El dato es cuanto menos preocupante. La mitad de los pacientes oncológicos ya sufren dolor cuando se les diagnostica un cáncer, según han puesto de manifiesto desde la Sociedad Española del Dolor (SED). Pero hay más, porque uno de cada tres supervivientes a largo plazo refieren también dolor crónico.
Frente a este problema, el presidente de la Sociedad Española de Oncología Radioterápica (SEOR), Pedro Lara, ha apostado por la irradiación –asociada o no a otras terapias- al representar «una potente arma terapéutica» en lo que a «paliar los síntomas» derivados de la enfermedad tumoral se refiere, entre ellos el dolor.
Según sostiene, este método es especialmente útil en el caso de las metástasis óseas. “El potente efecto analgésico de la radioterapia es de suma utilidad en pacientes con afectación ósea dolorosa, y muy superior a otros acercamientos en casos de dolor óseo de carácter mecánico”, ha agregado este especialista, quien ha aludido a la importancia de que el oncólogo reconozca de forma rápida al paciente con dolor.
No obstante, hay casos en los que la complejidad del cuadro clínico requiere de planteamientos multidisciplinares. Es ahí, donde el doctor Juan Antonio Virizuela, portavoz de la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM), aboga por «la coordinación con las unidades de dolor”.
Y es en este contexto donde se justifica la celebración en Madrid de la segunda edición del curso Avances en Dolor, centrado en el dolor oncológico y que ha reunido a más de 230 especialistas de estas tres sociedades científicas implicadas en el abordaje de este dolor.
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