Alfonso Pedrosa. Hay quien la llama la tasa de la vergüenza. Hay quien, a estas alturas, la considera aún una herramienta disuasoria frente a los abusos en la utilización del sistema sanitario público. A mí me parece una estupidez suicida. En cualquier caso, ya se está diseminando un movimiento de resistencia real a esta medida de la Administración sanitaria catalana. El indicador más elocuente de que esto no es una sobredosis de pólvora mental es que ya existe una guía de insumisión. Una guía que empieza a extenderse por la Red y está empezando a dar ideas al personal por diversos caminos.

Estamos a punto de asistir a fenómenos de tránsito desde el desencanto a la resistencia. Y de ahí, quizá, a la furia social.