Alfonso Pedrosa. España es un país de profetas y comentaristas. Un oficio visionario que se encuadra en la mejor tradición nacional, con algunas expresiones muy logradas, como la de los arbitristas del siglo XVII que arreglaban en dos folios todos los males del país o esa otra, intemporal, del coro de ociosos alrededor de una zanja aportando finos análisis sobre la profundidad del tajo que cava el currante deslomado lleno de barro y sudor. Hogaño está proliferando la actividad profética en torno al SNS español, sus futuros y sus miserias. En forma de titulares de periódico y soflamas tertulianas en la radio y la televisión. Y parece que la cosa va a ir a más después de las elecciones del próximo 22 de mayo, cuando, se dice, los decisores políticos van a quitar el bozal a los mastines y se van a recortar prestaciones a troche y moche, ya sin necesidad de las caretas mitineras de Micky Mouse.

Conviene, para no perderse en el ruido y la furia, tener a mano alguna chuleta con un puñado de datos que ayuden a encuadrar la cuestión; a saber, ¿para qué sirve la sanidad pública española? A mí me ha gustado la que contiene el análisis de Sandra García Armesto en el último boletín de la Asociación de Economía de la Salud. Ahí van algunos datos. Como una vez, hace años, le oí decir a un responsable político de la sanidad andaluza, "para algo servirá todo este esfuerzo. No todo va a ser por el pescado azul y el aceite de oliva". Ustedes mismos:

Resultados en salud: descenso de la mortalidad evitable entre 1991 y 2005, atribuible en un 31% a la prevención primaria y en un 42% a los cuidados sanitarios.

Gasto sanitario: 8,5% del PIB en 2007, por debajo de la mayoría de los países UE-20. Más del 71% de ese gasto es público. Del gasto restante, el 21% procede directamente del bolsillo del personal y casi un 6% es atribuible a los seguros privados.

Aseguramiento: el 13% de la población española tiene doble cobertura. Los funcionarios son el único grupo que puede renunciar a la cobertura del SNS optando por servicios de aseguramiento totalmente privados.

Ea, feliz cuarto de hora de gloria mediática.