verdadera lección de cómo que cuando a la gente se la deja hablar y tú te dispones a escuchar, descubres el verdadero valor que hay en el interior de cada una de ellas. Un valor incalculable que permanecía ahí, oculto, y que me permitirá continuar aprendiendo de todas y cada una de ellas.
Ando aún asombrado y con unas ganas enormes de poder vivir y participar en este futuro, al menos como un asistente más, un mero observador. Para mí será todo un honor.
Abrazos,
Javier
mayo 23, 2013 at 6:22 pm
Mis felicitaciones, al friki, al tonto y sobre todo a la comunidad del Madroño. Con iniciativas como esta me embarga la añoranza, la utopía todavía es posible. Quizás no todo este perdido y toda esta…. tenga solución. Me alegro de conocer a quienes todavía cuentan con fuerzas para intentar que algo cambie de verdad.
Un abrazo
paco
mayo 24, 2013 at 6:59 pm
No sé si las personas que integran esa comunidad maravillosa a la que se me ha permitido asomarme utilizarán mucho esa palabra, utopía. Es que da igual, profesor, da igual: estamos demasiado ocupados, ocupadas, disfrutando de estas cosas y me parece que eso no deja demasiado espacio en la cabeza para ponerle nombre a lo que esas personas están construyendo con la naturalidad ligera de quien respira y sólo de vez en cuando es consciente de esa misma respiración. Ya vendrán detrás los eruditos para hacer los análisis: las gentes de frontera van levantando mapas precarios de los nuevos territorios, disfrutando del paisaje y dejando marcas de posición para quienes vengan detrás. Un abrazo, Paco.