Redacción Synaptica. A buen seguro se mantendrá el nombre del proyecto, a no ser que el malditismo se apodere de la marca. Una marca, Diraya, que engloba todo el sistema de historia clínica digital de Andalucía, la Receta XXI y el servicio de Salud Responde. Synaptica recogía el otro día el anuncio de un plan de mejora para solventar los problemas que el sistema arrastra desde su nacimiento. Ese plan es, en realidad, la sustitución de todo el proyecto desarrollado hasta la fecha por Indra, Fujitsu y Microsoft. El anunció ha provocado multitud de comentarios en menéame, e incisivos análisis, como en el post 60 millones de Fitopaldi. Este borrón y cuenta nueva sobre un presupuesto de 60 millones de euros llega justo en un abierto desequilibrio en la brecha digital de España mostrado en el Informe TIC en el SNS, que además deja brillar a Andalucía y Baleares sobre otras comunidades. La cifra que circula son 60 millones. Pero, ¿cuánto ha costado Diraya realmente?. El programa Sanidad en Linea añadió una inversión conjunta de 252 millones de euros aportados por el Ministerio de Industria, Turismo y Comercio (140 millones de euros), y las Comunidades Autónomas (111 millones de euros). Algo de ahí caería en Andalucía. La noticia aquí pasó desapercibida pero, como explicó en su momento healthcareitnews, Andalucía y Baleares fueron las agraciadas con 1,3 millones de euros para el desarrollo de la receta electrónica en los hospitales al cargo de la compañía iSoft Spain. Eso ocurrió en agosto del año pasado. Lo curioso es que un año antes, en octubre de 2007, el SAS ya adjudicó un contrato para la gestión de los servicios de información desarrollados por la empresa Isoft Sanidad para los hospitales del Servicio Andaluz de Salud. Según los planes, Diraya llegaba a los hospitales por esas fechas, pero la administración decidió incorporar a otra compañía para ese proyecto. Golpe de timón a mediados de 2007. Ahora se habla de 60 millones, y que Diraya lleva tres años funcionando. Esa era la cifra oficial en 2005. Pero el baile de cifras puede ser demasiado mareante si se hacen bien las cuentas. En realidad el proyecto lleva quemando presupuesto desde 1998, cuando el entonces subdirector de Atención Primaria, Antonio Peinado, nombrado en junio de ese año, decide crear un sistema para sustituir a la herramienta TASS, financiada hasta ese momento por la Tesosería General de la Seguridad Social (TGSS). Aquellos eran tiempos en los que el Partido Popular estaba en el Gobierno. Las relaciones no son amables y, vistas las dificultades impuestas por la TGSS para poder introducir cambios en la aplicación TASS, nace la idea de lanzar un proyecto propio, que sustituya a ésta. Una vez ha constatado la viabilidad tecnológica propuestas por Indra, tras reuniones mantenidas con sus responsables (Federico Aguilar y José Manuel Velarde), Peinado plantea el proyecto al responsable de informática, el subdirector de Ordenación Administrativa, Jose Antonio Cobeña. Mucho más de 60 millones se han empleado desde ese momento. És dificil saberlo. Una memoria económica ayudaría (¿algún parlamentario será capaz de pedirla?). Han pasado 10 años. Quizás algún día, queridos Synápticos, podamos contarles la historia completa.
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