Juanma Cáliz. De vuelta en un AVE Madrid-Sevilla tras asistir a varias ponencias del II Congreso Nacional de SEMERGEN de Pacientes Crónicos, celebrado en el capital, he empezado a notar un ‘cambio de actitud’ en mi forma de ver las cosas, lo que pasa, las noticias que diríamos los de mi tan vilipendiada y despreciada profesión (no sin parte de razón, a mi modo de ver). Me refiero a una mesa redonda en la que se debatía la importancia de las asociaciones y la medicina de familia ante los nuevos retos del aumento de la cronicidad de las enfermedades, fruto de una mayor esperanza de vida.
 
En aquella mesa, en la que había ilustres nombres de la medicina y la comunicación, como Bartolomé Beltrán; del derecho sanitario, como Julio Sánchez Fierro; de la defensa del paciente, como Alejandro Toledo; de Farmaindustria, como José Ramón Luis-Yagüe; o de las sociedades científicas, en esta ocasión representada como es lógico por el presidente de SEMERGEN, José Luis Llisterri, se comenzó lamentado la hora (las 16,00 horas) de inicio de la mesa, no sé si porque la digestión aún pesaba o por la poca gente asistente, al menos por la amplitud de la sala y lo disperso del público. Amén de que había un debate en directo y votación en el Congreso de los Diputados nada más y nada menos que de la abdicación del rey Don Juan Carlos, además de un Consejo Interterritorial del SNS, ya en clave sanitaria.
 
Pues bien, de esa mesa conecté rápidamente con pequeños ‘input’ de Alejando Toledo, a la sazón presidente de la Alianza General de Pacientes (AGP), que soltaba frases que más bien se asemejaban a balas trazadoras de un shooter que quiere remover conciencias. Así, se descolgaba (a mi juicio) del discurso tradicional y previsible de estos ‘saraos’ (que me perdonen los que puedan verse aludidos) con frases tales como ‘El empoderamiento del paciente no es para hacer lobby de nada, es simplemente para hacer valer nuestros derechos’. Nada más y nada menos. También soltó frases ácidas que me recordaba a esas bodas en las que todo el mundo habla de la novia sin necesidad de que la protagonista aparezca o hable. De hecho, lanzaba magníficas perlas del tipo ‘Ponga un paciente en su vida’, ironizando con el hecho de que el hablar aquí y ahora del paciente como una persona, como un sujeto que quiere decidir sobre su salud, está de moda, aunque a la hora de la verdad no se le precisa.
 
En éstas, y mientras Toledo todavía le quedaba para lanzar algún que otro aldabonazo más cargado de significado como que ‘habría que garantizar la continuidad asistencial del crónico y no sólo sus descompensaciones’, (pero eso sí perdido a una hora vespertina que ya se acercaba a la de los toros, como alguien dijo en la mesa), la mesa comenzó a tornárseme en un dèjà vu. Para que nadie se me enfade, no quiero decir con esto que sea más o menos interesante (eso lo dejo a la elección de cada cual), simplemente que lo que a continuación se dijo ya me sonaba de cuando cubría la información sanitaria a diario (y casi al minuto). Y era una suerte de ‘y que hay de lo mio’. Así, Yagüe arremetía contra ‘algunas CCAA del sur’ al atacar la prescripción por principio activo, de la que decía se puede ver resentida la adherencia a los tratamientos; el diferencial o la brecha existente entre el sur y el norte del país en cuanto al porcentaje de gasto invertido en medicamentos innovadores; el ‘clamor’, como lo definió, de que el acceso a los medicamentos innovadores varía en función de la CCAA en donde se resida, o su ‘preocupación’ acerca de que algunas CCAA ya hayan avisado de que van a reevaluar el ‘Informe de Posicionamiento Terapéutico’.
 
De igual manera, Llisterri (más conciliador o menos beligerante si se quiere) hacía también un alegato a la equidad entre CCAA, al autocuidado del paciente (faceta que me parece imporante también) y al papel de farmacéuticos y enfermeros en estos procesos. No sin antes descolgarse con una sentencia, dijo que ‘habría que vaciar los hospitales de crónicos’, que encontró cierta crítica afable en el propio Bartolomé Beltrán, cuando le dijo que por qué madre anciana empezaban.
 
En fin, yo prefiero quedarme con el empoderamiento de los pacientes, con su mayoría de edad kantiana, y con ser proactivos. Y para muestra un botón que aquí os dejamos.