Redacción Synaptica. Lo cuenta en primera persona Craig McClain en el magazine de divulgación Miller-McCune: se puede viajar a las zonas rurales de EEUU a contar historias sobre la evolución biológica y no sólo volver para contarlo, sino, además, tener ganas de repetir.
McClain formó parte de un grupo de científicos con ganas de divulgar que cogió el petate y se plantó en Grant, Nebraska, a escuchar a estudiantes de instituto y a charlar con ellos.
Los datos de partida, desalentadores: un país en el que la mitad de la población cree que la teoría de la evolución no está basada en hechos contrastados, en el que el 42% de la gente opina que eso colisiona con sus creencias religiosas y en el que buena parte de los profesores de biología de instituto tienen cuidadín a la hora de hablar de estas cosas porque no se sienten comprendidos por los alumnos, creen que meterse en ese jardín desemboca en debates impropios o, en algunos casos, simplemente no se creen la teoría evolutiva (sí, imparten biología).
Pero los hallazgos, gratificantes. Vuelta al ruedo para los docentes y la comunidad educativa local con ganas de más. Entre las preguntas que los alumnos plantearon al bueno de Craig, ésta: "¿Quién ganaría en una pelea entre un calamar gigante y Chuck Norris?" Respuesta de McClain, que debe ser un tipo bastante largo: "Depende de si luchan en tierra o en el agua".
Claves del éxito: olvidarse de los prejuicios y mirar a las personas. Punto. Una buena lección para rumiar en noches de infoxicación, ruido y furia.
La historia completa, aquí.
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