Los autores de ese texto hablan de la utilidad de algunos recursos de Internet (Google como una especide de navaja suiza complementaria a PubMed), de sus posibilidades de aplicación a la práctica clínica, de las expectativas de los pacientes. Pero, además, en ese artículo brillan como estrellas algunas palabras: citas y conceptos que dan esperanza en que de verdad se entienda desde los contextos sanitarios la profundidad del cambio cultural que implica adentrarse en los territorios del Nuevo Mundo de Internet.
No he podido dejar de emocionarme, ni de acordarme de personas concretas que se están dejando la piel en todo este proceso dentro y fuera de las organizaciones sanitarias, al leer en esa revista médica, citados como autoridades, los nombres de Tim Berners-Lee, Jeff Jarvis o David de Ugarte. O la alusión a Arpanet y a los conceptos de red centralizada, descentralizada y distribuida (¡!), tal como fueron visualizados originariamente por Paul Baran.
Es como si fuese posible, por fin, que los técnicos de una central nuclear se tomasen en serio las explicaciones de un chamán amazónico sobre cómo encender un buen fuego. Pues eso es lo que ocurre en el artículo de esta publicación científica portuguesa: y eso se merece una fiesta. Porque las palabras de la Red empiezan a entretejerse de verdad con los relatos de la comunidad clínica. Porque se abre la puerta al mestizaje. Un mestizaje que hoy es blasfemia y mañana será una bendición.
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