Creo que el anuncio de la PhRMA y la Efpia es esperanzador: la industria se compromete a abrir un poquito la rendija de la puerta (público en general, investigadores, pacientes) para, sin perder sus blindajes tradicionales, facilitar algunos datos sobre lo que hace. Digo esperanzador no porque espere demasiado de las concreciones prácticas de ese anuncio, sino por el valor de indicador de cambio que veo en el anuncio en sí. Cambio en la cultura profesional de los clínicos que desarrollan los ensayos en sus diferentes fases, pero especialmente en las posteriores a la autorización de comercialización: se abren espacios de ventilación en lo que el inefable @frelimpio ha llamado alguna vez los cotarros médicos. Y cambio (palabra cuya mera mención ya levanta ampollas en determinados entornos directivos de la Big Pharma) en el discurso corporativo del sector: sólo eso ya se lo pone un poquito más fácil a quienes, desde dentro de la industria farmacéutica y sus aledaños, entienden que sólo desde la honestidad y la apertura tiene sentido su propio desempeño profesional. Algo que no es ajeno, a su vez, a la misma supervivencia a medio plazo de las empresas donde trabajan estas personas, de las que cada vez está más claro que sólo las separa de una noche de cristales rotos (la gente puede empezar a llamar a las puertas de casa a patadas) la cada vez más débil membrana del poder institucional.
Fotografía: galería Flickr de Luca Rossato. Algunos derechos reservados.
Alfonso Pedrosa. Al conocer esta nota de prensa de las principales asociaciones americana y europea del sector de las compañías farmacéuticas, no he podido evitar acordarme de una idea que hace meses le oí al gran @NervaYork: "La gente está llamando a la puerta de las instituciones tocando con los nudillos. O se les abre la puerta, o llamarán con los pies".
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