Ilustración: galería Flickr de PropagandaTimes. Algunos derechos reservados.
Alfonso Pedrosa. Por fin. Lo echaba de menos desde hace tiempo, pero ahora más que nunca: por fin alta dotación neuronal inteligible al servicio del debate sanitario español. Y ya la he encontrado: intelectuales (no sicarios) hablando de gestión sanitaria en serio, en un contexto compartido y abierto, fuera de los cenáculos de la tribu. El blog Nada es gratis, de la Fundación de Estudios de Economía Aplicada nos ha hecho un gran favor a quienes andábamos desesperados por encontrar voces claras, serenas y no necesariamente coincidentes en mitad de tanto ruido y furia sobre la viabilidad del SNS en España: posteos seriados desde distintos puntos de vista y sensibilidades, merced a los buenos oficios de Sergi Jiménez.
Me gusta lo que dice Juan Oliva en su post sobre la necesidad de un debate informado. Estoy agradecidísimo a Salvador Peiró y a Ricard Meneu por algo tan sencillo como publicar una tabla clarita (incluso apta para indocumentados como yo) sobre la comparación gestión directa versus concesión en la Comunidad Valenciana. Me resulta absolutamente imprescindible, como plantea Vicente Ortún, que se hable de déficit de legitimidad social y transparencia, no sólo de déficit económico. He flipado (otra vez, ya es como de la familia) con las aportaciones de Beatriz González López-Valcárcel sobre el pan para hoy y hambre para mañana de la privatización. Y a los murcianos Fernando Sánchez y José María Abellán por aclararme de una vez por todas de qué va eso de la Private Finance Initiative, la famosísima PFI, en términos prácticos. La serie culmina con una pequeña joya de bisutería colmillera: ¿Por qué lo llaman gestión privada cuando quieren decir desfuncionarización?. Diosss, Google me va a penalizar por meter tanto enlace en un solo post, pero, rayos, un día es un día.
Sería incapaz de mantener un punching dialéctico en ese terreno con ninguna de las personas mencionadas. De lo que he entendido de sus reflexiones, con algunas de ellas estoy de acuerdo, y con otras no. Pero todas me han transmitido una cierta esperanza en que los mongoles no tienen por qué entrar inexorablemente en Bagdad.
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