Fotografía: galería Flickr de KT KingAlgunos derechos reservados.

Alfonso Pedrosa. Cuando la única fuente real de legitimidad política es el crecimiento económico, el final de la kermesse conduce a la crisis sistémica. Es una idea que extraigo de los rumores de la Revolución Sandía que empiezan a llegar desde China. Es una idea que obtengo del cedazo de las cosas que dice Muñoz Molina en Todo lo que era sólido. Ideas. Vuelven las ideas. 

Las ideas no caen del cielo. Hay que sembrarlas, cuidarlas, cosecharlas. Saber requiere esfuerzo, trabajo. Pero nadie quiere saber mientras todo va bien. Sin embargo, cuando llegan la incertidumbre y la noche, saber algo, lo que sea, tiene mucho valor.

La prosperidad era un discurso, un constructo evanescente, que confundimos con la realidad. La potencia de ese discurso era tal que para vivir con comodidad no hacía falta saber: no eran necesarias la ética, ni la inteligencia, ni la reflexión. Quienes las estuvieron defendiendo durante este tiempo fueron apartados de la fiesta en cualquier campo profesional con más o menos amabilidad pero con suficiente firmeza. La prosperidad no necesitaba ideas, pensar en vez de gritar era de fracasados.

 

Hoy, lo que son las cosas, nunca antes estuvo más justificado el viejo lema de la Ilustración: sapere aude. Atreverse a saber.

Salud.