Nelson Minar. Cheap pharmaceuticals in Cabo San Lucas.
Según el informe de la OCDE Pharmaceutical Pricing Policies in a Global Market, el incremento del gasto farmacéutico es más rápido que el del crecimiento económico. Los países de la OCDE están incrementando su presupuesto farmacéutico por encima de su propia capacidad para crear riqueza. Entre 1997 y 2005, la ratio de crecimiento del gasto en medicamentos sobrepasó la del incremento del gasto sanitario en diez países, entre ellos España, donde el gasto farmacéutico subió a un ritmo del 6,6% anual y el gasto sanitario total, un 4,9%. El caso más llamativo es el de Irlanda, con un crecimiento interanual del gasto farmacéutico del 10,1%, y de un 8,8% en el gasto sanitario total. En el otro extremo, llaman la atención los casos de Italia (crecimiento del gasto farmacéutico del 2,6% y del 3,4% del gasto sanitario total) y Japón (1,7 y 3,1%, respectivamente); los expertos de la OCDE explican el frenazo japonés, con alto nivel de desarrollo y rápida incorporación al mercado de las novedades terapéuticas, aludiendo a las regulaciones de precios impuestas por el Gobierno nipón en 2000, 2002 y 2004. Entre los factores que explican la tendencia al incremento del gasto farmacéutico, el informe de la OCDE hace referencia al crecimiento del consumo, más que el de los precios. Precisamente, el estudio atribuye al volumen de consumo y a las diferencias entre países en los precios finales un papel determinante en el gasto. La variabilidad en los precios es tan amplia que oscila, por países, entre un 68% (Polonia) y un 185% (Suiza) de la media OCDE. En España, el precio final del medicamento sigue siendo barato: el 77% de la media OCDE, en un grupo de países compartido por, además de Polonia, Turquía, Eslovaquia, Chequia, Corea del Sur, Grecia, Hungría y Australia. Las diferencias se explican por las distintas políticas tributarias y la distribución de costes en cada país. Así, el 80% del precio del medicamento sobre el mostrador en Suecia se atribuye al fabricante. En Bélgica, sólo el 57% del precio final es atribuible al laboratorio donde se fabricó el medicamento. En una botica española, esa proporción es del 63%. Si se analiza el gasto por persona no sólo en función del montante global del país sino mediante un ajuste de la media de los diferentes precios de un mismo medicamento en el ámbito de la OCDE, resulta que España es el segundo país de entre los miembros de esta organización internacional con un consumo per cápita real más elevado: el equivalente a 824 dólares. La lista la encabeza Francia, con 888 dólares de consumo real en medicamentos per cápita. Detrás vienen Estados Unidos (792), Australia (695), Luxemburgo (672)… Hasta llegar a México, con 120 dólares por persona de consumo real al año. No está claro que el perfil de consumo de determinadas clases terapéuticas sea determinante. Así, apoyaría esta hipótesis el caso de Australia, un país de gasto elevado y a la cabeza mundial del consumo relativo de fármacos contra el colesterol y antidepresivos. Sin embargo, Eslovaquia es el tercer consumidor mundial de antibióticos y el último consumidor de antidepresivos, con un gasto real per cápita de 369 dólares. Sí parece claro que, a más gasto farmacéutico, más disponibilidad en el mercado local de las innovaciones terapéuticas. En este sentido, el informe de la OCDE detalla que, de 122 nuevas moléculas lanzadas entre 1986 y 1992, sólo seis estaban disponibles en 2002 en Polonia, frente a 77 en Japón. Y, también, más velocidad: los nuevos medicamentos están disponibles antes en los mercados de más consumo. En Suiza, en torno a la mitad de las moléculas innovadoras está disponible en un máximo de 14 meses. En España, de 30. En Estados Unidos, dentro de los 20 primeros meses tras su lanzamiento mundial. En Portugal, 49 meses. Pero, de nuevo, los expertos de la OCDE no atribuyen la explicación total del fenómeno a la buena salud del mercado; de hecho, sólo el 25% de la variabilidad en el consumo per cápita se explica por el PIB. Pero ésa es otra historia… Que intentaremos contar pronto, en cuanto repongamos las aspirinas en el botiquín.
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