Alfonso Pedrosa. Sé de muchas familias que viven de la pensión de un jubilado, para las que ocho euros suponen el presupuesto para comer durante una semana. Ustedes mismos. Chungo.
Alfonso Pedrosa. Sé de muchas familias que viven de la pensión de un jubilado, para las que ocho euros suponen el presupuesto para comer durante una semana. Ustedes mismos. Chungo.
Synaptica
abril 20, 2012 at 2:12 pm
Y que lo digas. Podían darse la vuelta por algunos barrios porque no, no creo que los que han decidido esta medida tengan cerca familias de las que viven de la pensión de la abuela.
abril 21, 2012 at 10:26 pm
¡Pero si son sólo cuatro cafés! (de a dos euros, oiga). Entre comer y tomarse esa pastilla que resulta fundamental para controlar su enfermedad…
abril 23, 2012 at 1:22 pm
Me parece, Sandra, que tu subrayado apunta a una señal de alarma que indica que están ocurriendo cosas que sobrepasan los estrictos límites de una coyuntura económica: la distancia sideral que hay entre los administradores y los administrados. Eso, más que hablar, grita a los cuatro vientos que está emergiendo en la superficie de la realidad cotidiana una crisis sistémica, la del debilitamiento del poder efectivo de la delegación de la representación ciudadana a través de los moldes institucionales clásicos. Aquí se dan dos situaciones que ya son clásicas: la primera es que la abstención es ya la posición mayoritaria en los países de tradición democrática representativa y sólo reverdece ante opciones rupturistas con eso que se llama sistema; la segunda es que en los países donde esa tradición es más débil, el voto aún no es una herramienta de gestión del cambio político, sino de expresión de proyecciones afectivas, emocionales. En resumen, en mitad de todo ese ruido ha dejado de oírse la voz de las personas. Y aún no está muy claro, al menos yo no lo veo, por dónde puede salir todo esto.
Gracias por pasar por aquí. Bs.
Alfonso.
abril 23, 2012 at 1:31 pm
Me parece que lo de los cuatro cafés, Taite, es otra más de tantas expresiones desafortunadas que han protagonizado la información-desinformación en torno a estas medidas gubernamentales. Además de indicar una desconexión con la realidad de la calle que raya en el insulto, la gran chapuza que se ve detrás de estas explicaciones conduce a lugares bastante sombríos: si todo esto responde a una acción de gobierno y si además está claro que quienes dan la cara para asumirla como propia no son creíbles, a la vista de lo visto, esto tiene truco. Todo esto seguro que está muy bien pensado, medido, tasado, calculado; y me temo que todo este descontrol de mensajes evanescentes y contradictorios es simplemente una pieza más de una estrategia de calado más profundo. Espero equivocarme. Gracias por dejarte caer por aquí.
Bs.
Alfonso.
abril 24, 2012 at 9:26 am
Esto es pura demagogia barata. Nos llaman tontos a todos, no solamente a los jubilados, sino a toda la sociedad trabajadora de este país sean de izquierdas o de derechas. Pero lo más grabe es que nos lo quieren vender como si nos hiciese un gran favor porque van a salvar a la sanidad pública. Eso no se lo creen ni ellos. Están subvencionando más a la enseñanza privada que a la pública, ¿cómo se come eso?
abril 24, 2012 at 12:08 pm
Como bien dices, esto es difícil de comer. Incluso de entender. Basta mirarse el decreto ley que pone en pie todo esto. Pincha aquí por si quieres echarle un vistazo. Saludos y gracias por pasar por aquí.
Alfonso.