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Información sanitaria e innovación social

Hablar alto

Alfonso Pedrosa. Me hace caer en la cuenta mi amiga Carol, médica de Familia en un centro de salud de Atención Primaria, de la relevancia de hablar de asuntos realmente importantes en la consulta. Y me pasa este video, que da qué pensar sobre la necesidad de acompañar a las personas en la toma de decisiones, especialmente si esas decisiones son difíciles. Como la de dejar claro qué quiero que ocurra conmigo cuando ya no pueda expresarme por mí mismo.

NHDD Speak Up Video from NHDD on Vimeo.

La información ya no es un sector. Es un componente

Alfonso Pedrosa. Le he estado echando un vistazo a las últimas estadísticas del INE sobre sociedades mercantiles. Siempre me ha llamado la atención la capacidad para cerrar y abrir empresas que hay en España. Y últimamente, lo que más me sorprende es que se llame a eso dinamismo.
Vengo de un mundo duro, el de la generación de los ñus: un mundo en el que la formación dejó de ser canjeable por un puesto de trabajo. Nada nuevo. Ni más ni menos que una de las facetas del poliedro de la ruptura del pacto social a la que asistimos en primera persona.
Desde Homero y Tucídides sabemos que el dinero es la sangre de la guerra. Hace falta ese combustible para salir ahí afuera a buscarse la vida. Por eso me ha hecho pensar uno de los datos de esas estadísticas del INE: el capital societario de las empresas de nueva creación se acumula en las inmobiliarias, las financieras y los seguros. A la cola, las sociedades mercantiles relacionadas con la información y la comunicación. (Ver el pantallazo que ilustra este post).
Me he acordado de magistra @silviacobo, que explica a sus colegas periodistas empujados a emprender la utilidad de la metodología canvas; eso del lienzo, ya saben.
La información ya no es un sector. Es un componente. Lo dice el INE.
Esto también es cambio cultural.

Comunidades, disidencias y lobos solitarios en el Congreso Nacional Farmacéutico

Alfonso Pedrosa. El análisis cualitativo de las denominadas redes sociales de Internet puede ser una poderosa herramienta de gobernanza y de toma de decisiones estratégicas en cualquier organización. Estos días me he entretenido en extraer los datos de actividad del hashtag #19CNF de Twitter, correspondiente a los mensajes relacionados con el XIX Congreso Nacional Farmacéutico celebrado en Córdoba (España).

El corte de datos, tomado entre el 22 y el 24 de octubre, permite construir un grafo dirigido en torno a 371 nodos (cuentas de Twitter) y 1.459 aristas (relaciones entre nodos, quién menciona a quién a través del hashtag de referencia), con un total de 2.664 tuits. Ha sido un entretenimiento divertido, ante el que no dejo de sorprenderme por la increíble concordancia de los datos y de su expresión gráfica con algunas percepciones muy asentadas sobre la realidad de la comunidad farmacéutica española. Por ejemplo, se suele hablar de la atomización de la farmacia (lógica, en una estructura de veintidosmil y pico boticas repartidas por todo el país, cada una con su propia idionsicrasia como pyme y establecimiento sanitario de proximidad) y el grafo expresa eso: muchos nodos que desconocen la existencia de los demás (un diámetro de 7, una longitud media de camino de 2,86) y la existencia de 15 comunidades diferentes.

La actividad en torno al hashtag #19CNF de esos días muestra la emergencia de un gran hub facilitador, una cuenta que reparte juego y ha sido clave para aportar cohesión a la red: es @portalfarma, o sea, el Consejo General de Colegios Oficiales de Farmacéuticos. Eso subraya otra peculiaridad de los boticarios españoles: su primera referencia sigue siendo el colegio. También hay algunas cuentas con actividad, pero aisladas de las demás: son los lobos solitarios, que tuitearon a su aire los mensajes del Congreso. E incluso, alguna pequeña comunidad disidente, aislada, de nodos que comparten mensajes al margen del tuiteo mainstream del Congreso. De nuevo, el grafo expresa lo que ocurre en la vida misma.

He colgado en Slideshare el pdf del grafo completo (el zoom y el buscador interno dan bastante juego una vez que se descarga el archivo) y un doc con algunos de los hallazgos que me han llamado la atención y que acabo de mencionar.

Espero que os sea útil.

Peligro, ciudadanos jugando

Alfonso Pedrosa. El juego es un lenguaje. Con el lenguaje se domestica la realidad. Jugando se conquista el mundo. Eso lo saben todos los niños, quienes no han dejado de serlo y quienes se dieron cuenta de ello en un momento dado y encontraron palabras para decirlo, como el mismísimo Nietzsche. El otro día, en el Centro Social La Soleá, un local del 15M, me enteré de la existencia de un concurso curioso, en plan equipos de tres miembros, preguntas y a jugar. Tony, una de las personas implicada en la iniciativa, me lo explicaba con una sencillez aplastante: la gente ve la tele. Utilicemos el esquema de los concursos de la tele como propuesta para que le gente se interese por otras cosas.

Un concurso para generar contextos de deliberación ciudadana sobre economía, política, medio ambiente, educación… Y, por qué no, salud.

No hace falta mucho backstage para montar historias así. Sólo ganas de jugar.

Pero, ojo, esto no es ninguna tontería. Ciudadanos jugando. Haciendo malabares con las ideas, encajando las piezas del puzzle de su propio discurso. Invisibles a las grandes agendas. A su aire. Al margen del entramado mediático-institucional. Se les pueden ocurrir ideas sobre cómo intervenir en la realidad. Entre ellas, ponerse a los mandos y tomar el control.

Qué tengo yo que ver con los demás

Alfonso Pedrosa.

 

Europa pide salsa americana

Alfonso Pedrosa. Últimamente estoy escuchando muchas historias relacionadas con esa subespecie mutante emergida del cataclismo que engloba a las personas empujadas a emprender. Entre ellas hay quienes jamás en la vida se les había pasado por la cabeza montar una empresa y quienes siempre tuvieron la inquietud de hacer cosas más allá de los moldes previsibles en los que les encajó una determinada rutina profesional. En cualquier caso, se han tenido que meter en la fregatura por mor del hundimiento del sistema.
 
En esas historias he visto a veces buenas ideas que se merecen la mejor de las suertes y también pánico, cuentos de terror. Pero ninguna de las personas que las protagonizan tienen la culpa de vivir en un país inhabitable. De ahí que la falacia que esconde el discurso políticamente correcto del emprendimiento (alfombra roja, ¿de qué?) sea sencillamente obscena: no hay una sola medida gubernamental en este contexto que no busque recaudar más. Lo de mejorar la vida de la gente, ni está ni se le espera.
 
Hace poco, un grupo de personas jóvenes de diferentes lugares de Europa que han ido montando sus empresas como han podido fue convocado en Bruselas a dar su opinión en un encuentro institucional. También había representación del sector salud, como es el caso de la griega Eleftheria Zorou y su Doctoranytime, una web para poner en contacto a médicos con pacientes. Todo quisque pedía lo mismo: salsa americana. La libertad para equivocarse y la facilidad para levantarse después.
 
Hay gente que está dispuesta a eso, a sacudirse el miedo al fracaso que se lleva en la masa de la sangre en determinados contextos culturales de Europa. Gente que está dispuesta a fallar. Y a hacerlo rápido, barato y en pequeña escala a ser posible. No les importan los mirones que nunca harán nada. Pero sí piden campo libre para maniobrar. Por ejemplo, una Administración pública que no juege al sobreprecio en sus políticas de contratación y deje a la gente organizarse como le dé la gana. Eso también es cambio cultural. Y ya no es una posibilidad de futuro: es el presente.

Seguiremos, lip-dub Hospital Sant Joan de Déu

Alfonso Pedrosa. Mi amigo Ani me pasa este vídeo. Hay posibilidad de hacer donaciones en la web de la Obra Social Sant Joan de Déu.

 

Para qué sirve la ciencia: el Banco Nacional de Datos Genéticos de Argentina

Europa y las reformas: al fin, la ciencia

Alfonso Pedrosa

Me encontré hace poco este tuit, que hacía referencia a una noticia publicada en El Global. Me llamó la atención:

 

 

La EMA abandona la cartera de Sanidad y pasa a la Mercado Interior, Industria y Empresa http://t.co/LiI3By2wNh

— Lluís Triquell (@TriquellBio) septiembre 11, 2014 

 

Luego, le eché un vistazo a este informe de Science Business sobre la nueva Comisión de Juncker. Me aclaró un tanto las cosas. 

Después, di con esta nota de prensa de la Comisión: la potencia de la investigación científica europea tiene que ver con las reformas nacionales. 

Y aquí, mientras tanto, calculando a cuánto sale en la nómina cada sexenio de investigación y debatiendo sobre las ventajas e inconvenientes de que un contratado doctor sea vicerrector de la Universidad.

Estado, comunidad e innovación social

Ilustración: dominio público, from Wikimedia Common.

Ensalzaba yo hace poco muy ingenuamente, en amigable charla con un veterano asesor empresarial, la sabiduría institucional de la República de Venecia en sus buenos tiempos, cuando la Serenísima gobernaba un imperio fundado sobre relaciones comerciales y no sobre el dominio efectivo de extensos territorios en el exterior. Ampliar «Estado, comunidad e innovación social»

Movilidad del talento y cambio cultural

Alfonso Pedrosa. Una historia cultural de la Humanidad con mirada europea, en un video de cinco minutos. En Nature. La masa crítica es un factor clave en la capacidad de innovación de una comunidad. Su consolidación depende de la capacidad para retener talento. Su desarrollo, de la capacidad para atraerlo.

 

 

Factores ambientales de la innovación social

Fotografía: Wikipedia, algunos derechos reservados.

 

Alfonso Pedrosa. Los factores que hacen posible la aparición de la innovación en un determinado contexto son diferentes en función de las condiciones de vida del ambiente en el que aparecen las nuevas ideas. En los buenos tiempos, ese factor de crecimiento es la sofisticación, ese cierto entorno de bienestar que se sustenta sobre un entramado complejo que encuentra su sentido a través del dinamismo expansivo y que hace posible que existan hiperespecialistas para un mercado gourmet que señalan el camino para el mercado de masas. En cambio, cuando pintan bastos, cuando desaparece el bienestar y la sofisticación es un lastre para la superviviencia, el factor de crecimiento de la innovación no es la complejidad refinada, sino la demanda de necesidades de la comunidad concreta que ha quedado desgajada de lo que antes era un entramado complejo de valores y de intercambio de bienes y servicios.
 
Bryan Ward- Perkins, arqueólogo especializado en cerámica romana, habla de todo esto en su ensayo sobre la caída de Roma, que él entiende como el fin de una civilización, y en el que intenta explicarse qué ocurrió en Occidente entre los siglos V y VI para que la calidad de vida de la inmensa mayoría de las personas que habitaban en zonas de centralidad económica experimentase un descenso del que no se recuperarían hasta el siglo X. En dos generaciones, muchos de los habitantes del Imperio de Occidente en territorios que hoy son Inglaterra, Francia, España o Italia dijeron adiós al bienestar, retrocediendo en algunos casos a la Prehistoria. Este historiador de Oxford explica que los suevos, vándalos y alanos que cruzaron el Rin en la última noche del año 406 no iban de merienda campestre; pero se deja de filias y fobias, renuncia a torturar a las fuentes documentales e intenta centrarse en lo que dicen los restos materiales, la cerámica, que es su especialidad.
 
¿Cómo es posible que la cerámica de los enseres de cocina de una familia de granjeros britanos del siglo IV fuese infinitamente más delicada, tuviese muchísima más calidad, que una vasija del ajuar funerario de un rey de Northumbria de un par de siglos después?
 
Ward-Perkins habla de dinamismo y sofisticación institucional, económica y cultural como elementos ambientales (o, si se prefiere, de sustrato) que hicieron posible la difusión geográfica y social de productos cotidianos de alta calidad. Pone el ejemplo la factoría de artículos de terra sigillata de La Graufesenque, donde existía un complejo sistema de recogida, cocción y reparto de piezas para dar respuesta a las necesidades de diversos talleres independientes que moldeaban sus propias vasijas pero las llevaban a cocerlas a La Graufesenque; de este modo, podían asumir el precio de uso y de la mano de obra especializada que exigía esta tarea, nada fácil, defendiendo además en el mercado un sello común, una marca. Esa complejidad hacía posible la viabilidad técnica, comercial y social de esos productos.
 
Sin embargo, cuando desaparece el bienestar, cuando factores políticos, demográficos o de otro tipo (las diferencias con el Imperio de Oriente son palmarias) convierten en círculo vicioso la interdependencia del hundimiento económico y la quiebra fiscal, la complejidad es un problema. Ya no produce belleza, sólo da dolores de cabeza. El sistema monetario del Bajo Imperio, dice nuestro cacharrólogo de Oxford, estaba definido por equivalencias entre el oro, la plata y el cobre. La desaparición del bienestar general de esa época hizo del prestigio político, no la dinamización económica, la principal razón de las acuñaciones de moneda en metales nobles. E hizo casi desaparecer la calderilla, el cobre, la moneda menuda para los intercambios cotidianos, cuando se cortaron los flujos comerciales y de producción de artículos de primera necesidad decentes y baratos. Casi todo el oro y la plata de esos tiempos aparece en las excavaciones arqueológicas en tesoros enterrados. Nadie acumula montañas de calderilla. Pero la gente tiene que vivir. Y en esos momentos cobra fuerza el retorno al trueque. Pero, para que el trueque funcione, tiene que existir comunidad. Lazos de confianza entre personas. Nadie cambia una vaca por la futura producción de huevos de las gallinas del vecino si no confía en que éste va a cumplir con su palabra, si no lo conoce, no sabe quién es ni dónde vive. Cuando la comunidad resiste el hundimiento del bienestar, se recupera cierto tiempo después la calderilla, que aparece, entonces, como innovación. De la memoria salen nuevas ideas. Y, progresivamente, vuelven las acuñaciones de moneda por mor de la recuperación económica, que a su vez es el motor de la tributación: se gestionan mejor los impuestos recaudados en moneda que en gallinas o en gavillas de trigo.
 
Hoy se nos han hundido el bienestar y sus sistemas complejos asociados a la prosperidad. Pero también son tiempos de innovación. Sólo que la fuerza de las nuevas ideas ya no está en la complejidad sofisticada. Su motor es la comunidad.

 

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