Redacción Synaptica. El manejo del sida en los centros penitenciarios ya es, de por sí, todo un desafío clínico. Máxime en las cárceles españolas, donde la prevalencia de la infección por el VIH es del 13%, la más alta de Europa, según los últimos datos publicados por el Ministerio del Interior, correspondientes al informe general de 2003 de la Dirección General de Instituciones Penitenciarias. En Andalucía, la última información disponible indica que todavía queda mucho por hacer: un análisis de situación realizado con una muestra de 580 reclusos de tres centros penitenciarios (las prisiones de Córdoba, Granada y Huelva) desvela que, de un 73,1% de reclusos seropositivos a los que se les recomienda tratamiento con antirretrovirales, un 23,1% se niega a hacerlo. Los factores ligados a esta actitud son carga viral elevada, peor salud autopercibida, mayor número de entradas en prisión y recibir visitas de personas ajenas al entorno familiar. Este estudio, de carácter transversal, publicado en Gaceta Sanitaria, tras constatar la existencia de este grupo de internos que se niega a tomar la medicación que necesitan, insiste en la necesidad de abordar estrategias informativas específicas que logren hacer entender a estas personas las consecuencias de su decisión. Los autores son Luis Sordo del Castillo, del Servicio de Medicina Preventiva del Hospital Universitario Virgen de las Nieves (Granada); Isabel Ruiz Pérez y Antonio Orly Labry de Lima, de la Escuela Andaluza de Salud Pública (EASP); José Manuel Soto Blanco, del Servicio de Medicina Intensiva del Hospital Clínico Universitario San Cecilio, de Granada; José Joaquín Antón Basanta, del Servicio Médico del Centro Penitenciario de Albolote (Granada); Eloy Girela López, del Servicio Médico del Centro Penitenciario de Córdoba; y José Manuel Castro Recio, del Servicio Médico del Centro Penitenciario de Huelva. El trabajo completo es de libre acceso.

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