Alfonso Pedrosa. Esto de postear es algunas veces como lo de las cerezas: aparecen historias que vienen enganchadas a otras. He hablado aquí del blog de Essie; conocí esa historia gracias a @Fosilera9, aka Beatriz González. La misma que acaba de colgar en la bitácora de la Asociación de Trasplantados de Páncreas su experiencia de usuaria de la nueva pulsera de identificación para pacientes ingresados.

La pulsera en cuestión es una idea enmarcada en la Estrategia para la Seguridad del Paciente en Andalucia de la Consejería de Salud y a Beatriz se la han colocado porque ahora toca hacerlo en su hospital de referencia.

Beatriz cuenta cómo le va con su "pulserita nueva". Y explica que no es como las que te cuelgan en los viajes al Caribe en plan todo incluido. Lo hace con poderío, sonriendo a sí misma y al mundo, porque Beatriz no está en esta situación por una tontería: le van a realizar una intervención de sustitución de válvula aórtica y hay que prepararse. En este punto, el que deja de sonreir (sólo un momento) soy yo para descubrirme ante la calidad humana de personas como ella. Y hacer un reconocimiento a su inteligencia y a su compromiso  responsable como paciente con el sistema sanitario público.

Copio de su post: "En mi pulserita de plástico pone mi nombre, mi número de historia clínica, la del HUVR [Hospital Universitario Virgen del Rocío], no de otro lado, y hasta mi fecha de nacimiento. No sabemos para qué será a ciencia cierta, pero sí que es un modo más de control. Cuando los tratamientos se piden desde un centro, y se administran en otro, está bien esto de la informática y los datos, y saber qué, quién y cuándo. Luego, si queremos ir a protestar (como sé yo de algunos que lo hacen) porque no se les pone tal o cual día la cita para hacerse vaya a saber qué historias, siempre se puede tirar de archivo, y ver los plantones que damos, o no damos, y los servicios que hacemos de nuestra Sanidad Pública, o no, a golpe de ratón. Me gusta mi pulsera, como me gusta de igual modo saber sin lugar a error qué me ponen, y cuándo, y mandado por quién. Porque esa información le será útil a quien me meta mano en quirófano, luego también lo será para mí. Si llevo años pidiendo centralización de la información, no seré yo la que chiste en contra de estas nuevas pulseras de un solo uso. Nunca me gustaron las de oro, pero estas me garantizan mi salud, así que hoy por hoy son de platino". La historia completa, aquí.

Nota para debates exquisitos: leía hace poco en Journal of Participatory Medicine la reflexión de Dave deBronkart sobre la necesidad de cambiar algunos enfoques cuando se habla de calidad. Mismamente, escuchando a la gente. No sólo preguntando. Escuchando. Pues eso. Escuchen a Beatriz. De lo suyo sabe un montón.