Alfonso Pedrosa. Comprar marihuana de manera legal para autoconsumo puede ser mucho más caro que adquirirla en la esquina o en el dispensario medicinal. La legalización de su uso recreativo en Colorado, entre otros territorios de EEUU, meses atrás, se está convirtendo en un interesante experimento de mercado que puede dar al traste con las esperanzas de quienes ven en la despenalización del comercio de cannabis la estrategia más inteligente en términos de salud y de seguridad ciudadana.
Según explica Bloomberg Businessweek, una onza de marihuana puede costar en la tienda a día de hoy en Colorado unos 400 dólares; en el mercado negro, entre 156 y 250; en el dispensario para uso medicinal, 200. Un hecho a tener en cuenta en el debate de la legalización que tiene lugar en otras zonas del planeta.
Buena parte de la explicación de ese diferencial de precios que empuja al personal a volver al mercado negro reside en el hecho de que el Gobierno grava con impuestos la venta del producto, como cualquier otro artículo over the counter. No podía ser menos, siendo como es el gobernador de Colorado, John Hickenlooper, lo más parecido a un socialdemócrata que puede darse en EEUU.
Una situación interesante. La rebeldía fiscal es un argumento clásico de la gran tradición liberal de esa derecha que sociológicamente ha visto en estos consumidores una suerte de hippies irredentos ubicados en el ala izquierda de la vida. Ahora, paradójicamente, ese argumento de la derecha viene a defender las posiciones, precisamente, de esos sedicentes cachorros de la izquierda tradicional, ubicados en el cliché de pacíficos fumadores de porros básicamente por quienes lo desconocen casi todo sobre la cultura del cannabis.
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