Alfonso Pedrosa. Un bar es un sitio muy serio. Ojito con los bares. Enfrente de mi lugar de trabajo hay uno. Toma el nombre de la calle donde se ubica, Rioja. Además de ejercer de repositorio de azúcares rápidos donde cargar las pilas con un café o un whiski doble, es sin duda un entorno de salud. Sí, no se me escandalice nadie. Entre las bandejas de bollería industrial, los estantes con botellas de alcohol y la máquina del tabaco brillan algunas prácticas y actitudes que están ayudando a que la población flotante que frecuenta ese bar de la calle Rioja viva un poco mejor. Sin que nadie consulte un manual para saber cómo comportarse. Ni falta que hace. Un par de ejemplos: en el bar de la calle Rioja no hay expuesto a vista del público ningún decálogo de la hidratación para proteger a los mayores del calor. Simplemente, hay aire acondicionado y detrás de la barra están atentos a que esas personas frágiles (el jubilado, la viuda de pensión mínima, el cuponero de la esquina, la madre con su hija en silla de ruedas) no tengan prisa para marcharse. Se les pregunta, con esa picaresca destilada a través de siglos de sabiduría callejera, dónde van a pasar la siesta en una cuidad de cuarenta a la sombra en verano, si tienen ya arreglado el ventilador, si ya se han tomado las pastillas, si va a venir su nuera a echarles un vistazo a la caída del sol. Segundo ejemplo: en el bar de la calle Rioja no se han estudiado ningún manual sobre nutrición saludable y alta cocina avalado por la sociedad científica de turno. Basta con aguantar los precios de las tapas contundentes, ésas que resuelven una comida, y echarle la bronca (una bronca mil veces disfrazada de piropo) a quien se pase con la sal en el aliño de la ensalada o ponga demasiada fruición para su nivel de sobrepeso en mojar la salsa del guiso del día.

En unos tiempos donde nada parece servir si no ha pasado antes por las manos de un subcomité de lo que sea, la vida se abre paso. Siempre se abre paso, en una lección magistral que explica que la fuente de energía y sentido de las instituciones es la gente. Y no al revés. La vida está ahí fuera. Salgan a buscarla. También en el ámbito del cuidado de la salud.