Que el comercio es el gran embajador de los estilos de vida y la palanca más eficaz de transformación social y dominio político es algo demostrado a lo largo de la Historia. Y ahora acaba de conocerse un ejemplo más, creo que de cierto interés para las personas que estudian la evaluación del impacto en salud de las políticas de los países: el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (Tlcan, TLC, Nafta) es uno de los factores determinantes del incremento de la obesidad en México. Así parece señalarlo un estudio publicado semanas atrás en International Journal of Occupational and Environmental Health, que ya ha hecho saltar más de una chispa.
Fácil: las exportaciones agroalimentarias de EEUU a México, en muchas ocasiones bajo productos de altísimo aporte energético, están ocupando posiciones de privilegio en toda la cadena productiva, desde el cultivo al comercio detallista. Los autores del estudio han comparado datos desde la firma del TLC y han tomado nota de las tendencias de las curvas de obesidad y de consumo. Por supuesto, nadie obliga a nadie a bañarse en aceite de coco, pero sigue siendo más verdad que nunca que la elección es difícil para las personas en situación vulnerable si un kilo de fruta cuesta varias veces más que un kilo de bollería industrial. En México y también en España, donde, por cierto, las autoridades sanitarias prefieren echarle la culpa al personal de que está gordo o no va al gimnasio antes que meter mano en las políticas urbanísticas (espacios verdes, infraestructuras comunitarias), en las OCM de Bruselas o en los crecimientos exponenciales de los precios agrícolas en el viaje del productor al consumidor.
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