Foto by Ángel S.F.

Barbas vecinales y remojos. La farmacia española y el modelo mediterráneo amenazado por la libre competencia. Desde que el dictamen motivado salió a escena, los boticarios tratan de demostrar que como establecimientos privados de interés público son algo más que despachadores de medicinas y repartidores de folletos. Las farmacia rural, la cobertura por habitante, la cercanía, el modelo de distribución cooperativa, etcétera. La semana pasada pasó por Sevilla uno de los miembros de la Dirección de la Asociación Nacional de Farmacias de Portugal (ANF), Ema Paulino, para participar en unas jornadas de la Asociación de Formulistas de Andalucía. Es interesante ver cómo en un sistema pseudo liberalizado como aquel (las OTC no son exclusivas de la farmacia y puede haber titulares no farmacéuticos con hasta 4 oficinas) ha emprendido acciones que, más allá de la política comunitaria, vale la pena subrayar. Desde hace poco tiempo la farmacia portuguesa administra vacunas (plan con gran acogida social, a excepción del colectivo de enfermería), ha integrado podólogos en sus consultas y ha desarrollado su propia estrategia de marketing corporativo. Ha creado una tarjeta de crédito propia (como la tarjeta de compras de El Corte Inglés, sí) para que los usuarios abonen sus medicamentos a 90 días. Un paralelismo interesante: el control de la distribución. Continuamente los responsables de las redes cooperativas de distribución farmacéutica españolas ponen empeño en afirmar que lo suyo es una de las claves para garantizar el modelo existente. La distribución en manos de capital farmacéutico, dicen. Allí comparten ese punto de vista, pero desgraciadamente las cooperativas no gozan de la cuña gorda del mercado. La primera distribuidora en Portugal es la multinacional Alliance Healthcare. Manos a la obra, la ANF adquirió el 49% del accionariado de la compañía en Portugal. Otra empresa cuenta con el 2% del accionariado. La ANF compró dos tercios del accionariado de dicha compañía. El control el suyo. Último item, la asociación creó hace muchos años un centro de investigación propio, el Laboratorio de Estudios Farmacéuticos (LEF). Realizan estudios a demanda de la Asociación, del estado o colaboran en el desarrollo de ensayos clínicos. Como ejemplo, cuando se introdujeron los genéricos en el mercado, los críticos apelaron a la eficacia. Los profesionales de farmacia mediaron y el LEF realizó para el estado los estudios de bioequivalencia.