El sueño, en dosis apropiadas, es reparador. Tanto, que no solo contribuye a mejorar nuestro rendimiento laboral o académico, sino que además mejora nuestro estado de ánimo. Pero claro, una carestía del mismo también implica un peor rendimiento en los indicadores antes citados. Así las cosas ¿Se han parado alguna vez a preguntarse si es mejor dormir poco, pero con calidad, que un sueño más prolongado, aunque también con más interrupciones a lo largo del mismo?