Redacción Synaptica. El modelo norteamericano de publicidad de medicamentos abierta al consumidor también forma parte del debate sobre la reforma sanitaria estadounidense. Publicidad directa al consumidor en la linea de fuego, es el artículo del boletín de agosto de la Organización Mundial de la Salud (OMS) sobre sobre la influencia de esta práctica en la factura del botiquín de asegurados o consumidores; y de las vicisitudes del modelo allí y en la vieja Europa. Un anunció de lipitor, a cargo de la compañía Pfizer, encendió la mecha el año pasado. Robert Jarvik, investigador del primer corazón artificial, rema en un lago con su kayak y recomienda medicarse para bajar el colesterol. Posteriormente se supo que el que remaba en el bote no era Jarvik, que no está licenciado para la práctica médica (es decir, es ingeniero médico pero no cardiólogo ni licenciado para ejercer) y, según la publicación de la OMS aunque diseñó uno "no era el inventor del corazón artificial (al menos según tres antiguos compañeros de estudios de la Universidad de Utah)". Los demócratas en el Congreso de Estados Unidos trataron de utilizar este anuncio para impugnar la ley que permite el uso de publicidad directa al consumidor. El Congreso anunció una investigación. Un mes más tarde Pfizer retiró el anuncio y dio sus explicaciones en una nota de prensa. Luego emitió otro distinto. La ley no se ha tocado, pero la factura publicitaria (5.000 millones de dólares)en un sector que subraya constantemente sus esfuerzos por reinvertir capital en I+D y su papel en la balanza de los presupuestos sanitarios de los hogares americanos, parece pesar. En opinión de Suzanne Hill, técnico de la OMS que estudia el acceso a los medicamentos y su uso racional,  "uno de los motivos por los que el gasto en medicamentos de su país está completamente fuera de control es este tipo de publicidad". Los fabricantes creen que es una herramienta de información al consumidor legítima y beneficiosa para todo el sistema de salud como una cuestión de derecho a la información. Pero no todas las voces del sector van en esa dirección, William Burns, director General de la empresa farmacéutica suiza Roche, afirmó públicamente que recurrir a los anuncios directos al consumidor fue "la peor decisión" tomada jamás por los fabricantes de medicamentos, por el daño que había hecho a su imagen. En Europa las normas recogidas en el nuevo paquete farmacéutico han impedido introducir estas prácticas. Si apetece saber cómo se habla del tema en Bruselas, se puede leer el debate parlamentario completo. De momento los canales de publicidad (más o menos directa, más o menos encubierta) al consumidor siguen siendo la información especializada y esta inmensidad llamada Internet.