Traicionados. Así se sintieron los enfermeros ante la tan esperada aprobación del Real Decreto de prescipción enfermera el pasado viernes por el Consejo de Ministros. El titular de Sanidad, Alfonso Alonso, cumplió su promesa y aprobó el texto antes de la fecha límite impuesta por la Mesa Enfermera, formada por el sindicato Satse y el Consejo General de Enfermería, pero su última maniobra de distracción no ha gustado nada a los profesionales sanitarios que no esperaban el revés del artículo 3 del Real Decreto.
Todo gira en torno a la introducción de la necesidad de un diagnóstico, una prescripción y un protocolo o guía de práctica clínica y asistencial diseñada por el médico para que el enfermero pueda prescribir medicamentos. Este punto no estaba presente cuando fue analizado por las comunidades autónomas en el Consejo Interterritorial del Sistema Nacional de Salud (SNS) y tampoco cuando recibió el apoyo de la profesión enfermera. Pero sí era una exigencia de los representantes médicos que miraban con escepticismo la posibilidad de que enfermeros pudieran prescribir medicamentos. Según la Mesa Enfermera, esto significará en la práctica que el enfermero no podrá tomar una decisión si no cuenta con la revisión del médico.
Hasta el momento, los enfermeros administran vacunas y prescriben algunos medicamentos en casos concretos en los que no se consideraba necesaria la participación del médico. Sin embargo, los enfermeros exigían una protección legal que esperaban que llegase con este Real Decreto. Para el presidente de la CGE, Máximo González, este es un paso atrás respecto a la Ley del Medicamento en la que se otorgaban más competencias a los enfermeros.
El CGE y Satse han anunciado que pedirán la suspensión o nulidad del Real Decreto ante el Tribunal Supremo y están estudiando denunciar también al ministro de Sanidad.
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