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Alfonso Pedrosa. A estas alturas está claro que los alquimistas tenían sus razones y no las quisieron compartir con la gente pequeña, los ciudadanos de a pie, al introducir cambios esenciales en el SNS español. Poco a poco, van saliendo a la luz del día explicaciones del porqué de las denominadas reformas sanitarias a las que antes se aludía en susurros y desde la penumbra: había que intervenir en los sistemas de salud europeos para salvar al euro.

Al menos, eso se desprende de las reflexiones de Rita Baeten, una muchacha que sabe bastante y que participó hace poco en Bruselas en un encuentro organizado por Confrontations Europe con el apoyo de Sanofi sobre gobernanza económica en la UE.

Rita explicó en su intervención que, paulatinamente, los estados miembros de la UE fueron recibiendo recomendaciones para intervenir en sus respectivos sistemas sanitarios como estrategia de contención de la crisis a través de las reformas. Al principio, eran recomendaciones genéricas; después, en 2013, ya entraban en detalles en plan cuidados a dependientes y gasto farmacéutico. ¿Les suena? Solamente tres países se libraron de esa invitación supervisada al purgante sectorial: Dinamarca, Suecia y Gran Bretaña (cuyo gobierno ya estaba entusiasmado por sí mismo con las reformas del NHS hasta dejarlo exánime). ¿La razón más plausible para Rita Baeten? No están en la eurozona. Y parece que ese es un factor que hace variar bastante en la práctica la capacidad mandatoria real de las recomendaciones comunitarias. La historia completa, en Euractiv.