Miguel Lasida. Las iniciativas legislativas populares o ciudadanas son procedimientos de democracia semidirecta que los estados adoptan en sus legislaciones para facilitar la participación de la sociedad en la proposición de leyes, corrigiendo de algún modo los sistemas de democracia representativa predominantes. La Unión Europea, que introdujo este mecanismo en el Tratado de Lisboa (2009) ha respondido recientemente a la segunda iniciativa ciudadana europea efectuada en un lustro. Lo ha hecho la Iniciativa Ciudadana Europea One of Us, que ha recogido 1,7 millones de firmas para tal fin, cumpliendo así los requisitos exigidos en el reglamento.
La iniciativa de One of Us (Uno de nosotros), grupo impulsado por diversas asociaciones Pro-Vida europeas, ha pretendido "no consentir ni financiar acciones que presupongan o favorezcan la destrucción de embriones humanos" en los ámbitos de investigación, ayuda al desarrollo y salud pública, lo que, en la práctica, habría supuesto interrumpir la financiación de proyectos con células madre establecidos en el programa de investigación e innovación Horizonte 2020.
La Comisión Europea, en base a los Tratados de la UE y la Carta de los Derechos Fundamentales de la UE, ha respondido negativamente a la iniciativa legislativa de One of Us mediante una comunicacion publicada el pasado 27 de mayo. Para ello, el gobierno nominal de la UE ha esgrimido la decisión del colegislador europeo, es decir, el Consejo y el Parlamento europeos, órganos que afirman haber "tenido en cuenta las consideraciones éticas, los posibles beneficios para la salud y el valor añadido del apoyo a nivel de la UE para la investigación con todos los tipos de células madre".
En términos democráticos, el debate sobre la investigación de células madres es sin duda lícito. Una minoría de cerca de dos millones de europeos -en una población aproximada de 500 millones- reclama a las instituciones comunitarias la discusión pública -y ulterior normativa- sobre "el reconocimiento del embrión humano como un ser individual y único desde el momento de la concepción", una manifestación de tinte casi teocéntrico que tantas neuronas consume en la población de sociedades meridionales. Nos encontramos por tanto ante la eterna lucha entre el impulso de la ciencia y el freno de la religión, repetida a menudo a lo largo de la Historia. No será necesario recordar aquí el célebre Eppur si muove ("Y sin embargo se mueve") que se le atribuye a Galileo cuando fue conminado a retractarse de que la Tierra giraba alrededor del sol. El tribunal de la Santa Inquisición, en virtud del dogma católico del momento, lo obligó a desdecirse. Aunque a regañadientes, cuenta la leyenda, Galileo se retractó.
A regañadientes ha aceptado también la Iniciativa Ciudadana Europea One of us la negativa de la Comisión. En su respuesta, el Comité Ejecutivo de esta asociación de asociaciones manifiesta "valorar la posibilidad" de apelar al Tribunal de Justicia de la UE. Desde One of Us lamentan que la iniciativa no haya continuado su "tramitación ante los órganos legislativos competentes". De momento, informan en una nota publicada en su web, están promoviendo la petición de "médicos, científicos, juristas y políticos" con objeto de solicitar a la Comisión la revisión de la iniciativa. Resultaria difícil, como está el estado de cosas, que la Unión Europea renunciara a la investigación con células madre. La vida de decenas de miles de ciudadanos está en juego, sí, pero el juego consiste sobre todo en la carrera mundial por el logro de terapias de decenas de miles de millones de euros. En eso, las instituciones de la UE no atienden a creencias religiosas ni a minorías. (Y a veces, claro está, casi ni a democracia.)