Como decía aquella canción, tres cosas hay en la vida: salud, dinero y amor. Un dicho más que conocido por todos. Al menos para los que tenemos cierta edad. Lo que ya no se tenía por tan claro era que vivir en pareja, que se supone siempre que es por amor, mejora nuestra salud. Pues bien, eso es lo que ha venido a decir ahora un estudio del Departamento de Sociología y Antropología Social de la Universidad de Valencia. Habrá quienes estén más o menos de acuerdo. Sobre todo, si las experiencias en pareja no han salido como uno esperaba. Pero vamos, los que continúan felizmente emparejados al cabo de los años sostienen que son más felices si cabe que cuando se conocieron.
Y ahora, el citado estudio que acaba de publicarse en la Revista Española de Investigaciones Sociológica viene a refrendar esa vieja idea defendida por unos y denostada por otros. Eso sí, el estudio lo describe a la inversa: subraya que las personas que no viven en pareja tienen peores niveles de salud y más posibilidades de sufrir ansiedad o depresión crónica, que aquellas casadas o que conviven con otra persona. La investigación, que se apoya en la Encuesta Europea de Salud 2009-2010, revela que el género es una fuente de diferenciación en salud en cuanto a enfermedades mentales si hablamos de personas separadas o divorciadas.
Según Simó-Noguera, que lidera dicha investigación en la mencionada universidad, las mujeres que han quedado sin pareja “muestran una peor salud que los hombres con el mismo estado civil y situación de pareja, además de presentar más probabilidades de sufrir ansiedad y depresión crónica”. Por contra, los hombres separados o divorciados “tienen riesgos más graves de sufrir depresión crónica que el resto de hombres”, añade el investigador. Teniendo en cuenta las conclusiones de esta investigación, este experto alude al “efecto beneficioso” de la convivencia en pareja, puesto que es una situación que “atenúa la mala salud en todas las patologías observadas”.
“La clave no está en el estado civil en sí mismo, sino en la interacción entre el estado civil y la situación de convivencia, por lo cual vivir con una nueva pareja después de la disolución del matrimonio preserva la salud de las personas implicadas”, argumenta dicho especialista, quien se ha apoyado en “estudios precedentes hechos fuera de nuestro país que ya habían mostrado que, tanto en hombres como en mujeres, el divorcio aumenta el riesgo de sufrir enfermedades”.