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Synaptica

Información sanitaria e innovación social

Bloguera sanitaria busca…

Redacción Synaptica. Ana González Duque, aka @DoctoraJomeini, nos ha pedido a nosotros (y seguro que a todos sus seguidores, que son legión) que hagamos hoy referencia a su libro, El blog de la Doctora Jomeini, que, claro, se llama como su bitácora.

Sabemos de las andanzas de esta merodeadora del lado oscuro del quirófano desde hace tiempo. Incluso alguna vez le hemos dedicado algún post.

No nos queda más que desearle lo mejor y que, como ella pide, Twitter se llene hoy del hastag #Jomeini.

Salud y libertad. 

Un paseo con Odoacro

Fotografía: galería Flickr de El BibliomataAlgunos derechos reservados.

Alfonso Pedrosa. Odoacro tuvo en sus manos el poder imperial y no lo quiso. Como jefe de los hérulos, depuso en 476 al último emperador de Occidente y envió a su homólogo de Oriente las insignias del poder. Sólo quiso ser dux de Italia, no emperador. Roma, lo que quedaba de Roma, imponía demasiado. No se podía reconstruir el mundo así como así. Había que refundarlo. Y aquellos bárbaros indocumentados se pusieron a trabajar.

Hoy vivimos paralizados por el colapso de Roma y creo que estamos perdiendo un tiempo precioso por ello. Ese tiempo es tan valioso porque es el de la presente generación, la nuestra. Es el intervalo que se nos ha dado para intervenir sobre la realidad. Podemos emplearlo en reparaciones de emergencia en una nave que se hunde. Y, también, al mismo tiempo, podemos pensar en cómo diseñar nuevas formas de navegar. Porque, de todas maneras, navigare necesse est.

Me alineo sin dudas con la idea de un Sistema Nacional de Salud de cobertura universal, gratuito en el acceso, financiado a través de impuestos y público en su núcleo esencial no por motivos ideológicos, de adscripción a alguna de las ofertas del supermercado político de la democracia parlamentaria, sino de identidad cultural. Soy europeo y eso significa para mí que no puedo ser otra cosa, mal que me pese en tantas ocasiones. Y europea es la idea que define lo público como expresión institucional del bien común. En la manera española de ser europeo, la lectura de la cristalización del patrimonio compartido en determinados conceptos e instituciones pasa por la existencia de un sistema sanitario público. Por eso, yo, un bárbaro indocumentado, considero como propio al Sistema Nacional de Salud, nuestro SNS. Como en general sobran gritos y faltan ideas, en mi indocumentada osadía, me atrevo a plantear algunas posibles líneas de trabajo para su refundación adaptativa. Como cuestión propedéutica, sin la cual me parece imposible desatascar el debate, creo fundamental aclararse sobre el carácter público del sistema.

¿Porqué dar tanto la barrila con lo público? Pues porque la cuestión primaria no es la titularidad pública o privada de la propiedad de las instituciones, sino su legitimidad de origen y su vocación de servicio. Decir que el núcleo del SNS debe ser público es decir que la empresa privada es un vector necesario, fundamental, en la articulación del sistema, siempre que comparta sus objetivos de fondo. Decir que el núcleo del SNS debe ser público es decir que quienes trabajan en él tienen que aceptar límites que en el libre mercado no existen y dejar claro que cuando muchas veces se defiende a voz en grito la sanidad pública en realidad lo que se está defendiendo es el mantenimiento de determinados puestos de trabajo; que no es exactamente defender el sistema. Decir que el núcleo del SNS debe ser público es asumir que su oferta de servicios está acotada por sus fuentes de financiación: con este dinero hay para esto, y no para más; si queremos más, hay que quitarlo de otro sitio o subir los impuestos, así de claro. Decir que el SNS tiene que ser público es aprender a incorporar, cuanto antes, urgentemente, a la gente a las decisiones sobre su funcionamiento y su gestión. Vale decir, y ya nos vamos acercando a los nodos calientes del asunto: hay que redefinir los protocolos de conexión entre lo público y lo privado en la prestación de servicios y en el uso de la tecnología; hay que darle una vuelta (más de una) a los cómos, los porqués y las cantidades de las estructuras retributivas, al desarrollo profesional y a la asunción de responsabilidades dentro del sistema; y hay que ir decididamente, de cabeza y deprisa, a la revisión del mismo concepto de democracia en la gestión del sistema y en la definición de los mecanismos de representación, desde los controles políticos al papel de los sindicatos, pasando por la incorporación de la gente normal y corriente a la toma de decisiones real.

Estas cosas ya no son boutades. Hay que empezar a desarrollarlas en serio. Ya.

Otro día, más; en compañía de Odoacro o de algún otro fantasma benefactor.

 

Acceder al conocimiento no da calambre

Alfonso Pedrosa. Lo dejó escrito @soyrami en Twitter. "Pensando en alto: tras 13 años abriendo la oreja en temas de salud, el de hoy es el debate más auténtico al que he asistido". Se refería a la sesión del módulo III del I Curso de Extensión Universitaria sobre Salud y Comunidad Rural, celebrada en las modestas instalaciones municipales de El Madroño, que vienen acogiendo esta iniciativa universitaria, ciudadana y, en plena coherencia con los dos adjetivos previos, abierta. De par en par. Personas hablando con personas sobre su manera de entender la salud y la enfermedad, sin trampa ni cartón. Libres de las telarañas del miedo y la autocensura que convierten a los mejores en estos tiempos en habitantes del exilio interior. Esta vez tocaba hablar de diabetes y tuve el honor de hacer de telonero de @frelimpio, un tipo con el que afortunadamente no siempre estoy de acuerdo pero que anda por la vida con un sentido esencial de la honestidad tan desnudo que uno agradecería tenerlo al lado en esas pocas horas de la verdad, en las que es imperativo distinguir entre un ser humano y alguien que ha dejado de serlo. No voy a resumir aquí los contenidos que sirvieron de materia prima para el debate. La presentación de Federico está colgada en slideshare y la mía, ciertamente, no es más que un ejercicio de vampirismo de inteligencias más preclaras que no merece la pena destacar, así que os la ahorro. Pero sí voy a remarcar algunos hechos que se están convirtiendo en constantes desde que empezaron, semanas atrás, estos encuentros virales en el pueblo más pequeño de la provincia de Sevilla.
 
1. La gente quiere INFORMACIÓN, con mayúsculas, no versiones Disney de la realidad. Y posee un instinto finísimo para distinguir entre quién va de frente y quién intenta dar gato por liebre. Quiero decir: el marketing político y comercial como herramienta de maquillaje está muerto. A estas alturas, ya solo vale la verdad.
 
2. La distancia que existe entre el conocimiento de nivel universitario (miren la ficha oficial del Curso) y quien quiere acceder a él desde una posición de inferioridad académica (como es el caso de muchas de las personas inscritas en las sesiones) es perfectamente salvable. Basta un poco de esfuerzo por aproximarse a la posición relativa del interlocutor y un territorio mínimo donde cultivar esa rara especie llamada confianza. Para que germine la confianza, hay que decir la verdad y asumir el riesgo de adentrarse en selvas oscuras como las de Dante con la esperanza cierta de que aparecerá un guía, aunque sea un Virgilio friki, algo macarra y desubicado y adicto al kirin de barril.
 
3. Ya no hay puertas cerradas misteriosas como en el castillo de Barba Azul. Acceder al conocimiento no da calambre. La gente quiere saber de todo lo que tenga que ver con su vida, y vive Dios que la salud y la enfermedad tienen que ver con eso. En términos prácticos: si a la gente se le explica cómo funciona la economía de la salud, lo entiende. Y se forma su propio criterio; sobre la estructura presupuestaria de un sistema sanitario público o sobre la costoeficiencia de la última novedad terapéutica del mercado. Como dijo Federico en su exposición, "ustedes tienen derecho a saber lo que se cuece en el mundo médico, a saber cuánto dinero de sus impuestos se gasta en pastillas para la diabetes". Y la gente quiere saberlo. Exige saberlo. Y cuando la gente toma conciencia de que tiene sed, sed de saber, se hace fuerte. Se pone en pie. Así que, cuidado. Porque pensar que las demandas de información de la gente están satisfechas con un poco de divulgación en salud, buenrrollismo bajo control y no-hablemos-de-otras-cosas-porque-no-lo-van-a-entender, es no tener ni idea de qué va esta historia. Es vivir en otro planeta. Un planeta muy antiguo que está en ruinas. Y por el que no vamos a llorar.
 
4. Nos lo estamos pasando de puta madre haciendo estas cosas. De verdad.

 

Ciclismo urbano y salud

Alfonso Pedrosa. David Rojas, del Centro de Epidemiología Ambiental de Barcelona, explica en Oaxaca (México), qué beneficios reporta para la salud el ciclismo urbano… y qué riesgos. Aquí quiero ver yo a mis queridos expertos en Evaluación de Impacto en Salud.

He sabido de esta historia a través de Crónica de Sociales. Registro periodístico de las resistencias y luchas en Jalisco.

Y ahí va el vídeo de la intervención de Rojas, por si alguien se quiere entretener.

Se acerca el invierno

Ilustración: Alexcervero, Wikimedia Commons, algunos derechos reservados.

Alfonso Pedrosa. Obligado el Gobierno de España dizque por las exigencias de reducción de gasto público marcadas por el discurso dominante en la política económica de la UE; cercenada brutalmente (en el mejor de los casos) la capacidad de apagar fuegos de los gestores de los servicios regionales de salud por parte de sus propios gobiernos autonómicos; activado un cambio de rumbo en el SNS hacia un sistema integrado de mutuas y cotizaciones, planteado a la vez como una necesidad y como una apuesta.

Ante todo esto, constatada la inutilidad de llorar por Roma, identifico algunos elementos que dibujan un horizonte sobre el que creo me parece interesante pensar:

Los profesionales sanitarios de lo que todavía hoy se llama SNS no van a recuperar en mucho tiempo (como el resto de los mortales) los derechos laborales y retributivos adquiridos en décadas atrás. Las reglas de juego ya han cambiado. Es más, la cosa puede ir a peor. Es peligrosamente ingenuo hacer tremolar el pendón de la queja retributiva como estandarte de batalla en estas circunstancias; porque es atraer la atención del Ojo de Sauron para que se entere de verdad, al detalle, de quién y cuánto es lo que cobra y por qué, comparar esos números con el sueldo medio general del país, el de las tablas del INE, y sacarse un par de nuevos decretos de la manga sin mirar nada (justicia distributiva, agravios territoriales, niveles de cualificación profesional) que no sea la reducción de gasto público.

En general, cuando los profesionales de la salud en el SNS se quejan de la retribución es porque ya no  les queda otro campo sobre el que confrontar posiciones asistenciales o de gestión. Antes de la reivindicación explosiva en lo laboral y en lo retributivo hay una historia previa de desapego, de percepción de maltrato por parte de la propia organización asistencial a la que se pertenece. Y de eso se habla poco o casi nada.

En términos estructurales, además, toda esta situación de asfixia presupuestaria repercutida sobre retribuciones y contratos abre la puerta a un escenario de lumpenización del producto asistencial de la sanidad pública: como le oí decir el otro día a @drzippie, si pagas con cacahuetes acabarás rodeado de monos.

El vector del posicionamiento social contra los recortes en el SNS tiene una velocidad menor a la de los relatos sindicales, políticos y mediáticos elaborados al respecto y su trayectoria imaginable no está alineada con ellos. Pero la vaga idea de que la ciudadanía financia el SNS con sus impuestos se empieza a conectar con la lectura cotidiana de la crisis asistencial, fundamentalmente en los ámbitos del nuevo copago y en la merma de cantidad y calidad  en la oferta de recursos públicos disponible. El problema es que esa toma de conciencia puede llegar demasiado tarde, además de estar deficientemente articulada.

Ante todo esto, la única alternativa posible al hundimiento que se me ocurre desde la resistencia es la necesidad de que se plantee una verdadera estrategia de refundación adaptativa del sistema. No reconstrucción. Refundación.

Como reza el lema de la Casa Stark, se acerca el invierno. Y eso es inexorable.

Medicamentos y salud rural

Redacción Synaptica. Este sábado, día 13, más. Seguimos con el segundo módulo del I Curso de Extensión Universitaria sobre Salud y Comunidad Rural. Nociones básicas de Farmacología y manejo de medicamentos. El enganche al streaming (de 17:00 +/- a 20:00 +/-) es el del canal Ustream de Guadalinfo Madroño, gracias a los buenos oficios de @GuadalinfoMadro y @drzippie. Hastag de Twitter, #saludrural.

Así somos

Redacción Synaptica. Así somos. Así es #saludrural. Vídeo del arranque del I Curso de Extensión Universitaria sobre Salud y Comunidad Rural, nuestro EV3, el Tercer Encuentro Viral.

 

Epidemiología, Salud y Comunidad Rural

Fotografía: Guadalinfo.

Redacción Synaptica. Hola. Tenéis vídeos de la sesión del módulo de Epidemiología del I Curso Universitario sobre Salud y Comunidad Rural (tercer Encuentro Viral, EV3) que se desarrolla en El Madroño (Sevilla) en el folder Livestream de Guadalinfo. Y fotos en su álbum de Google.

Que ustedes disfruten ese material. El próximo sábado 13 de octubre, más: esta vez charlaremos sobre Farmacología y manejo de los medicamentos.

El Loco, el decano y el boticario

Fotografía: Galería Flickr de Hablando del asuntoAlgunos derechos reservados
Alfonso Pedrosa. Ya estamos en marcha. Hoy empieza en El Madroño (Sevilla) el I Curso de Extensión Universitaria sobre Salud y Comunidad Rural, una movida que realmente nos sobrepasa a quienes venimos soñando con ella desde hace meses. Os invito a saber lo que piensan de todo esto el Loco, el decano de la Facultad de Medicina de Sevilla y el boticario del pueblo donde se desarrolla la iniciativa. Para quienes hacemos Synaptica, en nuestra jerga friki-tabernaria, este curso es nuestro tercer Encuentro Viral, el EV3. Que viene después del EV2 y del EV1.

Hastag principal para seguir la cosa en Twitter: #saludrural. Estaremos encantadxs de recibir preguntas indiscretas, comentarios irreverentes e intervenciones impertinentes a través de este canal. 

Enganche de streaming para la sesión del seis de octubre, más o menos a partir de las 17:00, a través de guadalinfotv. Para las demás, ya nos buscaremos la vida, si podemos.

Seas quien seas, eres bienvenid@ a cualquiera de las sesiones. La clausura es el 17 de noviembre. 

Salud, ciencia-ficción y comunidad rural

Ilustración: Galería Flickr de Jamison Wieser. Algunos derechos reservados.

Alfonso Pedrosa. Me gusta la ciencia-ficción. Desde que he aprendido a respetar esos relatos ubicándolos en la perspectiva de la ética hacker, tengo a mano un universo de referencias que me ayuda a pensar la realidad. Incluso, a intervenir en ella. No cualquier tipo de realidad: aquella que es fronteriza, que se presenta en su estado naciente, que aún no ha sido nombrada porque el lugar cultural donde emerge no la reconoce todavía como propia.

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Cibervigilancia privada contra la falsificación de medicamentos

Hay dos agentes clave en la comunidad del medicamento (industria y farmacias) especialmente interesados en poner coto al mercado de la falsificación en Internet. Y ahora han puesto la proa al proceloso mundo de las boticas online, en alianza con algunas de las mayores empresas de comercio en la Red. Ha ocurrido en EEUU y es posible que la idea se extienda en buena lógica a otros contextos. Ampliar «Cibervigilancia privada contra la falsificación de medicamentos»

Videojuegos en la catedral

Alfonso Pedrosa. He estado curioseando en un proyecto de crowdsourcing aplicado a la investigación básica. Es una de las iniciativas de la plataforma Foldit: jugadores en línea demostrando su pericia a la hora de doblar una proteína. En este caso, lectina fijadora de manosa, MBL (por Mannose-Binding Lectin). Es un videojuego para muy frikis, sí: pero de ahí pueden salir soluciones para algo tan serio y devastador como la sepsis. Cuando un player logra resolver el encaje de uno de los plegamientos de la proteína en cuestión, los resultados se mandan a los investigadores. Expertos y no expertos trabajando juntos. Hay, solo en el proyecto de la sepsis, casi 300 players que dedican tu tiempo, su habilidad y su pasión a jugar a resolver el puzzle tridimensional de la MBL. Algunos resultados de las iniciativas de Foldit ya han llegado a los grandes canales de distribución de la información científica, como Nature Biotechnology. Foldit tiene el respaldo de las siguientes organizaciones: UW Center for Game ScienceUW Department of Computer Science and EngineeringUW Baker LabDarpaNSFHHMIMicrosoft y Adobe. El software del juego puzzle puede descargarse en distintas versiones para Windows, MacOS y Linux.

La idea me parece brillante y, además, veo en ella varios indicadores de que el cambio cultural catalizado por Internet no es solo una bonita frase. La sociedad red está en marcha y hechos como la existencia de estas nuevas formas de trabajo están afectando al fondo de los grandes paradigmas, al contenido esencial de las líneas de delimitación de los valores sociales. Me explico:

Los investigadores están recuperando con este tipo de iniciativas su identidad genuina: humildad y apertura intelectual. Las suficientes como para aceptar que hay buenas ideas al otro lado, fuera del corral, y para someter a crítica su propio trabajo. Nada que ver con el veo-veo mamoneo de cuñados y convolutos en el que se ha convertido el mundo de la Gran Ciencia.

La actitud de los agentes tradicionales ha cambiado: el Ejército de EEUU, otros departamentos federales, gigantes del sector informático, centros de investigación clínica y una universidad están juntos en el proyecto. Pero los socios facilitadores no lo secuestran. No meten las zarpas a la caza de rentas capturables. El reparto de las rentas es un debate externo al proyecto, que es un espacio libre. Para jugar. Comento esto porque uno de los grandes pecados de las instituciones públicas y privadas que financian cualquier clase de proyecto extramuros por estos pagos suele ser un exceso de supervisión y control que acaba matando la iniciativa. Hay réditos, claro que sí; pero solo llegarán en abundancia si no hay prisas ni coerciones para acelerar su aparición, si no hay estrés en la búsqueda de elementos conectores entre el diseño del proyecto y las cuentas de resultados.

El personal, los players, no se mete en esto por solidaridad con el sufrimiento humano ni por amor a la ciencia. Sí, también. Pero por supuesto que existe el aliciente de la recompensa. Aunque en función de un mapa de valores distinto al tradicional. La recompensa se mide en reconocimiento, en prestigio, en visibilidad y en placer, el placer de la pasión ante un desafío. Nada más hacker que aquello de que un mismo problema no debería tener que solucionarse dos veces. Si además luego llega la retribución económica, miel sobre hojuelas: pero está claro que lo que impulsa a alguien ajeno al mundo de la biomedicina básica a intentar plegar una proteína tiene uno de sus fundamentos esenciales en una nueva relación con el dinero y con el trabajo.

Algo está cambiando. La catedral se está convirtiendo en bazar.

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