Fotografía: Galería Flickr de Terra Vermelha. Algunos derechos reservados.
Alfonso Pedrosa. Una cierta necesidad adánica de ponerle nombre a las cosas conduce casi siempre a un cierto error recurrente: interpretar el mundo conforme a nuestra mirada. Inevitable. Pero, aun así, es precisamente el intento por saltar la valla del propio corral para ver qué hay al otro lado lo que, en buena medida, define la identidad humana. Hace poco, alguien me decía, con algo de desánimo y mucho de lucidez, que ya notaba el cansancio de volcar en un blog sus inquietudes activistas, en concreto centradas en el mundo de la salud. "Un blog que no lee ni mi madre". Ésa es la expresión que utilizó.
Para mí que esto del universo de voces y vidas entrecruzadas abierto por Internet no funciona con la lógica de la manada. Sí, claro que hay manadas, y mesnadas, en la Red. Pero, en la estructura profunda de esas redes en movimiento hacia la conversación distribuida, lo que verdaderamente aporta Internet es la progresión estadística, la multiplicación de posibilidades abiertas y, con ello, el incremento a escala viral de la posibilidad de que algo, alguna vez, funcione. Vivir en Internet se parece a intentar, una y otra vez, hacer fuego con hierro y pedernal. Hace falta paciencia, tesón, una buena piedra y mineral que sirva, como la pirita, para hacer saltar la chispa. También, buenas compañías, que conjuren los demonios de la soledad. Si bajo la chispa hay hongos o cortezas o pasto secos, quizá surja la llama y, después, el incendio. Que se propagará. O no.
Es impredecible el destino de un post, de un comentario, de un twit. No hay manera de saber de antemano dónde acabará una idea regalada a los demás, una visión lanzada al aire; dónde arraigará un hiperlink.
A veces la chispa salta ante nuestros ojos, y un comentario da calor a las entradas de un blog. Pero otras veces la llama queda escondida, y se reaviva más tarde. O la chispa nace, aunque no la veamos, y vuela a alimentar un incendio lejos, muy lejos, del territorio que habitamos en la Red.
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