"Mucha gente cree que puede permitirse comer alimentos ricos en grasas sin consecuencias pero tan solo cinco días son suficientes para que los músculos del cuerpo noten el cambio", señala Matt Hulver, líder del estudio que se publica en la versión on line de la revista Obesity. Hulver y sus colegas encontraron que la capacidad de los músculos para oxidar la glucosa en la sangre, después de las comidas, se interrumpe tras cinco días llevando una dieta rica en grasas. Esto provoca que el cuerpo no sea capaz de metabolizar la insulina, lo que supone un factor de riesgo para el desarrollo de la diabetes y otras enfermedades. Teniendo en cuenta que los músculos constituyen el 30% del peso del organismo, una alteración en el metabolismo puede tener consecuencias directas con el resto del cuerpo, apuntan los autores. "Estos resultados muestran que nuestro cuerpo responde de forma dramática a los cambios en la dieta en un espacio de tiempo más corto de lo que habíamos previsto", añade Hulver.
Para llegar a estos resultados se alimentó a estudiantes universitarios, que normalmente tenían hábitos saludables, con una dieta elevada en grasas -que incluía galletas saladas, macarrones con queso, y alimentos cargados de mantequilla- para aumentar su porcentaje de consumo diario de grasa. Una dieta normal se compone de alrededor un 30% de grasas y los participantes tomaban dietas que tenían en torno a un 55% de grasas. Además, la ingesta calórica total de los estudiantes siguió siendo igual que era antes de la prueba. Tras cinco días, se recogieron muestras de músculo para ver cómo se había metabolizado la glucosa. Además de los cambios en el proceso de oxidación de la glucosa, se observó que el peso de los estudiantes no había variado.