Según datos publicados en la Revista Española de Cardiología, la Insuficiencia Cardiaca (IC) tiene una prevalencia en España del 5% (más del doble de otros países desarrollados) y es la primera causa de hospitalización en mayores de 65 años. Esta enfermedad en la que el corazón no puede bombear suficiente sangre al organismo, se produce con frecuencia cuando el músculo del corazón ha resultado dañado por un infarto, por otras cardiopatías o por daño continuado resultante de otras situaciones que comprometen la salud cardioavscular. Aproximadamente una de cada cinco personas desarrollará IC en algún momento de su vida.
Este panorama y sus consecuencias clínicas, asistenciales, sociales y económicas preocupa a los cardiólogos. En este contexto, en el marco de la XII Reunión Anual de la Sección de Insuficiencia Cardiaca y Trasplante de la SEC y el Congreso sobre fallo cardiaco de la Heart Failure Association de la Sociedad Europea de Cardiología, celebrados en Sevilla, un grupo de especialistas ha reflexionado en un encuentro organizado por Novartis sobre la mejora de la atención que reciben los pacientes. Según Héctor Bueno, cardiólogo del Hospital Gregorio Marañón de Madrid, «la investigación académica y los avances de la industria han cambiado el mundo de la IC. Sin embargo, uno de cada cinco pacientes reingresa una vez al mes». Por ello, los objetivos terapéuticos deben centrarse en «mejorar la calidad de vida de estos pacientes y evitar que necesiten una atención médica exagerada, que tengan que ser hospitalizados o estar continuamente en consultas médicas para ajustar los tratamientos, junto con la reducción de las tasas de mortalidad».
Una de las ideas más claras manejadas en este sentido es la necesidad de poner el acento no tanto en las unidades asistenciales específicas como en la continuidad asistencial. Así, para José Ramón González-Juanatey, presidente de la SEC, catedrático de Cardiología de la Universidad de Santiago de Compostela y jefe del Servicio de Cardiología y Unidad Coronaria del Hospital Clínico Universitario de esta ciudad gallega, «el envejecimiento de la población y las tasas de rehospitalización nos obligan a organizarnos mejor». En este sentido, González-Juanatey cree que hay que perder el concepto de unidad asistencial como estructura cerrada y cambiarlo por el concepto de proceso, definido por la continuidad asistencia, contexto en el que el papel de la Enfermería lo entiende como «fundamental». Para este especialista, es fundamental establecer un proceso de conexión entre los diferentes niveles asistenciales y los pacientes. «Hay que abandonar la fascinación tecnológica y centrarse en la sostenibilidad de una Medicina pública de calidad», ha explicado el presidente de la SEC. «Para ello, hay que dejar de gastar en lo que no aporta valor y dejar que los profesionales lideren la Medicina», en opinión de este experto.
Por su parte, Javier Díez, catedrático de Medicina y director científico del CIMA de la Universidad de Navarra, ha señalado que «los contextos donde se trata la enfermedad son el domicilio, el hospital y el centro de salud: es el paciente quien está en los tres escenarios». Por ello, una buena coordinación que evite que se produzcan «desconexiones entre los distintos niveles sanitarios por los que transita el paciente» es el objetivo «más importante» de la asistencia de la IC. Para Diez es también clave la profesionalización de los cuidados sociosanitarios, «porque una correcta atención domiciliaria reduce las tasas de hospitalización, mejora la calidad de vida del paciente, alarga la supervivencia y reduce el gasto sanitario por paciente».
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