Fotografía: galería Flickr de Vince_Lamb. Algunos derechos reservados.
Alfonso Pedrosa. Un problema que no es de ayer amenaza la misma existencia de la libertad individual en Internet: la asombrosa ignorancia de los decisores políticos en general sobre asuntos que cualquiera que navegue asiduamente por la Red tiene incorporados a sus rutinas diarias y que se resuelven casi siempre con la brújula del sentido común.
Los gobiernos (también los formalmente democráticos) le están cogiendo gusto a preguntarle a Google sobre el personal en aras de la defensa de la seguridad del Estado. Cada vez más, como acaba de explicar la Electronic Frontier Foundation, y también en España, si se miran datos de informes anteriores.
Da la impresión de que los gobiernos preguntan a los hubs en la creencia de que Internet es un lugar oscuro para frikis y gente chunga. Hay que proteger a nuestros niños del horror que nosotros mismos les facilitamos con mucha tecnología y ningún proceso de acompañamiento educativo. Y esos supernodos de información y control que nos hacen la vida más fácil se suman gustosamente a ese concierto de lo políticamente correcto: además de Google, ya lo hace Twitter, a pesar de que ello haga caer de golpe su fachada de pradera abierta y feliz pensada para celebrar ciberkermesses.
Todo esto está deteriorando nuestra manera de vivir. Ninguna pega a la persecución de criminales, faltaría más. Pero ese marco general de relaciones desiguales entre gobiernos y proveedores tecnológicos (las empresas saben más que los gobiernos), que tantas veces silencia clamorosamente la voz ciudadana, está derivando en una barra libre de captura de datos por parte de empresas como el mismo Twitter (lo contaba Javier Lacort hace poco en Alt1040) y en una montería organizada por los parlamentos nacionales; en España, la idea es que los puestos de caza se sorteen, según explica David Ballota en Nación Red, en una Subcomisión de Redes Sociales, dentro de la Comisón de Interior. En nombre de la protección de menores (base del argumentario político que, al parecer, se maneja) se pueden perpetrar barbaridades si no se sabe de qué va Internet, que es mucho más que darles iPads a sus señorías.
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