Alfonso Pedrosa. He leído en 20minutos.es que Grifols, socio habitual del Sistema Nacional de Salud, principal productor de hemoderivados español y uno de los mayores del mundo, no vería mal que se empezase a abrir la mano en la retribución económica al donante de sangre. Como un redondeo de final de mes, que en el caso de los parados puede ser algo más que un redondeo. Eso ya se hace en otros países y no ha habido, al parecer, ningún cataclismo. Pero yo me he acordado de aquel poema de Shelley, aquellos versos de no despiertes a la serpiente, no sea que ingnore cuál es el camino a seguir.
Reconozco que el que una empresa ponga sobre el tapete este asunto me parece interesante. Muy interesante. Porque pensar en esto plantea algunas preguntas tabú y expone la necesidad urgente de organizaciones como la ONT de empezar a darle vueltas a explicar por qué en un circuito como ése, los únicos solidarios son, precisamente, los donantes y sus familias. A pesar de que toda la compleja arquitectura del sistema de donación y trasplantes esté engrasada con elementos retributivos (justos y necesarios, digo yo), pero descanse con todo su peso sobre el pilar de la solidaridad.
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