Alfonso Pedrosa. Conocí a Salud, aka @saludmoreno, hace ya algún tiempo. Me tocaba hacer de titiritero en un curso universitario sobre periodismo y la cosa sanitaria y, como cualquier persona sensata se imaginará, el personal estaba allí buscando más el calor de los créditos fáciles que la iluminación procedente de los docentes (algunos de ellos, verdaderamente eximios). Siempre que voy a esos sitios, árnicas del ego aparte, acecho con ilusión el destello de originalidad, de potencia creativa, que, de vez en cuando, salta como una liebre en el erial, que diría Carmen Martín Gaite. Es un privilegio asistir al espectáculo de ver cómo una persona que aún está en los 20 despliega sus alas y se remonta sobre el cinismo ambiental. Algo así me pasó con Salud: yo quiero ser periodista sanitaria. Yo me lo creo. Jo. Con un par.

Cuento esto porque hace poco recibí de Salud el aviso de la iniciativa Todos podemos ser Joaquín, impulsada desde la Asociación Andaluza de Pacientes con Síndrome de Tourette y Trastornos Asociados. Y decidí fiarme de esa historia, respaldada por Nuez, una empresa de seguros. No conozco de primera mano a la asociación, ni a Joaquín, ni cómo funciona Bankinter. Pero sí me fío de Salud.

Alrededor de esta iniciativa está cuajando un fenómeno de adhesión en Facebook que va creciendo, apuntalado por gente que se reconoce en otra gente. Llegará adonde lleguen las personas, mientras haya personas ahí. No es el marketing. Es la confianza. Una vez más, me acuerdo de algunas lecciones aprendidas en mis paseos por la Red: la viralidad es una consecuencia, no una premisa.